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sábado, 8 de noviembre de 2014

Que todos lo analicen

                                                      Trafugario
                                                Por: José Óscar Fajardo
Hoy hace exactamente ocho días el colega  columnista Rodolfo Hernández publicó en su columna un texto tan contundente, que yo creo que a todos los que lo leímos nos causó cierta atracción. Se llama Ingeniería Social, y cito textualmente una parte. “La palabra ingeniero viene del Latín Ingeniun, la derivación al francés fue engin, y al inglés engine, las cuales se refieren a generador, motor o máquina. Un ingeniero es alguien que no sólo opera una máquina, sino además es el generador que diseña y construye una obra edilicia, si nos referimos a un ingeniero civil”. Posteriormente hace alusión al Ingeniero Social, refiriéndose tácitamente a los administradores de los bienes del Estado, presidente, gobernadores y alcaldes, y dice que,“no sólo debe dedicarse a la difícil tarea de destruir el vetusto edificio de la corrupción, sino además que necesita de la compañía imprescindible de Arquitectos Sociales, Artesanos Sociales, Comunicadores Sociales, Carpinteros Sociales, Estudiantes Sociales, y Trabajadores Sociales”, para hacer una efectiva administración. Yo le aumentaría a los Deportistas Sociales, a los Profesores Sociales, a los Sacerdotes y Pastores Sociales, a la Policía y al Ejército Sociales, incluso a los Brujos Sociales de Crazy Port, que esos sí saben hacer milagros divinos y terrenales, y finalmente a los Abogados Sociales. Claro que todavía faltan muchos más, pero con esos es suficiente para empezar. Màs ahora que todo el mundo, hasta los mudos, está que se hablan de paz.
Yo me refiero a los Abogados Sociales con vehemencia, que ojalá existieran, es porque este país fue diseñado por abogados, construido por abogados, reconstruido por abogados, sostenido por abogados, administrado por abogados, dirigido por abogados, culturizado por abogados, educado por abogados. Pero también es descuartizado por abogados, descachimbado por abogados, ultrajado por abogados, roído, raìdo y reído por abogados, esquilmado por abogados, desvalijado por abogados y finalmente, semi-resucitado por abogados. Hasta a los familiares míos que son abogados, les ruego me perdonen mi irreverente sinceridad. Pues en ningún momento estoy afirmando que los abogados no sirven para administrar. No, de ninguna manera. Lo que pasa es que en Colombia es alcalde o gobernador, sobre todo alcalde, todo aquel que tenga billetes para ganar la “competencia” en la carrera por una alcaldía. Eso es exactamente lo que tiene acabado al país. Porque no todas las veces esos que tienen el dinero en cantidades abisales para ganar elecciones, son los más adecuados para ejercer el poder de administrar los bienes del Estado, que a la final, es la plata del pueblo. A eso tenemos que sumarle la nefasta y destructiva lacra del amiguismo, en los que finalmente quedan los más delicados cargos y los más jugosos contratos de obras para el desarrollo.
Porque que es en Colombia el Ministro de Salud es un abogado y el de Minas y Energía, otro abogado de la misma ralea. Y así todos los Ministerios. Ralea quiere decir combo. Combo quiere decir grupo y grupo quiere decir socio. Pero lo más verraco de todo es cuando, ni siquiera el Ministro de Minas, hipotéticamente, que en horabuena debiera ser un ingeniero, es un buen abogado. No. Es un simple leguleyo que tiene pinta y labia de caudillo y el caudillismo es lo que tiene realmente rejodido, no sólo este país sino a toda América Latina. Porque, qué es un caudillo. Un caudillo es un carajillo que habla burradas, leguleyadas y chafarotadas políticas de una manera “bonita”, y eso es exactamente lo que le gusta a la gente del común. Como el gigoló que engatusa a las mujeres con frases de cliché, pero sin ningún ápice de honradez y contenido. Un candidato a una alcaldía de una ciudad respetable, y lo mismo un candidato a gobernador, debe ser una persona igualmente respetable profesional e intelectualmente. Que en su vida haya leído por lo menos medio libro.

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