Por Luis Eduardo Jaimes
Bautista (J.B.)*
Para celebrar este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer. Es Es ser repetitivos con el verso cursi del galante: “Ni con el pétalo de una flor”. ¿Pero quién no la ha violentado a la mujer? Todos los hombres, hemos atentado contra ellas de palabra y acción, o si no, que hablen los animales y permanezcamos en las jaulas de los bárbaros.
El
Secretario General para celebrar esta fecha, Ban Ki-moon. Escribió: “Millones
de mujeres y niñas de todo el mundo son agredidas, golpeadas, violadas,
mutiladas o incluso asesinadas en lo que constituyen atroces violaciones de sus
derechos humanos. Desde el campo de batalla a sus hogares, en la calle, en la
escuela, en su lugar de trabajo o en su comunidad, hasta un 70% de mujeres han
experimentado violencia física o sexual en algún momento de su vida. Hasta una
cuarta parte de todas las mujeres embarazadas se han visto afectadas”.
Todos
los días desde que encendemos la radio, la televisión o leemos el periódico, la
noticia es que una mujer ha sido abusada sexualmente, maltratada o asesinada.
Es una infinidad de delitos, que con mucha frecuencia los responsables quedan impunes. La mujer o
la niña guardan silencio, un manto de miedo y de vergüenza, no las deja hablar
y cuando cuentan ha sido demasiado tarde, por ese violentar convertido en un
trauma.
Las
consecuencias de la violencia en la mujer, se vuelven en un problema con el
género y la equidad, que en últimas termina en su salud. Este hecho influye en
todos los aspectos de su vida, empezando por sus hijos… si existen muy pequeños,
a medida que la desigualdad crece en la sociedad, se perpetúa y son las que más
sufren esa violencia doméstica, asociada con la pobreza a través de la
reducción de oportunidades que puede tener la mujer de trabajar fuera de casa,
de su movilidad y acceso a la información y la escolarización de sus hijos.
Además
del impacto directo de la violencia en la mujer y en su vida, los estudios de
psicología y sociología, indican que la violencia doméstica contra la mujer
también tiene consecuencia como lo dije antes, para sus hijos, tanto si son
testigos, como si son víctimas de ella. Estas consecuencias se traducen en
problemas de conducta, y a menudo reproductores de la misma violencia.
Pero
no solo los gritos, el maltrato físico o psicológico que causa su compañero u
otro hombre, que abusa de ella en cualquier lugar con palabras soeces, si no
enfermedades que con el tiempo aparecen en las infecciones de trasmisión
sexual, problemas ginecológicos, hipertensión, depresión, trastornos por
ansiedad, cefaleas, enfermedades psicosomáticas y conductas alimentarias.
Con
ello quiere prender unas alarmas, en que no solo la violencia que se causa a la
mujer, es el impacto que dispara las estadísticas. Existe la violencia
silenciosa que me deja impávido, como es la salud mental, el stress, la
relación sexual forzada que provoca embarazos no deseados, y como lo mencioné
antes las infecciones de trasmisión sexual o papilomas que llegan al cáncer en
la mujer, causado por el hombre.
¿Y qué podemos decir del feminicidio? Donde cada día crece el número de
mujeres muertas por la mano del hombre en nuestra región y Colombia. El gran
problema del machismo invadido por los celos. Como si la mujer fuera propiedad
del hombre.
El horror no ha desaparecido, desde que en 1981 se efectúo el primer
encuentro feminista Latinoamericano, en defensa de la mujer, la mayoría de
países ya han sido tenidos en cuenta en la defensa de sus derechos de equidad y
género, gracias al activismo y las denuncias por violentar sus derechos
humanos. Pero hace falta mucho, porque existe un hueco muy grande en el Derecho
Internacional en materia de derechos de la mujeres y sobre todo en la trata de
la mujer y la explotación sexual. E igualmente con el aborto, que en Colombia
tiene una legislación de los hombres contra la mujer, batallas que no han
tenido luces muy claras vulnerando el derecho a la concepción.
*Poeta y Escritor
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