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jueves, 28 de marzo de 2013

Una fuerza política aniquilada por las armas

Reparar a la Unión Patriótica
Tomado de: Anarkismo.net
Tomado de Kienyke
Por Antonio Sanguino | 
Tenemos suficientes razones para sentir vergüenza ante el mundo. Una de ellas es el genocidio de la Unión Patriótica. Una sociedad que permita la eliminación a sangre y fuego de un movimiento político tiene pocos motivos para enorgullecerse. Paradójico que la UP concebida como un instrumento de paz terminara en un baño de sangre. Fundada en 1985 en el marco del fallido proceso de paz entre el Gobierno Betancourt y las FARC, buscaba ofrecer un mecanismo de participación política legal para cuando esta organización guerrillera firmara la paz.
Pocos casos similares se pueden enumerar. Seguramente las sangrientas dictaduras militares de Centroamérica y el Cono Sur. Pero en democracia es difícil encontrar una fuerza política a la que hayan asesinado dos candidatos presidenciales, ocho congresistas, trece diputados, setenta concejales, once alcaldes y tres mil quinientos militantes y activistas. Un verdadero genocidio puesto en conocimiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cometido por una alianza criminal de agentes del Estado, grupos paramilitares, bandas de narcotraficantes, empresarios agrícolas y políticos tradicionales. Un torbellino de razones se trenzó en esta matazón. Pero el investigador Mauricio Romero en su trabajo “Autodefensas y Paramilitares” defiende la hipótesis de que fue una ofensiva contra las reformas derivadas de la paz de los ochentas.
Nos dirán que, sin embargo, tenemos la democracia más antigua del continente. Que elegimos sin interrupción y por voto popular durante todo el Siglo XX y lo corrido del XXI -salvo la breve y consentida dictadura de Rojas Pinilla- Presidente y Congreso de la República, Concejos municipales y Asambleas Departamentales. Y más recientemente Alcaldes y Gobernadores.
Nos recordarán que tenemos partidos históricos que como el Liberal y el Conservador son de los más antiguos de América. Y que la mujer colombiana adquirió ciudadanía política desde 1957, mucho antes que muchas democracias consolidadas del mundo. Por todo ello, la estabilidad institucional se esgrime como un valor de nuestro sistema político.
Pero estos argumentos no alcanzan para explicar la atávica violencia que caracteriza el régimen político colombiano. Es un rasgo permanente acudir a la violencia para dirimir nuestros conflictos públicos. Como también ha sido una costumbre usar la violencia para perseguir al opositor político. Desde la “Patria Boba” hasta nuestros días, para solo hablar del período republicano.
Por ello, erradicar el uso de la violencia con fines políticos es quizás el principal desafío de la democracia colombiana. Es una tarea inmensa. La paz con las guerrillas contribuye a ello. Pero se requiere una verdadera revolución cultural en la manera como asumimos y tramitamos los conflictos políticos. Y actos reparativos que envíen el mensaje de la no repetición. Restituir la personería jurídica de la UP y otorgar favorabilidades adicionales para esta fuerza política puede ser uno de ellos. Y un acto verdadero de reconciliación que cumple además los artículos 151 y 152 de la Ley de Víctimas sobre reparación colectiva de Organizaciones Políticas. Los victimarios sabrán con ello que fracasaron en su intento de asesinar a la UP. Y el mundo, que estamos dispuestos a encarar nuestras vergüenzas.

