miércoles, 7 de enero de 2009

Llegó la hora de reflexionar

Fuente: elnuevosiglo.com


HORACIO SERPA
________________________

Creo firmemente en la inconveniencia de la reelección presidencial. No lo digo por el doctor Uribe Vélez. De tiempo atrás tengo ese convencimiento intelectual y político. En 1982 lo expresé siendo Representante a la Cámara, pero nadie me escuchó en el Liberalismo, porque no tenía ni influencia, ni audiencia. Lo expuse con vehemencia en la Constituyente acompañando a otros colegas y quedó prohibida por norma constitucional. Propuse que el período se ampliara a cinco años.

Modificar la Constitución es posible y en ocasiones conveniente. Pero no es procedente hacerlo para definir situaciones con nombre propio, y menos aun para que las reformas tengan el efecto inmediato de favorecer posiciones de quienes las diseñan, proponen o impulsan. Tampoco es una posición contra el señor Presidente de la República. Más que una actitud partidista es una definición del constitucionalismo universal.

Entiendo que opinar al respecto personifica los argumentos, dado que el debate público tiene que ver con la persona del doctor Álvaro Uribe, de cuya reelección se habla todos los días desde hace por lo menos seis meses.

Para un funcionario público no es fácil comentar el tema, porque pudiera pensarse que está participando en cuestiones de política partidista, lo que no le está permitido. Mas difícil para mí, ejerciendo como estoy un cargo que tiene que ver en sus realizaciones con las buenas relaciones que existan con el ejecutivo nacional.
¿Por qué, pues, intervenir al respecto? Porque es un asunto de trascendencia nacional que puede y debe ser analizado públicamente desde la simple condición de ciudadano. Y porque el propio señor Presidente opinó públicamente cuando a la media noche del día en que se terminaban las sesiones del Congreso lo citó a sesiones extraordinarias para que se pronunciara sobre el cuestionado referendo reeleccionista. Mas claro no canta un gallo.

El debate es útil y debe adelantarse con tranquilidad y buen gusto. Conociendo al señor Presidente, estoy seguro que ve con satisfacción su realización. Ello entraña examinar la legitimidad del referendo y propuestas como la de incluir un mico en el proyecto sobre reelección de Gobernadores y Alcaldes. No veo al Presidente Uribe aceptando esa tramoya.

Desde luego no estoy de acuerdo con la reelección de Gobernadores y Alcaldes.

No tenemos una cultura cívica que permita confrontar democráticamente el poder gubernamental, ni se podrán inventar de la noche a la mañana garantías suficientes de igualdad. Siendo consecuente con mi experiencia personal dije que "es pelea de toche con guayaba madura". ¿Para qué proponer otras candidaturas? Es un convencimiento personal, alejado de cualquier interferencia a las decisiones de mi Partido, que siempre respetaré.

Vehemente y poco tolerante el revire de destacados copartidarios. No es la primera vez que lo digo. También he dicho que en estas materias quienes se muestran más bizarros y corajudos son generalmente los primeros que se meten debajo de la cama a la hora de luchar. ¡Casos se han visto! <>>

martes, 6 de enero de 2009

Del Polo al Liberalismo



Comunicación enviada por el Senador Gustavo Petro al ex presidente Cesar Gaviria Trujillo.


Dice:

Bogotá, D.C., Diciembre 24 de 2008

Doctor
Cesar Gaviria Trujillo
Director Partido Liberal Colombiano
Ciudad

Respetado Dr. Gaviria:

Aunque no pude conversar con usted personalmente como hubiera querido, he decidido responder, con esta carta también pública, su propuesta realizada en entrevista al diario El Tiempo, no sin antes desearle a usted y a los suyos el mejor de los años.

Usted como jefe del liberalismo cree firmemente en la posibilidad de una convergencia hacia las presidenciales del año 2010 con el Polo, las fuerzas independientes y un sector del uribismo. Aunque sin respuesta oficial de mi partido, que solo lo hará dependiendo de los resultados del Congreso del Polo a finales de febrero, tengo que adelantarme a decir que estoy en total acuerdo con esa propuesta.

