Por: Bernardo Socha Acosta
La necesidad de hacer campañas y promover medios de transporte no contaminantes, es una necesidad de lógico sentido, no solo en Bucaramanga, sino en todas las ciudades de Colombia y del mundo, para que no sigamos aumentando la movilidad con medios de transporte impulsados por combustibles derivados de los fósiles. Eso lo tenemos muy claro quienes consideremos que gozamos de un sentido racional y sosegado como para actuar sin el riesgo de estar cometiendo los errores más deplorables, lamentables y garrafales que causan daño a los demás como está pasando con la administración del actual alcalde de la capital de Santander.
Y esto lo digo y lo
corroboraron más de una decena de personas con quienes realice un sondeo, sobre
las obras que continuó adelantando el gobierno de Bucaramanga, relacionadas con
las ciclovías. Las ciclovías son tan
necesarias como como es tan indispensable una malla de calles y carreras que
faciliten la evolución de una ciudad y una sociedad que está en constante crecimiento. El progreso no
se puede detener y quienes lo hagan son seres con una mentalidad recortada.
Está bien –y nadie lo está negando- que se realicen obras para incentivar la
utilización de la bicicleta como medio de transporte, pero hagámoslo bien sin
el riesgo de hacerle daño a los demás y poner en riesgo la vida de los ciclistas
con la atracción gravitacional de
los vehículos grandes con los pequeños.
Y pretender incentivar el uso
de la bicicleta como medio de transporte, no justifica que las autoridades
prevaliéndose del poder, cometan los peores y más infames actos, como es, desmembrar una vía arteria preferencial como la carrera 21, que fue ampliada con
sacrificios, no solo de la administración municipal del momento, sino de los
dueños de inmuebles que debieron despojarse de ellos para dar paso al progreso.
Acabar con un carril vehicular
de una vía arteria como la carrera 21 que facilitaba el fluido automotor de sur
a norte, es algo que no tiene perdón… Hacía unos 5 meses que no transitaba por
esa carrera, por motivos de la pandemia y por algunos otros factores ajenos y
este fin de semana utilicé esa vía y quedé, en medio de la ira y la sorpresa,
estupefacto, al ver que pasaron, primero, tantos años de ser una carrera reducida pero tan utilizada por la industria
del transporte y por fin hubo una
administración municipal con visión de
futuro y tras muchas circunstancias se logró la ampliación, para que fuera
un eje vial preferencial de Sur a Norte. Ahora llega una administración
municipal con un negativo sentido de futuro
global y en una acción bárbara acaba
con un carril con el prurito de hacer obras para el transporte en bicicleta. Eso
no tiene el mínimo sentido. Esa es una acción infantil carente de cualquier sindéresis.
En una acción de verdadero gobierno
progresista y con perspectiva de ciudad
y sociedad, hubiera destinado otra de
las vías que no tienen la circulación vehicular que tiene la 21, para que hubiera hecho esa ciclo-ruta o coclovía, quizás con más garantía
para los ciclistas, porque en las
condiciones que se hizo no es favorable para un ciclista que puede de un
momento a otro accidentarse por el harto flujo automotor que tiene la carrera
21 hecho que puede inesperadamente ocurrir una tragedia, sabiendo que la
tracción que produce un vehículo en marcha puede atraer a los ciclistas y
causarles daño y hasta la muerte.
Ahora dirán los defensores de
tan absurda idea, que esos proyectos se realizan en otras ciudades y por qué
aquí no se pueden... Si, nadie lo está negando, pero en circunstancias geográficas
diferentes. Por ejemplo, en Bogotá se pueden hace ciclo-rutas paralelas a
grandes autopistas, pero como hay suficiente espacio, se deja un buen separador
entre los carriles vehiculares y la ciclo-ruta. Aquí no porque no hay espacio y es necesario hacer la
cliclo-ruta por otra vía de casi nula circulación de automotores de gran
tonelaje. Pero lo que se hizo por la carrera 21, repito, es una bestialidad y
no una gran azaña.
De tal manera que cometer esa calaverada
que no demuestra más que una desproporción mental y un sentido de retroceso que no lo comete ni
el peor ignorante. Y, no lo comete una administración municipal sensata, porque
no se puede acabar un servicio público como es el de movilidad, máxime cuando
la carrera 21 tenía reciente transformación porque fue ampliada con carriles
que ayudaban a la comunidad a desplazarse con mayor fluidez.
Ahora en ese eje vial, el
común denominador, es la acumulación vehicular, los graves trancones, el
despertar del mal genio de conductores y pasajeros, accidentes, muertes y una
serie más de aspectos negativos, porque la tradicional y cómoda carrera 21 se acabó.
Ahora las personas que van a laborar
tienen que irse dos horas antes para llegar a tiempo a sus fuentes de trabajo,
todo porque la administración municipal,
sin ningún sentido futurista, quiso hacerles una obra a los ciclistas, pero con
la corta reflexión, no se imaginó que esa cliclo-ruta es una grave amenaza para quien se atreva a desplazarse por ahí,
repetimos, porque los vehículos grandes atraen por acción de la física a los
pequeños y los lanza a las ruedas con las consabidas consecuencias. En cambio,
si hubiera hecho una ciclo-rura por una vía de menos tráfico, no habría ese grave peligro. Entonces al final, esa obra se va a convertir
en otro de tantos ELEFANTES blancos que hacen los gobiernos sin ninguna PLANEACIÓN,
sino con el ánimo de fanfarronear. Esta ciclo-rura puede convertirse en un trampolín
de la muerte.
bersoa@hotmail.com