¿Apenas comienzan los pleitos?
Horacio Serpa
Han sido nueve días de
indignación, opiniones diferentes, controversias, debates sobre el fallo y
denuncias contra la comisión que representó los intereses de Colombia. También
contra los gobiernos que actuaron a lo largo de los once años que duró el
proceso. En el Congreso hablaron de declarar traidores a la patria a los
funcionarios que resulten responsables de la pérdida de 75.000 kilómetros
cuadrados de superficie marítima en el Caribe.
La verdad es que si llegaren
a deducirse responsabilidades políticas y gubernamentales, los únicos que no
tendrían “velas en ese entierro” serían el actual Presidente de la República y
su Canciller. Solo les tocó mirar las últimas actuaciones del equipo de
defensa, conformado diez años antes, y conocer el fallo de la Corte
Internacional. Los dos gobiernos anteriores nombraron a los delegados
colombianos que representaron a Colombia, contrataron asesores internacionales,
asumieron la competencia de la Corte, presentaron excepciones, aceptaron que se
descartara el meridiano 82 como frontera, presentaron pruebas, alegaron, en
fin, corrieron con la responsabilidad de atender el pleito.
El buen juicio indica que a
este respecto no deben asumirse actitudes precipitadas. Ni que se hagan
linchamientos morales, políticos o éticos, sin conocer a ciencia cierta todo lo
que pasó y por qué pasó. Por fortuna el gobierno informó que ya cuenta con un
comité asesor diferente para emprender las tareas que corresponden a buscar las
aclaraciones necesarias, pedir revisión en lo que sea dable y denunciar ante
las Naciones Unidas los desconocimientos y atropellos que se han advertido. Es
lo que se pretende hacer, según informaciones públicas.
Entre acatar el fallo y
rechazar la sentencia, ha surgido una tesis muy importante que debe estudiarse.
No es posible reconocer ni aceptar ni
acatar un fallo que no se puede ejecutar. Opinión del exministro Jaime Pinzón,
en Ola Política.
Varias razones se han expuesto
para sustentar el planteamiento: con base en el meridiano 82 como línea de
frontera, Colombia suscribió tratados limítrofes vigentes con Haití, República
Dominicana, Estados Unidos, Costa Rica, Honduras y Panamá. Si se acata el fallo
se desbarata la geografía del Caribe y se desconocen olímpicamente los derechos
de seis naciones.
Nicaragua no debiera
precipitarse a ejercer vigilancia sobre los 75.000 kilómetros cuadrados a que
se refiere la sentencia de La Haya, hasta que no se resuelvan los recursos y
denuncios de Colombia y se sepa si la providencia es ejecutable. Todo indica
que no lo es.
Como han dicho que Nicaragua
reclamará más áreas marinas y que sus propósitos contra Colombia no cesarán
hasta no quedarse con el Archipiélago, hay que estar atentos a los movimientos
que se den en la República centroamericana. Por cierto, ya vienen sus barcos y
se van a encontrar con los colombianos.
La situación no es fácil. Todo menos la guerra, que es
improbable. Entonces, tocará seguir pleiteando. Ojalá que para enfrentarlos,
los nuevos defensores de nuestros derechos examinen a fondo de que se trata y
nos eviten nuevos dolores de cabeza.
Bogotá D.C., 27 de Noviembre, 2012
NuevoSiglo
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