En primer lugar la convergencia democrática debe tener una sola candidatura presidencial antes de la primera vuelta.

En segundo lugar debe estar constituida por el liberalismo, el Polo, todas las fuerzas independientes del país, sectores del uribismo decepcionados, y por numerosísimas fuerzas sociales en donde son imprescindibles los indígenas, los ahorristas estafados y los trabajadores organizados.

En tercer lugar la selección de la candidatura presidencial se debe establecer a través de mecanismos transparentes y equitativos para todas las fuerzas que participen en ella.

Y en cuarto lugar, a partir de Marzo debemos iniciar su conformación a partir de mesas de trabajo plurales alrededor de un programa común de gobierno.

Yo he sugerido la tesis del Acuerdo sobre lo fundamental para construir dicho programa, que en mi opinión, debe girar sobre las reformas democráticas que implementadas desde un gobierno permitan sacar a Colombia de la guerra, de la violencia y reconstruir a profundidad su democracia.

Para ello es fundamental el uso intensivo de nuestra tierra fértil en manos de campesinos y pequeños y medianos empresarios productores de alimentos. Un nuevo modelo de desarrollo económico centrado en el uso intensivo de la tierra para la producción de alimentos, generador de empleo, capaz de nutrir a nuestra población acabando el hambre en Colombia y capaz de integrar al campesinado colombiano a la democracia política y al bienestar económico. Esta sería la mayor y más eficaz política de seguridad democrática: la que consigue el fin de la violencia y puede sacar a Colombia de la guerra.

Y no menos fundamental es rescatar el Estado del narcotráfico y el crimen y la política social del mercado de cara a pensar en una democracia moderna y que permita disminuir la desigualdad social.

Esta propuesta será el eje central de la estrategia que centenares de delegados llevarán al Congreso del Polo en Febrero.

El Polo tendrá que decidir si permite, a través de la división de las fuerzas de la oposición, el triunfo del proyecto uribista en el año 2010, o si logra, rompiendo sectarismos y prejuicios, construir el nuevo bloque de fuerzas mayoritarias, que sean capaces de construir un país del tamaño de nuestra Constitución de 1991. Un país sin guerra y productivo.

Cordialmente

GUSTAVO PETRO
Senador del Polo Democrático Alternativo -

martes, 30 de diciembre de 2008

2009 Año político por excelencia

Fuente elnuevosiglo.com


Colombia, miércoles 31 de diciembre de 2008

HORACIO SERPA

Hoy termina 2008, año de enormes contrastes. Basta con recordar que fue el año de la "Operación Jaque", que llenó de gloria al Ejército Nacional, y de los falsos positivos que lo enlodaron hasta la coronilla. Al mismo tiempo, el mayor triunfo del Presidente Uribe en la lucha contra las FARC, y el mas grande traspiés en lo institucional de lo cual el primer Mandatario es la cabeza visible.

Mañana comienza 2009, del que no se puede predecir nada con seguridad. Ojala que sea bueno en todos los aspectos, pero puede ser muy malo. Esto último es lo que han venido predicando muchos entendidos en economía, en seguridad y en política.

A estas alturas no hay muchos elementos de juicio como para asegurar de que manera nos va a golpear la crisis mundial. Los mas optimistas hablan de un crecimiento del producto no mas allá del 3%, pero hay entendidos en la materia que hablan de cero crecimiento. Se sabe que el petróleo seguirá bajando, lo que nos golpeará fuerte en lo nacional, y por las regalías en lo regional y local. Y los Estados Unidos por la recesión no nos comprará tanto como hasta ahora, lo que sucederá con Venezuela y Ecuador, por efecto de la caída del precio del petróleo.

