Por Sergio Isnardo Muñoz
El proceso de cambio que vive
Colombia—alrededor de la difícil construcción de la paz y otros fenómenos
—impone ajustes en la forma de abordar los problemas del país. Y uno de los más
importantes tiene que ver con la construcción de unidad social para el cumplimiento
de las metas de desarrollo.
Está comprobado que la falta
de acuerdo entre los ciudadanos imposibilita la conquista de las metas que toda
comunidad debe satisfacer para su bienestar. Verdad de Perogrullo: si vamos a
impulsar un carro, pero éste es empujado en direcciones contrarias, el vehículo
no se moverá. Pero si todos los hacemos en una misma dirección, el resultado
será diferente.
En nuestro país, debido a que
algunos le apuestan al individualismo, es muy difícil poner a las personas de acuerdo
para el logro de cualquier objetivo: este fenómeno se presenta en las familias,
en el barrio, en la política, en las corporaciones públicas y en el gobierno.
El resultado es nefasto. Pero, en el caso de Bucaramanga, a partir del primero
de enero de 2016, tendremos que esforzarnos por construir la unidad social que
nos permita, a partir de un acuerdo de necesidades, voluntades y objetivos
posibles, empujar el carro en el mismo sentido para derrotar los males que
afectan a nuestra urbe. Si queremos una administración sana, que cumpla su
misión con eficiencia, debemos ponernos de acuerdo en la forma como
trabajaremos en los siguientes cuatro años y más allá.
Para que podamos resolver la
inquietante crisis de la capital santandereana—que tiene que ver con el empleo
digno, la seguridad, la movilidad, la falta de planeación, la eficiencia
administrativa, el crecimiento urbano y tantos otros temas—tenemos que
construir unidad social como requisito principal, más allá de la simple
componenda política. Y para lograr este propósito, nada mejor que acudir a una
fórmula cuya eficacia ha sido probada alrededor del mundo: con el liderazgo del
gobierno municipal (que deberá ser bien intencionado y sólido), unir al sector
privado y la academia para diseñar un plan de acción que responda a las
demandas objetivas de nuestra ciudad. Debemos construir el llamado “triángulo
de la competitividad”, que será fundamental para que, con el respaldo del
conjunto de la sociedad, rompamos las talanqueras para hacer posible el desarrollo.
Bucaramanga necesita ser imaginada más allá de los políticos, si seguimos confrontando de la manera que siempre lo hemos hecho; si seguimos tirando en direcciones contrarias; si no nos ponemos de acuerdo respecto de lo que queremos conseguir y la forma de conseguirlo; si no logramos unidad en torno a propósitos que interpreten las expectativas de todos; si no deponemos el egoísmo… el carro no se moverá, por mucho que empujemos con fuerza avasalladora. Para que la paz que se impulsa sea posible y se convierta en una gran oportunidad, tenemos que superar al principal de los enemigos: los egos de los políticos que han dificultado nuestro trabajo a favor del desarrollo y trabajar unidos para conseguirlo.
Bucaramanga necesita ser imaginada más allá de los políticos, si seguimos confrontando de la manera que siempre lo hemos hecho; si seguimos tirando en direcciones contrarias; si no nos ponemos de acuerdo respecto de lo que queremos conseguir y la forma de conseguirlo; si no logramos unidad en torno a propósitos que interpreten las expectativas de todos; si no deponemos el egoísmo… el carro no se moverá, por mucho que empujemos con fuerza avasalladora. Para que la paz que se impulsa sea posible y se convierta en una gran oportunidad, tenemos que superar al principal de los enemigos: los egos de los políticos que han dificultado nuestro trabajo a favor del desarrollo y trabajar unidos para conseguirlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario