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martes, 19 de febrero de 2013

Opinión sobre crimen


              La vida solo vale 200 pesos
                                                Horacio Serpa
“La vida no vale nada”, dice una famosa canción ranchera. En Colombia, según el reciente caso por el cual fue asesinado Nicolás Acosta en el sur de Bogotá, vale doscientos pesos. Es lo que dicen las noticias, según las cuales el menor de 14 años fue apuñalado seis veces cuando se negó a entregarle a su agresor esa cantidad que le exigía.
Es una desgracia. Pero es lo que está ocurriendo. De tanto matar, de tanto vivir en medio de asesinatos y masacres, nos acostumbramos a la muerte. Nada nos sorprende en materia de violencia. Siendo, según la famosa encuesta, “el país más feliz del mundo”, somos también campeones en asesinatos.
Aquí se mata por todo. Por plata, por política, por rabia, para amedrentar a la comunidad, por machismo, para que no se testifique, por lo que se dijo en una declaración ante los jueces, por sapos, por un celular, por no tener dinero, como en las películas de gansters “porque sabía demasiado”.
Se mata en la guerra de las guerrillas, en la de los paramilitares, matan los narcotraficantes y los traquetos, matan los de las bacrim, matan los encargados por el Estado de evitar que los miembros de la comunidad sigan matando. La delincuencia común asesina. Todos los malos eliminan al adversario, al que van a robar, al que deben “despachar” por encargo en oficios sicariales. Y matan los buenos, por celos, porque “se les va la mano” en la muenda diaria a la pareja, lo hacen en el matoneo colegial, lo hacen al calor del licor que se consume para alcanzar la alegría que no se tiene porque no existe bienestar social ni tranquilidad familiar.
Los medios solo reportan muertes, lágrimas, dolores, venganzas. Pero es que no hay nada más que informar. Aquí se cumple a la letra el adagio según el cual “para morir se nace”. Solo que la muerte ocurre antes de tiempo, a los quince años, a los veinte. Cuando desde Israel Simón Pérez recordó que “en la paz los hijos entierran a los padres y en la guerra los padres entierran a los hijos”, ya sabíamos que ello es cierto solo en el 20%. El 80% de nuestros muertos, en cantidades que no supera ningún país del mundo, mueren jóvenes, en la calle, en el campo,  y lo lloran sus padres y sus abuelos.
Llevamos la muerte en la música, en el olfato, en los recuerdos. Muerte atroz, muerte espeluznante, muerte con motosierra, con torturas, con minas, aplacando la sed con la sangre de las víctimas y jugando futbol con sus cabezas. Y no asumimos una actitud valiente para acabar la guerra y extirpar los otros tumores que matan por cuchillo, por pistola, por asalto, a traición, en desplomado.
No reaccionamos, siendo que vivimos al revés. Ni siquiera se cumple  el verso del Julio Flórez, “todo nos llega tarde, hasta la muerte”. Pocos gozamos de ese “privilegio”. Muchos mueren antes de tiempo. Pero no hacemos nada.
Bogotá D.C., 20 de Febrero 2013  Publicada en el nuevosiglo 

sábado, 11 de septiembre de 2010

TRAFUGARIO

----------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

LOS NIÑOS ASESINOS

“Sobre una cerca de alambre de púas, desnuda, con el cuerpo ensangrentado, la cara magullada por los golpes y temblando de frío, encontraron sus familiares a Kareen Manuela, de dos de edad, quien había desaparecido la noche anterior. En medio del llanto, la niña sólo tuvo alientos para pedirle un tetero a su mamá. Un adolescente de 15 años, capturado dos días después, la había raptado la noche anterior. La pequeña no resistió las heridas causadas por la violación, los golpes y varios cortes de navaja y murió”.

 La preciosa porcelana de muchacho, el próximo 14 de septiembre, cuando se cumplen dos años del crimen, quedará a tiro de as de recobrar la libertad, ya que sólo fue condenado a tres años de retención en un “centro de protección especial para su resocialización”. De allí saldrá muerto de la risa a hacer un posgrado en “sicariato de alto nivel” en cualquiera de los muchos Institutos Tecnológicos que para tales efectos se han creado en las principales ciudades del país. Pero léanse esta cifra tan rimbonbante: 20.104 adolescentes, entre los 14 y los 17, años entregó la Policía a la Justicia entre marzo del 2007 y junio del 2010. Todos ellos por delitos que van desde el asesinato con sofisticadas armas automáticas, a las violaciones de niñas de brazos, hurto calificado, atraco, uso y expendio de drogas, y así hasta el infinito. Y quién me lo va a creer, yo veo más peligroso a un jibaro menor de edad, que a un sicario mayor de edad con una docena de metralletas. ¿Pueden ustedes amigos lectores, calcular la capacidad de penetración, o más bien el radio de acción, de un “sardino” de esta estirpe, bien churro, por ejemplo en los colegios de secundaria de una ciudad como Bucaramanga?

