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martes, 22 de mayo de 2012

Sigue repudio al atentado en Bogotá

                             ¡SE ESCALO EL CONFLICTO!
Horacio Serpa   Columna semanal
Repudiable en extremo el criminal ataque al doctor Luis Fernando Londoño Hoyos, quien afortunadamente se recupera de sus  lesiones. Atentado infame que causó muertos, numerosos heridos, cuantiosas pérdidas materiales y temores. El País se pronunció para rechazar el hecho, rodeó de solidaridad al exMinistro junto a las víctimas y sus allegados y espera un pronunciamiento definitivo de las autoridades para saber a ciencia cierta la identidad de los responsables.
Duele también el sacrificio de los 12 soldados en la Guajira. Un nuevo acontecer sangriento que a todos nos enlutece y por el cual los colombianos se expresan perplejos en manifestaciones de condolencia y acompañamiento a los deudos, al Ejército Nacional y al gobierno del Presidente Santos.
¿Qué está pasando? ¿Por qué otra vez terrorismo, asaltos, muertos? Es la diaria inquietud de los colombianos, aupada por las declaraciones de los que ven en lo ocurrido la oportunidad de alcanzar ventajas políticas criticando al gobierno, pidiendo más acción y mejores resultados en la lucha contra los violentos, soliviantando a la población con el argumento de que estamos quedando en manos de la delincuencia y enviando mensajes subliminales a la fuerza pública para que se resienta.
La respuesta es: se escaló el conflicto.
Cómo se lee y se oye. Es que hay conflicto, tenemos guerra interna, hace medio siglo existe un levantamiento armado y no es cierto que esté por acabarse porque los guerrilleros fueron eliminados o dominados. Eso es mentira. También fue mentiroso que  hubiéramos llegado “al fin del fin”. Ni nos acercamos siquiera. Aceptado que  se avanzó en la lucha contra la subversión, que la guerrilla tuvo que reducirse a sus zonas de retaguardia y que fueron destruidas muchas de sus estructuras de mando y frentes de combate. Pero la subversión sigue ahí, combatiendo, con capacidad de daño, atacando, matando, destruyendo. Nunca ha dejado de hacerlo.
Ahora aumentó la actividad insurreccional. ¿Para qué? Para demostrar que no ha sido destruida después de que cayó su comandante general; reaccionando a las acciones militares de las Fuerzas Armadas; mostrando fuerza frente a posibilidades de negociación política. Por estas u otras razones las Farc están más activas, elevando el fragor del conflicto.
Así pasa en las guerras. No hay que extrañarse ni lamentarse. Confrontar, combatir, aprovechar que dan la cara para alcanzar más éxitos convirtiendo la situación en una oportunidad para consolidar los propósitos de reducción y desmantelamiento. No hay que pedir cuartel, ni darlo. Avanzar.
Resulta injusto decir que se ha bajado la guardia, que existe desmotivación en la tropa, que se vacila desde la presidencia, que se ceden espacios al enemigo.
El Presidente Santos fue el Ministro de Defensa del gobierno anterior. La Fuerza Militar y la Policía son las mismas, casi con los mismos comandantes.
No estamos perdiendo la guerra. Lo único que se ha perdido es coherencia en la crítica, temperancia en la argumentación y solidaridad con las Instituciones, por parte de algunos de los que más están obligados a tenerlas.
Bogotà D.C., 22 de Mayo, 2012

viernes, 13 de mayo de 2011

TRAFUGARIO

-----------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

IMBECILIDADES DEL HOMBRE

Estoy seguro que un cuento de sala de los más conocidos en Colombia es ése del estudiante adulto de validación del bachillerato nocturno que se encontró con un español e ipsofacto lo encendió a coñazos como cualquier Mike Tyson pandillero. Por qué le pega, le pregunta su compañero de clase también adulto. Porque es español y los españoles invadieron a América y asesinaron a nuestros aborígenes y además saquearon todas nuestras riquezas. Pero eso hace ya más de quinientos años, le aclara el amigo. Qué importa, argumenta el agresor, a nosotros nos lo contó la profesora de historia en la clase de antenoche. Y eso es exactamente lo que están haciendo “los interesados” cuando se revive el cuento del conflicto de Colombia, Venezuela y Ecuador. Precisamente ahora cuando las cosas entre las tres naciones marchan a las maravillas y las tres economías se fortalecen mutuamente. Ahora que la hermandad y la cooperación de los tres mandatarios salta a la cara, y los lazos no solamente económicos sino sociales y culturales están en proceso de fortalecimiento. Para qué evocar un pasado que involucra a las tres naciones prácticamente en las mismas condiciones. Entonces aquí surgen varias preguntas del millón. Para la muestra varios botones. ¿A quién o quiénes y por qué les conviene revivir el conflicto? ¿ Acaso al expresidente Uribe que no ha entendido ni ha querido aceptar que el periodo de su dinastía ya termino y él ya, en cuanto al gobierno se refiere, es un cheque cobrado? A él en parte, deduce uno, porque al igual que Tutankamon o cualquiera de los demás faraones, sueña con el poder eterno y por eso hicieron esas pirámides eternas para que les sirviera de tumba o de mausoleo. Aquí las tres pirámides, en parte, es la resucitación del conflicto que en últimas lo que busca es, casi que estoy demasiado seguro es, repito, joderle la imagen al buen gobierno, por no decir excelente, que hasta el momento ha logrado el presidente Juan Manuel Santos, sobre todo en el campo de las relaciones internacionales.

