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martes, 19 de marzo de 2013

Opinión política

         Las nuevas sesiones del Congreso Nacional
                                             Horacio Serpa
El Congreso Nacional representa a una de las tres ramas del Poder Público. Su importancia es enorme. Tiene el cometido de hacer las leyes y de ejercer el control político sobre la rama ejecutiva. Sus integrantes son elegidos por el voto popular. Por eso el Congreso es la más auténtica representación ciudadana que existe en una democracia.
El Congreso no tiene remplazo. Su funcionamiento garantiza el de las demás instituciones. Cuando hace 64 años el ejecutivo tuvo la osadía de cerrarlo, se precipitó sobre el país el más vergonzoso episodio de arbitrariedades, abusos y violencia que se recuerde. De ahí que hacia  las cámaras legislativas, como institución, se tenga acogida, respeto y acatamiento.
Pero el Congreso de hoy tiene dificultades en materia de credibilidad, de respeto y de acatamiento. Algunos de sus integrantes han cometido atropellos, otros han tenido equivocaciones, aquellos comportamientos delincuenciales. Y las corporaciones en sí, junto con los buenos, los cumplidores, los responsables, sufren enorme desprestigio. Es una lástima y  un fracaso.
Pero el Congreso tiene este año la posibilidad grata de mejorarse, de lograr superar los niveles de impopularidad que lo señalan como una institución poco deseable. Es un momento para los sanos y juiciosos, para los serios, para los cumplidores. Basta con empeñarse en el trabajo de prodigar al País las decisiones que necesita. No se requieren muchas leyes, ni muchos debates, ni grandes espectáculos. Austeridad, seriedad, eficacia.
Uno de los problemas mas grandes que sufre el pueblo colombiano es el de la salud. No hay promoción ni prevención. El sistema aprobado en 1.993 ya hizo agua, se va a pique, y de ese naufragio inevitable no se pueden seguir recogiendo los despojos. Hay que diseñar un nuevo sistema de salud, sin temores, sin ataduras con un pasado que solo ha dejado resentimientos e injusticias. Ese solo cometido reivindicaría al Congreso, para enorme satisfacción de los demócratas e imperecedera gratitud de todos los colombianos.
Hay más iniciativas. El proyecto de pensiones, por ejemplo, importante, reivindicativo. Algunos otros pueden ir estudiándose en las Comisiones, para tramitar en el siguiente período. Pero no más. Acaso un buen debate sobre los paros y movimientos sociales, para tener una dimensión exacta del por qué tanta agitación ciudadana. Llenarse de proyectos es desatenderlos todos y cometer errores. Ya se han visto. Después no queda sino el crujir de dientes.
El año entrante hay elecciones de Senadores y representantes a la Cámara. Es el momento de lucirse. De demostrar capacidad, que la hay, buena voluntad que existe sin duda, y eficiencia. Es la oportunidad de demostrar que si es necesaria la institución legislativa.
No hay que aceptar como excusa que en todo el mundo existe un mal predicamento hacia los Congresos y Parlamentos.  Es un pobre argumento. El país merece de nuevo un “Congreso Admirable” y existen todos los elementos para lograrlo. Los partidos tienen una gran responsabilidad y cada una y cada uno de sus integrantes. Solo hay que atreverse.
Bogotá D.C., 20 Marzo, 2013  Columna del NuevoSiglo                      

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Valores DMG

Fuente: elnuevosiglo.com

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Colombia, miércoles 26 de noviembre de 2008

POR: HORACIO SERPA

El país no acaba de superar la horrible noche de la parapolítica y el paramilitarismo, cuando estalla el volcán de las pirámides, que ha afectado, según el Fiscal, a más de cuatro millones de personas. Una verdadera hecatombe.

Nada ha sucedido a espaldas de nadie, porque DMG, la poderosa lavandería del narcotráfico y el paramilitarismo, venía funcionando con todas las de la ley desde hace más de cinco años.

A plena luz del día, con avisos en los medios de comunicación, con locales por todas partes y con el mecanismo del rumor como arma propagandística, DMG se convirtió en Mesías de los pobres, mina de oro de avivatos y paraguas de los corruptos. Y en una lavandería monstruosa.

En ese carnaval de ambiciones cayeron dirigentes políticos y funcionarios gubernamentales. No existe hoy una familia que no tenga algún miembro pálido con tarjetas de DMG sin valor alguno.

DMG alcanzó tales visos de legalidad que sus promotores lograron infiltrarse en los eventos más resonados de la vida política nacional y corromper, aún más, al Congreso y la política. Terminaron financiando hasta encuentros de alcaldes y gobernadores. El Gobernador Eduardo Verano recordó que David Murcia Guzmán estuvo en una cumbre de gobernadores, haciendo lobby y negocios.

Un amigo me hizo caer en cuenta que DMG fue uno de los patrocinadores del Seminario de Inducción y Acompañamiento a la Administración Pública, que organizaron la Contraloría General de la República, la ESAP y la Federación Colombiana de Municipios,
del 27 al 30 de noviembre del año pasado, y fue instalado por el Presidente Uribe, el Contralor, el Procurador, el Fiscal, y los directores de la Esap y la FCM, con la participación del gabinete nacional. Ya entonces, la Policía Nacional conocía las explosivas grabaciones que reveló el pasado lunes la W Radio, que comprometen a autoridades locales y departamentales con platas ilícitas de DMG.

¿Por qué nadie les advirtió al Presidente Uribe y a sus ministros, a las altas autoridades estatales presentes en ese evento, de carácter obligatorio para alcaldes y gobernadores, que allí estaría DMG ofreciendo sus servicios? ¡Hoy resulta un exabrupto! Todo cuánto ha pasado huele mal y refleja una profunda crisis del Estado, pero sobre todo, una enorme quiebra de los valores de la sociedad colombiana.

Las fronteras éticas y morales se han desvanecido. A la gente poco le importó el mecanismo para enriquecerse, ni quién proveía el dinero fácil. Empujados por la pobreza o las más bajas ambiciones, los "inversionistas" nunca se preguntaron si las ganancias serían producto del narcotráfico o fruto de delitos de lesa humanidad.

Colombia está empobrecida, enardecida, anarquizada, pero sobre todo, aniquilada moralmente. DMG le dio una estocada fatal a un país que tiene que reflexionar, iniciar con urgencia una terapia de sanación y asumir nuevos valores, para sobrevivir como nación, porque en los últimos años todo parece haberse perdido en una pirámide de antivalores, en la que ha caído gente de todos los estratos y pelambres.
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