Entonces mirando la cosa así, acá es donde yo me pongo totalmente de acuerdo con la senadora Gilma Jiménez, del Partido Verde, de crear mecanismos de ley para contrarrestar los efectos de este tipo de comportamientos de los menores de edad. Es que yo me intoxico de la risa cuando dicen o hablan de un niño de 16 ó de 17 años. Alguna vez leía yo en un periódico de Medellín, “la menor de 11 años portaba en su morral de colegiala, una ametralladora MP5, dos proveedores de carga para la misma, y dos granadas de fragmentación”. Y luego pensaba entre risas: Esa inocente sardinita cuando tenga 14 ó 15 años se da plomo con una docena de elefantes. Rosario Tijeras es una encantadora porcelana china al pie de esta doncellita. Y pensar que no es un capítulo más del seriado de Gustavo Bolívar, Pandillas, Guerra y Paz, a la cual tienen acceso todos los niños de Colombia, sino un triste capítulo más de la sociedad.

Por eso le capté el mensaje a la senadora Gilma Jiménez, de bajar la edad, cosa que todavía no tengo suficientemente clara, a los menores a 14 años de edad para su juzgamiento legal, por lo menos por los delitos más atroces. ¿Qué dice la sicología, el psicoanálisis o la psiquiatría modernas? Sencillo. Que un individuo de cualquier sexo, con desarrollo mental normal, ha atravesado todas las etapas de la formación de su personalidad (Oral, Anal, Fálica, De Latencia y Genital, en Psicoanálisis) y que por lo tanto distingue perfectamente el bien y el mal. Es decir, que el Estado tiene que adecuar las leyes para proceder, pero también responsabilizarse, como política de Estado, de crear mecanismos de educación y culturización desde la niñez para evitar futuros delincuentes. Eso se hace combatiendo la pobreza económica que es la que genera la miseria ética y moral. Pues cuando un niño viola una niña y luego la asesina, o un tipo mata a otro porque le dijo un apodo, a una mamá envenena a sus tres hijas y luego se suicida, entre tantas otras escenas increíbles y no de ficción, no se trata de Sófocles o de Esquilo en el antiguo teatro griego, sino de una sociedad cuyo cultura tiene cáncer terminal.

sábado, 29 de marzo de 2008

Revolución si, crimen no.


casinos online Por: Alirio Gómez Martínez
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Alias "Olivo Saldaña" es una persona que conoce muy bien las Farc por dentro y por fuera, en su pasado y su presente, situación que le da autoridad para intuir cuál será su inmediato futuro de esa organización dedicada al terrorismo y el narcotráfico. Este personaje pertenece a uno de los más de mil guerrilleros presos en las diferentes cárceles de Colombia quienes han declarado que no quieren los enlisten dentro de los "canjeables". Este hombre fue apresado por las autoridades colombianas, sometido a un juicio y sentenciado. "No quiero seguir haciéndole daño al país". No es un improvisado, pues integró la columna móvil "Teófilo Forero" y el comando "Adán Izquierdo", que en su época fueron la flor y nata de la guerrilla marxista leninista. "…mi jefe inmediato era el camarada Alfonso Cano…"

Hablando con los medios de comunicación, cuando el tema del "Canje Humanitario" volvió a los medios de comunicación por la miserable y humillante situación en que las Farc tienen sometidos a los secuestrados, el guerrillero pero explico: "El Secretariado no tiene ningún derecho a incluir cerca mil guerrilleros detenidos en la lista de eventuales canjeables, pues no queremos pertenecer a la guerrilla, no esperamos volver a las armas y solo deseamos que el gobierno los incluya en los beneficios de Justicia y Paz". En su acto de rebeldía irreconciliable contra el Secretariado de las Farc, los guerrilleros presos pidieron "la inmediata libertad de todos los secuestrados sin condicionamientos ni exigencias… El secretariado no es dueño de la vida e integridad de nadie."

"Olivo Saldaña" a nombre propio y de guerrilleros presos explicó que "La guerrilla nada tiene que hacer en la vida nacional colombiana, perdió su norte y su ideología se degradó… las estructuras de las FARC están acabadas, pues hay incomunicación en varios de sus frentes, algunos son verdaderas ruedas sueltas y otras están dedicadas exclusivamente al narcotráfico…". Llamó la atención de su ex jefe para que "asuma la responsabilidad histórica de liberar a Ingrid Betancourt debido a su estado de salud. Y que liberen a los 750 secuestrados como una salida política, pues ya no nos pueden utilizar como escudo (a los presos) dentro de un canje". Los guerrilleros presos no son objetos para comprar y vender, como los secuestrados son seres humanos.

Los guerrilleros presos no renuncian a seguir siendo "revolucionarios" y seguir luchando para alcanzar un país mejor y más humano para los colombianos, pero con el convencimiento de que no a través del crimen, sino de una estructura política bien diseñada. Las Farc en ese sentido no existen. "El Secretariado tal vez no han podido hacer la lista de los 500 guerrilleros canjeables que están presos porque no tienen a quién incluir… quienes estamos en las cárceles del país no aceptamos que nuestros nombres hagan parte de esa lista de canjeables con la intención de que nos suelten y que volvamos a caer al hoyo oscuro al crimen…" "Olivo Saldaña", como millones de colombianos creen que la resolución es posible y necesaria, pero no en base a crímenes continuados sin ningún ética moral y filosófica
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