El orden público se mantendrá bajo control, a pesar de que la guerrilla seguirá haciendo daño y la delincuencia común continuará creciendo, lo mismo que las bandas emergentes. El tema de la impunidad generará críticas e inconformidad ampliamente justificadas, y habrá mucha algarabía si se empieza a destapar el punible ayuntamiento que existió entre el paramilitarismo y sectores del empresariado nacional, especialmente el vinculado al campo. Si eso se da, los medios de comunicación y la Fiscalía van a estar muy ocupados.

Pero el agite será gigante en la cuestión política. Antes de 90 días comenzará en firme la campaña para integrar el nuevo Congreso Nacional, y de contera arrancará la carrera por la Presidencia de la República.

El tema principal será el de la reelección, porque algunos seguirán insistiendo en la viabilidad del referendo para que esta se pueda tramitar en 2010, a pesar de tantos inconvenientes que le surgieron. Recordemos el editorial de El Tiempo sobre "el oso del año", y la trasnochadora citación a sesiones extraordinarias, que muchos no alcanzan a explicarse.

La verdad sobre su viabilidad se encuentra en los argumentos del doctor Cesar Gaviria, quien dice una verdad irrefutable: la Comisión Primera de la Cámara negó en primer debate la consulta sobre la reelección para el 2010, y no hay poder legal ni político capaz de revivir esta posibilidad. Queda de por medio el recurso de la "aplanadora", lo que aumentará la ilegitimidad del proyecto.

En todo caso, la controversia será enconada y durante todo el año habrá un tire y encoge político, que no servirá propiamente para fortalecer la economía. ¡Pero la democracia es así y habrá que estar muy atentos!
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sábado, 27 de diciembre de 2008

IMPUESTOS DE TIRANÍA A LOS COMBUSTIBLES


Jorge Enrique Robledo, Bogotá, 26 de diciembre de 2008

Como regalo de fin de año a los colombianos, que se adentran en una crisis económica que podría ser de espanto, Álvaro Uribe, por sí y ante sí, sin consultarle a nadie, tiene decidido utilizar los precios de los combustibles como un pretexto para aumentar los impuestos en 5 billones de pesos al año saltándose al Congreso, la única institución que legalmente puede modificar los tributos en el país. Este abuso además es contrario a una de las concepciones democráticas que en los remotos orígenes del capitalismo les dio vida a las instituciones parlamentarias, cuando se estableció que los impuestos solo podían ser determinados por los representantes políticos de quienes tenían que pagarlos.

Si Álvaro Uribe fuera respetuoso de la legalidad y de una lógica democrática, el precio de la gasolina que consumen los colombianos debería disminuir inmediatamente 2.140 pesos por galón y el ACPM unos 2.000 pesos (cifras para mediados de diciembre de 2008, calculadas con barril de petróleo a 45 dólares en el mercado mundial, gasolina a 7.500 pesos y dólar a 2.350 pesos), según los cálculos del reconocido analista Mauricio Cabrera, quien además explicó que en doce meses esos sobreprecios costarán en total 5 billones de pesos, por un consumo de 1.200 y 1.500 millones de galones de gasolina y ACPM, respectivamente. También muestra el calibre de la exacción que el 25 de diciembre el galón de gasolina costó 3.44 dólares en Colombia y 1.65 dólares en Estados Unidos.

Los sobreprecios mencionados –que son diferentes y deben sumárseles a los altos impuestos de 40 y 30 por ciento que desde hace años gravan la gasolina y el ACPM (IVA, sobretasa y global)– se reparten así: 9 por ciento para el gobierno nacional, 10 por ciento para las entidades territoriales y el resto, cerca de 4 billones de pesos, para Ecopetrol, que suele transferirle una parte enorme de sus utilidades al gobierno. Para empeorar las cosas, de esos 4 billones de pesos, los inversionistas privados de Ecopetrol, que poseen el 10 por ciento de la empresa, recibirán regalados 400 mil millones de pesos, monto que se suma a las exorbitantes utilidades –del orden del 60 por ciento en 12 meses– que obtuvieron al comprar las acciones de la petrolera que les vendió a menos precio el gobierno nacional.

