Tomado del Nuevo Siglo
Por: Horacio Serpa
Me han preguntado si estoy dispuesto a participar en las supuestas elecciones que se convocarían para legalizar los comicios presidenciales de 2006, según la propuesta del Presidente Uribe. De ninguna manera.
Los santandereanos me dieron un mandato que atenderé en forma debida. Mi actual tarea de Gobernador terminará el próximo 31 de diciembre de 2011. Estoy contento realizándola y nada me interesa más que cumplirle bien a mis paisanos. Se que obrando así también le cumplo al país, ávido como está de que desde la actividad política se obre con seriedad, responsabilidad, transparencia y eficacia, como procuro hacerlo.
No obstante, es mi deber decir que las elecciones de 2006 no están cuestionadas. No, por lo menos, que yo sepa. Su legalidad no ha sido discutida. El Presidente Uribe ganó de acuerdo a las reglas vigentes al momento de su verificación. Por mi parte, como candidato que fui del Partido Liberal, nada tengo para reclamar al respecto.
En lo personal, de esas elecciones me quedaron dos inquietudes, sin que nada tengan que ver con la discusión actual, relativa a la aprobación del Acto Legislativo que permitió la reelección presidencial.
Una se refiere a la procedencia de la reelección, en cuanto es materialmente imposible competir, con posibilidades de éxito, cuando uno de los contendores es el Presidente de la República. Temprano o tarde los legisladores tendrán que examinar detenidamente si en este caso se quiebra el derecho a la igualdad, como creo.
La otra es para que la estudie mi Partido, a propósito de la Consulta Interna , que no vale la pena realizar si no hay conciencia en la militancia y compromiso en la dirigencia acerca de que, una vez verificada, todos los que participaron deben respaldar al ganador.
Considero, pues, innecesario repetir la elección comentada. Lo que debemos esperar todos es la respuesta de la Honorable Corte Constitucional a la Suprema, y que termine el agarrón entre los poderes públicos.
El momento es álgido y son muchas las cosas que están en juego: el próximo gobierno, la estabilidad económica, la convivencia, las relaciones internacionales, la cuestión social. La estabilidad democrática. Por eso es preciso que haya coherencia en las conductas. El palo no está para cucharas.
Sin pretender que ninguno de los poderes deje de cumplir sus obligaciones, el país debe intentar reconciliarse alrededor de puntos básicos que permitan recuperar su normal funcionamiento. Porque lo que ahora vemos y sentimos, es anormal. Tenemos un legislativo diezmado y sin autoridad; un Ejecutivo defendiéndose "a capa y espada", como dijo el ministro del Interior; y un Justicia con muchas papas calientes en las manos, con bastante gente pesada pendiente de que se queme.
Ese entendimiento debe partir de la política y de sus protagonistas, sin exclusiones, so pena de que sigamos "de tumbo en tumbo", hasta que la crisis haga crisis -porque así estamos- lo cual impediría una solución institucional. Pero..., "quién le pone el cascabel al gato"?
Bucaramanga, 2º de Julio de 2008 > Regresar a Inicio > Titulares >
Por: Horacio Serpa
Me han preguntado si estoy dispuesto a participar en las supuestas elecciones que se convocarían para legalizar los comicios presidenciales de 2006, según la propuesta del Presidente Uribe. De ninguna manera.
Los santandereanos me dieron un mandato que atenderé en forma debida. Mi actual tarea de Gobernador terminará el próximo 31 de diciembre de 2011. Estoy contento realizándola y nada me interesa más que cumplirle bien a mis paisanos. Se que obrando así también le cumplo al país, ávido como está de que desde la actividad política se obre con seriedad, responsabilidad, transparencia y eficacia, como procuro hacerlo.
No obstante, es mi deber decir que las elecciones de 2006 no están cuestionadas. No, por lo menos, que yo sepa. Su legalidad no ha sido discutida. El Presidente Uribe ganó de acuerdo a las reglas vigentes al momento de su verificación. Por mi parte, como candidato que fui del Partido Liberal, nada tengo para reclamar al respecto.
En lo personal, de esas elecciones me quedaron dos inquietudes, sin que nada tengan que ver con la discusión actual, relativa a la aprobación del Acto Legislativo que permitió la reelección presidencial.
Una se refiere a la procedencia de la reelección, en cuanto es materialmente imposible competir, con posibilidades de éxito, cuando uno de los contendores es el Presidente de la República. Temprano o tarde los legisladores tendrán que examinar detenidamente si en este caso se quiebra el derecho a la igualdad, como creo.
La otra es para que la estudie mi Partido, a propósito de la Consulta Interna , que no vale la pena realizar si no hay conciencia en la militancia y compromiso en la dirigencia acerca de que, una vez verificada, todos los que participaron deben respaldar al ganador.
Considero, pues, innecesario repetir la elección comentada. Lo que debemos esperar todos es la respuesta de la Honorable Corte Constitucional a la Suprema, y que termine el agarrón entre los poderes públicos.
El momento es álgido y son muchas las cosas que están en juego: el próximo gobierno, la estabilidad económica, la convivencia, las relaciones internacionales, la cuestión social. La estabilidad democrática. Por eso es preciso que haya coherencia en las conductas. El palo no está para cucharas.
Sin pretender que ninguno de los poderes deje de cumplir sus obligaciones, el país debe intentar reconciliarse alrededor de puntos básicos que permitan recuperar su normal funcionamiento. Porque lo que ahora vemos y sentimos, es anormal. Tenemos un legislativo diezmado y sin autoridad; un Ejecutivo defendiéndose "a capa y espada", como dijo el ministro del Interior; y un Justicia con muchas papas calientes en las manos, con bastante gente pesada pendiente de que se queme.
Ese entendimiento debe partir de la política y de sus protagonistas, sin exclusiones, so pena de que sigamos "de tumbo en tumbo", hasta que la crisis haga crisis -porque así estamos- lo cual impediría una solución institucional. Pero..., "quién le pone el cascabel al gato"?
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