Colombia, miércoles 5 de mayo de 2009
HORACIO SERPA
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En importantes declaraciones para El Nuevo Siglo, el exMinistro del Interior Humberto de La Calle Lombana dijo que “una nueva reelección genera unos desequilibrios importantes en el esquema constitucional del control de poderes”. Y agregó: “creo que lo que hay es que regresar a la no reelección o, incluso, al sistema de 1886 de la reelección alterna por una sola vez”.
El doctor De la Calle sabe muy bien lo que dice, como que fue pieza fundamental en la construcción de la Constitución Nacional en 1991. No lo manifiesta para hacer oposición al gobierno del Presidente Uribe, del que fue Ministro y Embajador, sino porque advierte que el llamado esquema de “pesos y contrapesos”, fundamental para que rija el sistema democrático, se concibió para períodos presidenciales de 4 años. Y cuando se hizo la reforma que permitió la reelección, no se modificaron los otros aspectos constitucionales que tienen que ver con el equilibrio de poderes.
Por eso piensa que debemos regresar a la no reelección, tema que se ha venido tratando más en los círculos académicos que en los espacios de la política.
Vale la pena reflexionar a fondo sobre el tema, e incluso llevarlo al Congreso de la República en un proyecto de Acto Legislativo que enriquecería el debate que se pretende dar a propósito del referendo reeleccionista. Sería provechoso para la democracia colombiana un análisis objetivo, desapasionado, tranquilo, que mas allá de la coyuntura electoral vislumbrara lo que la Nación requiere en esta materia.
Cualquier congresista puede presentar la propuesta, con infinidad de argumentos. Un liberal, respaldando la posición del Partido en la Constituyente, respetada por el Presidente de la época, doctor Cesar Gaviria Trujillo. O un Congresista del Polo Democrático. Incluso alguno de los importantes miembros de la coalición de gobierno que se están manifestando contra el referendo, pues de lo que se trata es de buscarle al país caminos apropiados de convivencia y democracia.
La propuesta podría incluir un aumento del período presidencial, por ejemplo a cinco años, sin reelección, claro, como algunos lo propusimos en la Constituyente. Sería para que la reforma operara hacia el futuro, a partir del nuevo Presidente electo en 2010, con lo que se daría respuesta a los que alegan que cuatro años son insuficientes para una gestión gubernamental seria y eficaz.
Los mismos cinco años se pueden aplicar a Gobernadores y Alcaldes, sin reelección, con los elegidos para comenzar a gobernar en 2012.
Con una reforma de esta naturaleza resultaría dable parafrasear la respuesta de don Miguel Antonio Caro, cuando le preguntaron por qué insistía en volver a los períodos presidenciales de cuatro años, después de que en la Constitución de 1886 los pusieron de seis años: Menos de cinco años es poco para cumplir una labor acertada; mas de cinco años, o el gobernante se cansa del pueblo, o el pueblo se cansa del gobernante.
¿Quién le pone el cascabel al gato?
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