Mario González Vargas
El intercambio epistolar de
Álvaro Leyva con Salvatore Mancuso implica un cambio de tercio en la estrategia
de la oposición auxiliadora de las Farc, para extender un manto de impunidad
sobre todos los delitos perpetrados durante el conflicto armado. Con el cruce
de cartas se abandona el perverso ejercicio de baranda en los despachos
judiciales, tan caro a Iván Cepeda, para situarlo en escenario de aparente
juridicidad, consistente en confesiones destinadas a ocultar los pecados
propios por medio de acusaciones indiscriminadas contra los enemigos en el
conflicto.
En el cruce epistolar se dibuja un pacto de trueque para incluir al
arrepentido criminal en el beneficio de la sanción restrictiva de la libertad,
a cambio de tener como verdad los señalamientos que profieran contra los
estigmatizados como enemigos de la paz. Para apuntalar el simoníaco acuerdo, el
senador Barreras presentará un proyecto de ley, cuya aprobación permitirá el
ingreso de los jefes paramilitares a la JEP, cabeza de un sistema de justicia
transicional insólito en el DIH, porque diseñado en convenio con sus
beneficiarios y a la medida de sus intereses. Asistimos a la aplicación del
concepto de que la paz está por encima de la justicia, formulado en mala hora
por quien fuera presidente de la Corte Suprema y hoy prófugo de la justicia por
el proceso denominado como el Cartel de la Toga. Ese lavado de
responsabilidades parece contar con el asentimiento del Nobel de Paz, cuando,
contrito, afirma “Siento, y es un error que cometimos, que los procedimientos
quedaron muy engorrosos, somos un país muy santanderista, y se lo aplicamos a
una justicia que es especial, le aplicamos leguleyadas al proceso y eso ha
demorado muchísimo”.
Y refuerza su habilidad de prestidigitador afirmando que
“Este acuerdo de paz no es perfecto, es el producto de una negociación entre
seres humanos que se estaban matando, si encontramos un consenso para mejorar
la implementación, bienvenido sea. Siempre y cuando sea de consenso". Entierran
la socorrida tesis de la intangibilidad del acuerdo de paz, porque ya
identificaron el sustento normativo de esta opereta de impunidad en el artículo
63 de la ley de Justicia y Paz que dispone: “LEY FUTURA MÁS FAVORABLE. Si con
posterioridad a la promulgación de la presenta ley, se expiden leyes que
concedan a miembros de grupos armados al margen de la ley beneficios más
favorables que los establecidos en esta, las personas que hayan sido sujetos
del mecanismo alternativo, podrán acogerse a las condiciones que se establezcan
en esas leyes posteriores”
Los paramilitares como los militantes de las
FARC que se acojan a la JEP tienen como primordial e insustituible
responsabilidad las de decir la verdad y reconocer sus crímenes. Si no lo
hacen, se les aplicarán las penas ordinarias de 15 a 20 años de reclusión. Los
comandantes farianos en sus comparecencias han negado la verdad, lo que
presagia la actitud de Mancuso y Cia. ¿Asistiremos al derrumbe de la Justicia
Transicional de manos de sus autores y beneficiarios?
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