Esta feroz exacción, que Uribe decide como un dictador –simplemente indicándosela a su Ministro de Minas, para que este reemplace con una resolución suya la ley que deberían tramitar si desean subir los impuestos–, tiene origen en que el gobierno subió los precios de la gasolina y el ACPM al ritmo de los incrementos de las cotizaciones internacionales del petróleo, que llegaron a cerca de 150 dólares por barril (muy por encima de los costos de producción de Ecopetrol) y en que, una vez dichas cotizaciones cayeron, hizo caso omiso de su descenso real y dio la orden de fijarlas en la suma que se le antojó, clavándoles a los colombianos 5 billones de pesos, suma que el senador Hugo Serrano, con muchas razones, no califica como impuestos sino como “un robo, un atraco al país” (El Espectador, Dic.15.08).

Para “legalizar” este atropello –de “dudosa ortografía jurídica y de refinada marrullería tributaria”, al decir de Juan Camilo Restrepo (Portafolio, Dic.23.08)–, ya habrá rábulas bien costosos que lo cubrirán con mantos de falsa legalidad. Y en lo político insistirán en la argucia de decir que son impuestos “a los ricos” para financiar el “gasto social” de los pobres –como llaman las platas con las que los caciques políticos le reclutan a Uribe las clientelas que requiere la reelección–, afirmación demagógica con la que además buscan ocultar las descaradas y grandes rebajas tributarias que les han otorgado a monopolios y trasnacionales.

Que los impuestos a los combustibles, en su casi totalidad, los pagan el pueblo raso y las capas medias no ofrece dudas, por la simple razón de que como los magnates son muy pocos, pues es muy poca la gasolina y el ACPM que consumen. En el caso del diesel, utilizado por el transporte público de carga y pasajeros, es obvio que casi todo lo pagan los de abajo. Y algo de gasolina consumen los vehículos del grupito de potentados que vive en el país, pero en proporción infinitamente mayor la usan los vehículos que tienen para trabajar o transportarse aquellos colombianos que cualquier cosa serán menos opulentos ciudadanos. Hasta el más neoliberal de los tributaristas, si es honrado, tendrá que aceptar que los impuestos indirectos a los bienes de consumo masivo, como los combustibles, son de indudable naturaleza regresiva. Volver a Inicio >

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Navidad humanitaria

Fuente: elnuevosiglo.com

HORACIO SERPA

El espíritu de la Navidad llegó a Colombia esta vez con buenas noticias sobre seis colombianos secuestrados por las FARC, que podrían ser liberados en los primeros días del próximo año, luego de largos años de horror y padecimiento en medio de la selva.

La decisión de las FARC corresponde al llamado de un grupo de personalidades liderados por Piedad Córdoba, que han cruzado cartas, en los últimos meses, con la comandancia de esa organización guerrillera. El Gobierno ya autorizó la intermediación de la Cruz Roja en ese proceso, pero desestimó la presencia de personalidades internacionales.

Lo importante, sin duda, no es a quien la guerrilla entrega los plagiados, ni hacer de ese hecho un show mediático, sino que los retenidos regresen de la muerte en vida con plenas garantías, se reencuentren con sus familias, sean curados de sus enfermedades, retomen el rumbo de sus destinos a la mayor brevedad y le devuelvan la esperanza de libertad a quienes permanecen cautivos sin misericordia desde hace 11 años.

El plagio de estos compatriotas ha sido una tragedia nacional que no ha tenido la dimensión correcta. Ni siquiera en países con conflictos más antiguos y enconados, como el de Israel y los palestinos, se han padecido secuestros tan largos ni la intransigencia ha sido tan profunda frente a un intercambio humanitario. Hace apenas unos días, precisamente, Israel liberó de sus cárceles a más de 230 guerrilleros, como un gesto de buena voluntad hacia el presidente de la Autoridad Palestina (ANP), Mahmud Abbas.

