Por: Bernardo Socha Acosta
Pretender lograr la
sostenibilidad energética de Colombia a través de la explotación de yacimientos
de hidrocarburo a través del ya conocido y tan cuestionado fracking, no es solo un capricho atrasado y
atentatorio de la riqueza hídrica nacional, sino una demostración de obscurantismo y de
ignorar las oportunidades que tiene el país de aprovechar otras fuentes
energéticas como la solar y la eólica que no contaminan y no le hacen daño a la
naturaleza ni a la población.
Las pretensiones del gobierno
y de las bancadas del congreso de la república que se jactan de ser una
aplanadora que dominan a sus contrincantes y al país, son las peores acciones políticas
que los colombianos no podemos aceptar. Y
no podemos aceptar ni tolerar, porque, quienes con sentido de solidaridad social,
cuidamos y valoramos el agua, debemos condenar con airadas pero categóricas
posiciones, estos propósitos, o mejor, despropósitos de quienes han sido
elegidos por voluntad del pueblo en busca de una ejemplar representación en el
ente donde se hacer las leyes.
Por fortuna los congresistas
que demuestran ser de la nueva época, y valoran un recurso vital como el agua, se
sobrepusieron y desenmascararon un
llamado MICO que llevaba camuflado (como simpre) el proyecto sobre reforma a la
ley de regalías. Felicitaciones por ese acto de soberanía e independencia
política, porque fueron
superiores a los intereses de quienes no miden las funestas consecuencias que
traerá para el futuro del país y en especial de la población, una explotación
de reservas fósiles para aumentar la oferta energética nacional, mediante
sistemas malsanos como el Fracking, que para hablar en castellano, no es más
que un sistema para fracturar de manera hidráulica la corteza terrestre rocosa
del subsuelo para extraer de forma no convencional petróleo y gas.
Pero, el sistema Fracking, no
solo es una amenaza a la estabilidad de los niveles del agua, sino los graves
riesgos y amenaza de contaminación hídrica, que producen los mortíferos y
peligrosos químicos que utiliza esa técnica para obligar al petróleo y gas a
salir hacia la superficie luego de la fracturación de rocas.
Y es que el hecho de que el estado colombiano sea el dueño del subsuelo, como lo consagra la Constitución, (art. 332) no le da derecho a los congresistas ni al mismo gobierno, pretender arruinar otros recursos más valiosos como el agua y un ambiente sano, libre de tóxicos.
La población colombiana se
pregunta, el por qué, el gobierno y el Congreso de la república en cambio de
seguir insistiendo en buscar energía de las fuentes fósiles, no invierten en
aumentar la oferta energética mediante otras fuentes de las que gozamos en
abundancia por ser un país sobre la línea equinoccial en plena zona Tórrida,
como el sol y los vientos para producir energía limpia de cualquier
contaminación.
Y finalmente los colombianos
debemos estar de plácemes porque fracasó una parte del Congreso de la
república que intentaba una vez más
imponer el sistema Fracking para explotar yacimientos de hidrocarburos, gracias a
una parte progresista de congresistas que logró el entierro del llamado mico
que tenía el proyecto de reforma a la ley de regalías.
bersoa@hotmail.com
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