TRAFUGARIO
---------------------------------------Por:
JOSE OSCAR FAJARDO
Hace ya una semana el gobernador de Santander dio una
conferencia de prensa y en ella habló de la crisis económica que se avecina en
el Departamento por cuenta de los descuentos que le hiciera el fisco nacional a
las regalías que por derecho propio le corresponden a Santander. Estaba
preocupado y desolado el doctor Richard Aguilar y con toda la razón. Pues
después de contar con 230 mil millones de pesos, que era el monto total de lo
que venía recibiendo el Departamento, por obra y gracia de algunas triquiñuelas
estatales pasó a percibir unos 78 mil millones de pesos, hablando en cifras
redondas. ¿Por qué ocurrió esto? Cosas de la austeridad, contestaron desde lo
más alto. ¿Por asuntos políticos? Consíganse la lámpara de Aladino y que ella
les diga. Lo cierto es que la medida ya está tomada, mejor dicho el daño fiscal
al Departamento ya está hecho y eso es lo que le produce insomnio al señor Gobernador,
según nos estuvo contando.
Pero yo no estoy de acuerdo con la actitud mendicante que
propone el doctor Enrique Gómez París, y ahí me perdonará que se lo diga de
frente. Voy a explicarles por qué. Porque el doctor Gómez París propone que se
recurra al apretamiento de la correa, al máximo grado de la austeridad y a una
solidaridad inmarcesible entre los mismos santandereanos, para que el tren de
los proyectos no se quede varado. Yo no es que no esté de acuerdo con la
austeridad porque el control del gasto indudablemente mejora la economía. Yo no
es que no esté de acuerdo con la solidaridad entre nosotros mismos porque es
una expresión muy humana de convivencia y hermandad.
Apretarse la correa es muy
importante cuando uno se da cuenta a tiempo que cuando el hambre entra por la
puerta el amor sale por la ventana. Uno
no puede vivir de quimeras, añorando y balbuceando que todo pasado fue mejor.
Al diablo con esas teorías preclásicas. En la rueda de prensa le hice una
pregunta al doctor Richard Aguilar y a partir de ella, ustedes me dicen si
tengo o no la razón. Señor gobernador,
le dije; si Ecopetrol es la empresa más poderosa y sólida económicamente de
todo el país, con ganancias facturadas
de algo así como $11 billones el año anterior, situada ligeramente detrás de
Petrobras, de PDVSA y de Pemex, y si esa empresa está ubicada exactamente en
Santander ¿Por qué carajos tenemos que pedir limosna? Muy respetuosamente, cosa
que lo que caracteriza a él, me contestó. No. No se preocupen que Ecopetrol nos
va a ayudar. Ya el presidente de la empresa me lo prometió y de eso no tengamos
la menor duda. Esa respuesta categórica del doctor Richard Aguilar me dejó
conforme como tendrá que dejar contentos a todos los que lean esta columna y
crean en lo que el presidente de Ecopetrol prometió.
De tal manera que no le
pregunté más porque no tenía objeto. Pero sí tengo tres cosas para quejarme con
vehemencia. Una. Con el doctor Juan Manuel Santos, Presidente de la República
porque, no lo puedo comprobar matemáticamente a través de la lógica, pero
intuyo que él tuvo mucho qué ver con el garrotazo mortal que le dieron a las
finanzas de Santander. Dos. Con
Ecopetrol porque siendo ésta una empresa tan poderosa e hija de las entrañas
del Departamento de Santander, y en donde en el sentido pragmático, por lo de
los combustibles, los subproductos del petróleo y la demás industria
petroquímica que de él emana, este Departamento mueve la economía nacional. Por
lo mismo tanto no hay ninguna razón dialéctica para que estemos pidiendo
limosna o en su defecto, “haciendo bazares para bautizar el pelao”, y esto lo
expreso en forma metafórica. Tres. Lo anterior no debe sino tiene que ser un
objetivo inmediato de los congresistas santandereanos. Darse la pela por las
finanzas del Departamento porque esta no es solamente responsabilidad del
doctor Richard Aguilar. ¿Para qué se hicieron elegir entonces? ¿Para engordar la burocracia, para teledirigir
el clientelismo y para esperar la multimillonaria pensión? Se mandan Güevo
doctores.
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