El intercambio humanitario no puede congelarse para siempre, ni meterse debajo del tapete. Alguien tiene que ser capaz de abrir esa puerta, para que por ella crucen los colombianos que permanecen amarrados a los árboles, encadenados como animales, enfermos y humillados por la guerrilla. No hacerlo, es prolongar indefinidamente el sufrimiento de quienes padecen ese delito. Esperar la victoria militar o el fin de las FARC es ilusionismo.

Quizá si algo deba pedirse en esta Navidad, por cierto tan fría y empobrecida para millones de compatriotas afectados por las pirámides y la crisis, es rescatar el ánimo reconciliador y el liderazgo pacifista perdido en estos meses de falsos positivos, operaciones jaque y relevo de la cúpula militar.

Un país como el nuestro no puede olvidar a sus secuestrados. Quienes han vuelto de esa larga noche nos han contado lo suficiente de su tragedia como para avergonzarnos como nación por su sufrimiento.

Tenemos que insistir, sin derecho a cansarnos, para que los policías, soldados, políticos, y todos los demás plagiados recuperen la libertad.

Es muy buena noticia saber que Alan Jara, Sigifredo López y cuatro miembros de la Fuerza Pública vienen de regreso a casa. Pero es triste saber que otros cientos seguirán pagando con su vida el cruel destino de Colombia, perdida en los laberintos de la guerra, asfixiada en una tragedia humanitaria, con una democracia amenazada y una economía quebrada. Necesitamos una Navidad humanitaria, para consolarlos y creer en el mañana. Volver a Inicio >

lunes, 22 de diciembre de 2008

¿EN QUÉ MANOS ESTAMOS?


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Por: Gerardo Delgado Silva

No parece tener límites el repertorio de atrocidades a que nos han tenido acostumbrados inicuamente las FARC y los Paramilitares, en contubernio con las mafias. Contamos además con otras abominaciones. Como se infiere, al salir a la luz pública, las prácticas sistemáticas de crímenes de lesa humanidad, cometidos por miembros de la Institución erigida precisamente, para defender y sostener el orden jurídico, la seguridad de la nación; hoy con el ropaje impostor de “seguridad democrática”. Naturalmente, es el argumento central del Presidente Uribe, “comandante supremo de las fuerzas armadas de la República” (artículo 189 Constitución Política), que entona un canto de esperanza a la vida, proclamadamente humanitario, pero revelador siniestro de las contradicciones, con tanto espíritu bélico.

La Comunidad Internacional, contempla estupefacta, que el Presidente Uribe, atrincherado en esa “seguridad democrática” –que en nada ha contribuido a superar el descorazonador deterioro social; ni la catástrofe humanitaria; ni la cobertura escolar; tampoco a que se asuma la reparación de miles y miles de víctimas; así mismo, a vencer la corrupción, que sumerge al país, y, menos a sembrar la más pura expresión de paz- soslaye la moral cristiana, traducida en los principios básicos de nuestra Constitución y Leyes, y simule arrogantemente, para justificar su omnipotencia, en hipócrita disculpa, que separando a veintisiete militares de la fuerza pública, al parecer concertada, puede atenuar la sacralización de prácticas degradantes, bajo la vieja enseña de que “el fin justifica los medios”. Empero, permanece intacta, no se suprime la vulneración vergonzosa, sin tiempo, de las normas del Derecho Internacional Humanitario, y de nuestra Constitución Política. En tanto, el porvenir del país, se ve asombrosamente amenazado con estos otros crímenes de lesa humanidad, contra desposeídos y excluídos como seres humanos, en el más negro y triste espectáculo de agazapado fascismo, ante el mundo.