domingo, 8 de abril de 2012

Análisis sobre el terminal aéreo de Santa Marta

MAGDALENA: AEROPUERTO ¿A QUÉ LE TIENE MIEDO?
Por: Alejandro Arias
Panoramica del Aeropuerto
Carencia de espacios para expandir es la principal

camisa de fuerza del aeropuerto donde está 
El papel de los aeropuertos en el desarrollo económico regional ha cobrado fuerzas en las últimas décadas. En efecto, los aeropuertos se consideran infraestructuras esenciales para facilitar la atracción de actividades intensivas en áreas urbanas densamente pobladas (industrias de alta tecnología, sedes empresariales, servicios de elevado valor añadido) y también se consideran como elementos imprescindibles para promover el turismo y la actividad económica en general en regiones alejadas de los sistemas urbanos más consolidados y que en muchos casos se caracterizan por niveles de renta relativamente bajos.
La influencia que sobre las estructuras socioeconómicas de una región ejerce la construcción de un aeropuerto es múltiple y difícil de delimitar. Como características esenciales hay que mencionar las siguientes: modificación del uso del suelo y en la estructura de precios, cambios en las relaciones de propiedad, aumento de la calidad de la vivienda en el entorno, modificación de la estructura de asentamiento como las cadenas de hoteles, restaurantes, oficinas de viajes, empresas, etc., aumento de la presión para el establecimiento de empresas comerciales y de transportes; modificación de la oferta de empleo a nivel local en lo que a cualificación profesional y salarios se refiere y cambios en las conductas sociales (progreso social), entre otros.
No obstante estas consideraciones, nuestras autoridades están empeñadas a no dejarnos avanzar so pretexto de tener la expectativa de un par de mejoras en el aeropuerto Simón Bolívar como son la ampliación de la plataforma de 19.648 m2 a 23.868 m2, pasar de una pista de 1.700 m de largo a una de 2.200 m y de un ancho de pista de 30 m a 45 m. Arreglos que, a precios de 2006, costarían US$ 26 millones. (Ver PLAN MAESTRTO SIMON BOLIVAR: http://sdrv.ms/HnGTa8)
Obras éstas que no están incluidas dentro de las obligaciones del actual concesionario y el agravante que la experiencia de los últimos 10 años demostraron que  ninguno de los aeropuertos entregados en concesión en otros lugares del país se remodelaron ni se modernizaron. (Ver http://bit.ly/I1D9I0)   
El momento histórico que vivimos es apenas propicio. El aeropuerto regional de los cartageneros está literalmente muerto y el limbo del aeropuerto de Barranquilla proponen una oportunidad de oro para que desde el Magdalena saltemos con un aeropuerto regional que imponga la dinámica económica con los beneficios que este tipo de proyectos ofrecen.
Pero parece ser que pensar en grande nos da culillo. El nuevo aeropuerto está más cerca de lo que creemos. Es un proyecto autofinanciado por vía inmobiliaria que tendría un capital base calculado de $ 350 mil millones de pesos contra los $ 150 mil millones que costaría construir, en 6 años, la primera fase. Fase que nos dejaría con un aeropuerto con 280 hectáreas de área de ocupación; una Terminal de 11.021m2; pista de aterrizaje de 3.200 m; plataforma con capacidad de 8 posiciones en pasarela y espacio para posiciones remotas; terminal de pasajeros nacional e internacional con una superficie para vuelos nacionales de 6.373 m2 para atender 509.846 pasajeros/año; superficie para vuelos internacionales  de 3.824 m2 para atender 254.923 pasajeros/año; superficie para carga nacional de  550 m2; superficie para carga internacional de 275 m2; área de mantenimiento de aeronaves en 2 posiciones en rampa; plataforma de operación de vuelos privados; servicios complementarios como zona de parqueadero y bahía de taxis.
Y ni qué hablar de la segunda fase con la que casi se duplican los espacios, permitiéndonos desde ya prever la posibilidad de expansión del aeropuerto en la medida de su demanda y crecimiento. (Ver PROPUESTA NUEVO AEROPUERTO PARA SANTA MARTA: http://sdrv.ms/HpKIZ4)  
Bien dijo en su oportunidad el ex Alcalde Elías George González al precisar que con la actual concesión el aeropuerto Simón Bolívar a lo mucho llegará a ser un centro comercial con pista de aterrizaje. Y por más que alarguen la pista, hasta 30 kilómetros si queremos, es claro que la plataforma nunca permitirá atender más de 3 aviones al tiempo. Con este aeropuerto jamás llegaremos a tener, entre otras, zona de carga ni de expansión que nos ofrezca la posibilidad de ser competitivos frente a los retos que nos propone el TLC.
Insisto, el Magdalena en el asunto del aeropuerto ¿a qué le tiene miedo?.