 Porque si hay que anotarle un hit al presidente Santos es haber saneado, de entrada, las relaciones destartaladas y ya casi que difuntas con la hermana república de Venezuela, una economía con la que se tranzan algo así como ocho mil millones dólares anuales. Una nación con la que hemos estado unidos como gemelos univitelinos desde muchos siglos antes de que llegaran los españoles porque las divisiones las generaron precisamente los intereses de los señores conquistadores y de los países invasores que estos representaban. Posteriormente se replantearon y se sanearon las relaciones con la hermana república del Ecuador que inmediatamente revivió la economía, primordialmente, del occidente y del suroccidente del país.

Afortunadamente los mandatarios y sus órganos de gobierno se pellizcaron y dijeron, pistola para los gringos. Porque es que a ellos tampoco es que les convenga mucho la unidad latinoamericana si se tiene en cuenta que en este momento economías enormes como la de Brasil tiene lazos estrechos con la China de los chinos. Y que para allá van Venezuela y Argentina y otros países y los gringos saben muy bien que son más de cuatrocientos millones de almas con una gran capacidad de consumo.

Entre otras cosas, ellos practican perfectamente con precisión satelital el famoso, “divide y reinarás” porque, como los cocodrilos, tienen las mandíbulas grandes de tanto mascar chicle. Como para nadie es un secreto que las relaciones de poder compartido con las que soñó el expresidente Uribe con el presidente Santos se le “visquiaron”, entonces, es muy posible y esto es producto de mi acalorada imaginación, que el hombre con la piedra afuera busque metodologías luciferinas para “retaliar” y una efectiva podría ser esa: resucitar un Lázaro que ya huele a ratón muerto. Afortunadamente los tres mandatarios, de una manera inteligente y lógica, le dieron vuelta a esas páginas negras de la historia de los tres países que un día casi se enfrascan en una guerra tripartita que hubiera sido otra vergüenza más para la humanidad. Una vergüenza repugnante, por demás.

miércoles, 11 de agosto de 2010

El nuevo amanecer democrático

Colombia, miércoles 11 de agosto de 2010

HORACIO SERPA
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Colombia respira esperanza. La democracia esta robustecida y corren nuevos vientos de reconciliación interna e integración regional. El discurso de posesión del presidente Santos y los acontecimientos que se han desencadenado en sus primeros días de mandato, lo muestran como un líder capaz de cumplir sus propósitos de prosperidad democrática, fin de la polarización, consolidación de los partidos, solución del conflicto armado, seguridad urbana, desarrollo con equidad y respeto a las Cortes.
La primera tarea que se ha propuesto el Presidente Santos es el diálogo directo con su similar venezolano, Hugo Chávez, para superar la larga cadena de desencuentros de las dos naciones, que han afectado las relaciones hasta llegar a su rompimiento. La presencia del Canciller Nicolás Maduro en la posesión de Santos fue el anuncio de un cambio positivo en el rumbo de nuestra diplomacia.

Lo que parecía imposible hasta hace unos días, se convirtió de la noche a la mañana en realidad: un encuentro Santos-Chávez en Santa Marta. Los dos mandatarios tendrán sobre sus hombros la responsabilidad de doblar la página de los últimos ocho años, marcada por ataques personales y amenazas, y volver a empezar. Tendrán que construir una relación basada en la confianza, el respeto mutuo y el compromiso de la solución pacífica de las diferencias. El restablecimiento de las relaciones bilaterales, rotas de manera abrupta hace apenas unos días, será el primer paso hacia una nueva era de integración regional.

Colombia y Venezuela tienen enemigos comunes, que deben afrontar de manera conjunta: guerrilla, narcotráfico, pobreza, inseguridad. Y una frontera común viva y dinámica que reclama acuerdos para el libre tránsito de bienes, personas y capitales. Acuerdos que garanticen la seguridad en la frontera, pero también la certeza de que nunca se volverá a tiempos pasados de cierre de mercados y amenazas de guerra.

En las relaciones con Venezuela y con Ecuador, especialmente, el Presidente Santos nos ofrece nuevas posibilidades. Los hechos demuestran que es mejor el diálogo directo que las vociferaciones mediáticas. El país reclamaba ese cambio de rumbo. Y celebra que, bajo la directriz del Presidente y la ejecutoria de la Canciller Holguín, la frontera deje de ser un territorio caliente y se convierta en un lugar pacífico en donde hierva la hermandad bolivariana. Un proceso que apenas comienza y necesita mucha colaboración de parte y parte.

Colombia tiene hoy una nueva agenda internacional, propia de un presidente formado en la academia y con una amplia experiencia diplomática. Seguramente, en pocos días veremos encuentros similares que rompan paradigmas y construyan nuevas percepciones globales sobre nuestro país y nuestros intereses.

Es bueno recordar el mensaje del nuevo mandatario: la palabra guerra no está en su diccionario, ni la puerta de la paz está cerrada con llave. Lo que significa más trabajo en busca de la reconciliación y menos desgaste en la confrontación innecesaria y estéril. Un mensaje de esperanza en un país hastiado de la guerra. Ese es el nuevo amanecer que nos merecemos.

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