En efecto, si se libra como debe librarse, una lucha persistente contra el terrorismo, no puede abandonarse la razón, y caer en su ferocidad apocalíptica, cruzando sus vastos dominios, para desatarlo contra jóvenes inocentes, sumidos en una proverbial inequidad. Es decir, para quienes la desgracia, se cirnió sobre la miseria. En este trance, como alcanzados en una trampa, son secuestrados por paramilitares, que los arrojan sin pausa a los poderes tenebrosos de unos militares con la moral en ruinas, quienes enardecidos por las “bajas”, que les generan premios aureolados por el Gobierno, acometen insidiosamente contra sus vidas, convertidas en instantes de horror y espanto, como cabe imaginarnos, en guiñapos teñidos de sangre, y fatalmente arrojados en fosas indecentes, para mayor ofensa y humillación. Constituye uno de los más tétricos testimonios mudos de nuestro tiempo. Curiosa manera esta, de celebrar los sesenta años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Sin embargo, como dice Shakespeare, en Hamlet: “Las malas acciones, aunque toda la tierra las oculte, se descubren al fin a la vista humana”.

Ahora bien. “La directiva ministerial 029 de 2005”, es una explanada absurda de la muerte, que consagra la política estatal de los privilegios o recompensas, erigiendo el delito, en fuente del derecho, y coetaneamente poniendo de relieve el desmedro de la ley y la moral, con sus degradantes consecuencias en la patria.

Empero, ¿Cómo se van a detener las furias del averno, con los falsos positivos militares, si su “comandante supremo”, el Presidente Uribe, envía mensajes bajo los signos de la desintegración jurídica, para “crear un orden nuevo”, como perfecto epígono de Bush, que soñó con el replanteamiento de las leyes internacionales, y la “justicia infinita”?. Justicia que, por definirse de esta naturaleza solo puede emanar de un Ser que sea necesariamente Infinito.
Evidentemente, las palabras del Presidente Uribe en abril de 2006 en Santa Marta, son una persuasión psicológica a delinquir: “Hay que linchar a los corruptos, nada de pañitos tibios, compatriotas: linchemos a los corruptos” (la negrilla fuera de texto).

Y hace poco tiempo, en un Concejo Comunal en Medellín, ordenó a un General con respecto a unos delincuentes: “Acábelos por cuenta mía, no se preocupe, mi General”.

El mundo no puede olvidar, la deleitación morbosa del Ministro Santos, al bendecir con la aquiescencia oficial, la horrenda presentación de la mano de un jefe subversivo, por quien siendo su compañero, lo asesinó para obtener la “recompensa”. Lo cual nos demuestra nítidamente la incapacidad del Gobierno para combatir el delito y someter dentro del derecho fundamental del debido proceso, a los delincuentes. Así pues, la labor de sanidad espiritual que debe cumplir el Estado, no puede alcanzar jamás su finalidad redentora.

¿Este es un país cristiano, que ha renunciado a la dignidad, que le da a cada persona su propio e individual ser? ¿No debía ser un dato del pasado la vileza y la crueldad a la que llegó la mente humana enceguecida por el fanatismo y la locura?

Todos los tratadistas de moral psicológica, enseñan, que el hombre para ser moral, no debe salirse de su condición humana, ni elevarse por encima de ella.

Entonces, en este vórtice dantesco, para banalizar y simplificar los crímenes contra la humanidad, cometidos por militares, el gobierno de Uribe, que de tiempo atrás estaba al tanto de las llamadas “pirámides”, acomete su intervención tardíamente, como signo de distracción colectiva; un anuncio del olvido de las atrocidades, y así extirpar estos malos recuerdos, con acento de persuasión para enajenados, en el sentido de que pueden coexistir los excesos de la fuerza pública, en esta aparente democracia.
Pero ningún colombiano razonable y decoroso, puede ser ajeno a este drama de la patria. Y es que el mandato constitucional, establece para el Estado, el imperativo de asegurar la intangibilidad de la dignidad y de la vida humana, por encima y antes de cualquier otra norma de dicho estatuto. Sin embargo, para el Gobierno de Uribe, el Estado de Derecho, es una fantasmagoría constitucional que quedó atrás como correspondiente a una época babélica.

