Revocatoria: ¿todo está claro?
La Revocatoria del Mandato es
consecuencia de una institución constitucional: el voto programático. El
aspirante a la Alcaldía inscribe su propuesta de gobierno y se compromete a
ejecutarla si gana las elecciones. Si no lo hace, el pueblo, mediante votación
democrática, lo sanciona con la pérdida de sus funciones. En otras palabras,
vota para sacarlo de la alcaldía, por mentiroso e incumplido.
Nadie sabe si en el caso Petro
se hizo un análisis serio, responsable, al término del cual se concluyó que el
Alcalde de Bogotá incumplió su programa. ¿Ese examen se puede hacer con
objetividad y realismo cuando aún no se lleva siquiera la cuarta parte del
mandato? Recuerdo que antes de que se
terminara el primer año de gobierno se anunció la revocatoria. ¿Odios personales?
¿Revanchismo político? Alguien debe aclarar las razones por las cuales se pide
la revocatoria y por qué razón, cuando faltan dos terceras partes del periódo.
Sobre las firmas también hay
que aclarar varias situaciones. ¿Es cierto que su verificación la hicieron las
mismas personas que aparecieron involucradas en el chanchullo de Cali? Por otra
parte, es claro que si un Partido Político, unas Organizaciones No
Gubernamentales o un grupo de personas plantean la revocatoria mediante firmas,
ellas y sus afines deben recoger las firmas. ¿Cómo es eso de que se contratan
empresas que nada tienen que ver con el
caso, para que hagan el trabajo a cambio de un pago? ¿Es eso honesto? Además,
¿Cuánto costaron? ¿Quién pagó? ¿Cómo? ¿Por qué?
También tiene que aclararse
jurídicamente cuales son las normas que se van a aplicar al caso que se
controvierte. Recientemente se aprobó una reforma sobre las condiciones que
deben llenarse para que operen los mecanismos de participación ciudadana,
mediante una ley estatutaria que debe ser aprobada por la Corte Constitucional
para que se pueda aplicar. Habiendo sido
expedida y aprobada después de la elección del actual Alcalde, ¿opera para el
Alcalde Petro? ¿Desde cuándo las leyes tienen efecto retroactivo?
Todos los días inventan planes
truculentos para perjudicar a Bogotá. No tienen con la cantidad de
inconvenientes, escándalos y desastres
que se acaban de presentar. Surgen críticas y reparos por todo y en
todas partes. Se cuestionan las políticas oficiales. No se aprueban los proyectos del Alcalde. Se denuncian sus
actuaciones. Ni siquiera se le permite cambiar un cuadro y rendir homenaje al
Libertador. ¿Así, qué resultados de amplia satisfacción se pueden exigir? El
que no ayuda puede criticar, pero no reclamar ni mostrarse hipócritamente como
salvador de la ciudad. Al contrario, le hace daño.
Los amigos de la revocatoria
deben saber que si se llegare a aprobar, digamos, en Septiembre, la elección de
nuevo Alcalde sería en noviembre o
diciembre, y al elegido solo le quedarían dos años de gestión. El primero para organizarse,
revisar lo que recibe y planear su administración. El otro se irá en las
elecciones del nuevo Burgomaestre. Es decir, 8 años perdidos. ¿Lo merece
Bogotá?
Bogotá D.C., 11 de Junio del
2013 (Columna semanal del Nuevo Siglo)