Por Bernardo Socha Acosta Si el derecho de vivir en sana convivencia, entre los seres humanos, se convierte también en un deber, nadie entiende por qué algunos llamados dirigentes políticos que viven del estado, se empeñan en seguir haciendo la guerra en Colombia.
Ahora que, de nuevo, hay deseos de un gobierno de buscar de diferentes maneras que algún día este país viva en paz, sin esa zozobra que amedranta a la sociedad por tantos hechos de violencia, algunos que se ufanan de trabajar por Colombia desde las corporaciones públicas como el Congreso de la república, no hallan cómo atravesársele al proyecto que pretende buscar fórmulas que acerquen a esos grupos al margen de la ley, para que trabajemos todos por el bien común. Y es que quienes se han extraviado o escariado y cometen hechos ilícitos en contra de la sociedad, algunos lo han hecho precisamente por la irresponsabilidad diabólica de esos pseudo dirigentes que siempre han propiciado la violencia de diferentes formas, como si eso les generara reítos.
Está bien que esas personas desde los escenarios donde se hacen las leyes, se opongan a cosas que verdaderamente lesionen los intereses de los más débiles, pero, oponerse a la paz de los colombianos, eso no lo hacen sino los cortos de espíritu que no ven más allá de la punta de su nariz. Oponerse a que haya paz en una sociedad es tener espíritu MEZQUINO y no pensar ni mirar con futuro en favor de las próximas generaciones.
O, es que esos dirigentes, erróneamente, creen atraer adeptos con salir a los medios de comunicación y utilizar las Redes sociales para enfrentar a la sociedad con el estado, ¿eso es algo patriótico? Ahí sí, qué ignorancia tan baja. Demuestran que necesitan un tratamiento de exorcismo para que les saquen esos espíritus diabólicos para que no causen más daño social.
Esos referidos dirigentes, es que no se dan cuenta que, propiciar estas maniobras, desde cualquier medio, es generar violencia y traficar con los mismos bienes nacionales. Porque si son congresistas los que hacen esto, ellos están haciendo mal uso de los emolumentos que reciben del estado mensualmente (más de 34 millones de pesos) que son del erario de los colombianos, para que con ellos se le ponga zancadilla al sistema y se fracase en los intentos por el bien de la sociedad.
Y hablando de quienes le ponen palos a la rueda desde los escenarios del estado, también hay que decir que algunos importantes intelectuales que habitualmente expresan públicamente sus brillantes pensamientos en columnas editoriales o similares, hacen lo mismo (ya desde el sector privado) al pretender que con sus comentarios se le haga mal ambiente al proceso de paz. Será que se oponen a las cosas buenas para que los admiren, o será que son miopes a la grave realidad que atraviesa Colombia. O mejor, como muchos de estos intelectuales opositores son pensionados, les parece que todo mundo disfruta de esos emolumentos para sobrevivir y no se acuerdan que muchas familias solo pueden disfrutar de una comida diaria. Hay hambre…
Es hora de que esas personas que expresas su contrasentido, mejor no hagan nada. No perjudiquen al país ya que no tienen un minuto para pensar en el bien general. Que hermoso gesto sería que estas personas se sumaran a una causa común: la convivencia nacional.
Si grandes personajes de la vida internacional se han sumado a esa propuesta de paz para Colombia, por qué demostrar más el hambre por la guerra y no demostrar mejor amor por la convivencia. O, ¿será acaso repito, que esas personas necesitan de un tratamiento de exorcismo?
Si los procesos de paz se han llevado a cabo en muchos países del mundo y algunos con excelentes resultados, ¿por qué en Colombia hay tanta resistencia por parte de algunos llamados dirigentes? Y esto es lo que deben pensar muchos ciudadanos con capacidad de decisión para futuras confrontaciones políticas de elección popular…y, aprobar o desaprobar a esos opositores que no le aportan nada bueno a Colombia, diferente al mal que le causan cuando de hacer leyes sociales se trata.