domingo, 16 de octubre de 2011

ESGUINCE A LA DEMOCRACIA


GERARDO DELGADO SILVA


El Dios de los Israelitas  probó una vez a Salomón con la pregunta más ´penetrante que Dios puede hacerle a un mortal. “Y apareció el Señor a Salomón en sueños de noche y díjole: Pídeme lo que quieres que te dé. Y dijo Salomón: Da a tu Siervo un Corazón prudente para juzgar a tu pueblo y poder discernir entre lo bueno y lo malo;… Agradó pues al Señor que Salomón le hiciera esta petición; y Dios le dijo:  por haberme pedido… entendimiento para hacer justicia, yo te concedo lo que me has pedido, y te doy un corazón  sabio e inteligente, tal como antes de ti no ha habido otro ni lo habrá en adelante después de ti…”

Esto nos lo cuenta una fábula siriaca, y nos lo relata una parábola de la Biblia.
Platón en su obra más importante, “La República” plantea un Estado ideal, en el cual prevalezca la justicia. Platón refuta en primer lugar, la tesis de los sofistas de que el derecho nace de la fuerza y opina que el hombre injusto no podrá ser feliz jamás.

Lo que constituye el hecho nuevo, fundamental y sensacional de la época  contemporánea, no es la democracia que asoma constantemente a lo largo de la historia, es el  constitucionalismo. Sin su garantía, jamás  podrá asegurarse la existencia de la dignidad y de la libertad humanas, como así mismo las posibilidades de una justicia progresiva.
 Y bien. Se advierte el peligro  del sistema democrático, ante ciertas afirmaciones que cambian el espíritu de la  Constitución,  expresadas por  el Ministro de Defensa y el comandante de las Fuerzas Militares, con cierto talante de militarismo.  Apoyados en la sensación  de inseguridad, de temor,  en la opinión pública,  diabólicamente tejida por el  uribismo para que se prefiera insensatamente  el reforzamiento de una justicia penal militar y el retorno del “fuero” con nostalgia totalitaria.  Una verdadera utopía en este gobierno de Santos, abanderado del Estado de Derecho. 

Claro que hablan de su irrevocable vocación democrática, pero hablan a la luz de su propia Constitución, la de uso privativo de las Fuerzas Armadas. La legalidad constitucional es el mecanismo eficaz para asegurar el respeto de los derechos humanos y el predominio del Estado de Derecho. Es decir del poder público que descansa sobre la soberanía nacional.
Las Fuerzas Armadas respetables son de la Nación, y deben estar a su servicio, apartadas de la deliberación pública y menos atribuyéndose  la misión  de guía omnisciente de la administración  de Justicia, entregándose deliberadamente a  excursionar por fuera del orden constitucional.

El actual Ministro de Defensa, en tan corto  tiempo incurre a menudo en manifestaciones  de simple descarrilamiento constitucional. Es preocupante  para la democracia, su pronunciamiento acerca del “fuero penal militar”, que pretende impulsar, porque se entrelaza irremediablemente la  impunidad y se volvería al tétrico pasado, cuando se extendió  la competencia de los Tribunales  militares al juzgamiento de civiles,  una refulgente cola del Estado de Sitio y del Estatuto de Seguridad. Significa anclar el pensamiento turbulento del señor Uribe, que pasa por alto los derechos fundamentales, por el camino de espacios sin Derecho como los recorridos por los parapolíticos.  Articulo completo aquí

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