Y a lo anterior se añade, que la liberación del guerrillero ISAZA, es contraria al tenor de lo estatuído en nuestra Constitución y los convenios especiales, contemplados en el Derecho Internacional Humanitario, que regulan el intercambio de prisioneros. Es como una amnistía, disfrazada, sin aprobación en el Congreso, y que incluye para befa desconcertante, los delitos de lesa humanidad. Y sobre estas ostensibles indignidades, se asienta la posibilidad de la paz, seriamente comprometidos el orden jurídico y los principios morales.

Ante este desalentador panorama de los Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, permítanme citar el pensamiento de Martin Niemöller, atribuido erróneamente al gran dramaturgo y poeta Bertolt Brecht: “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,/ guardé silencio, porque yo no era comunista,/ cuando encarcelaron a los socialdemócratas,/ guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata,/ cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,/ no protesté, porque yo no era sindicalista,/ cuando vinieron a llevarse a los judíos,/ no protesté, porque yo no era judío,/ cuando vinieron a buscarme, era demasiado tarde,/ no había nadie más que pudiera protestar”. Volver a Inicio >

jueves, 18 de diciembre de 2008

QUE EL GOBIERNO CESE SUS ATAQUES CONTRA LOS INDÍGENAS DE COLOMBIA

Grafica, Edwing Legarda, dirigente asesinado

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RECALCA, Bogotá, diciembre 17 de 2008

La comunidad indígena ha sido víctima una vez más de los ataques criminales del Estado colombiano. En la mañana del 16 de diciembre el Ejército disparó contra el vehículo de la Consejera Mayor del CRIC, Aida Quilcué, donde se movilizaba su compañero Edwin Legarda, quien murió a causa de las heridas letales en el Hospital de San José de Popayán.

El atentado ocurrió en el municipio de Totoró, custodiado permanentemente por la Fuerza Pública, quien de forma mentirosa lo justificó aduciendo que el vehículo había rehusado detenerse ante un reten militar.

Desde RECALCA manifestamos nuestra profunda indignación por este hecho y expresamos toda nuestra solidaridad y apoyo a la compañera Aida Quilcué, a la familia y amigos de Edwin Legarda, a la comunidad del Cabildo Indígena del Norte del Cauca y a la Minga Social y Comunitaria.

Rechazamos los sistemáticos ataques y persecuciones que el gobierno colombiano viene haciendo a los movimientos sociales e indígenas; especialmente a la Minga, que ha desarrollado un enérgico y valiente proceso de lucha contra los Tratados de Libre Comercio, el terror y la guerra, el despojo, por el efectivo cumplimiento de los acuerdos y convenios, y la defensa de la soberanía, la paz y la convivencia, con los cuales nos sentimos plenamente identificados y los acompañamos “caminando la palabra”.

Invitamos a todos los demócratas del país y del mundo a denunciar y repudiar estos hechos que hacen parte de una política oficial por acallar a quienes se oponen a su proyecto antidemocrático, para facilitar la entrega de nuestras riquezas a las multinacionales extranjeras.

Las comunidades indígenas del Cauca, con su formidable movilización del último mes, han puesto en evidencia la naturaleza del gobierno, pero también se han constituido en un ejemplo de lucha y dignidad que debe ser respaldado por todo el pueblo colombiano y la comunidad internacional.

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martes, 16 de diciembre de 2008

1998 o la derrota de la Democracia

Fuente: elnuevosiglo.com > Colombia, miércoles 17 de diciembre de 2008

HORACIO SERPA

Las elecciones de 1998 marcaron el inicio del fin de la democracia en Colombia. Ese año las Farc decidieron el futuro del país e inclinaron la balanza electoral. Ayudaron a elegir un gobierno que generó la peor frustración que los colombianos recuerden, lo que permitió la consolidación del paramilitarismo.

Gracias a los excesos del Caguán y la soberbia de las Farc, que durante tres años mantuvieron secuestrada la voluntad del país, los paramilitares crecieron, doblegaron o compraron a gran parte de la clase política, ganaderos, comerciantes y hasta académicos y periodistas que le vendieron su alma al diablo y se apoderaron de Colombia.

Así, en 2002, manipularon por la fuerza más de dos millones de votos. Lo han demostrado las autoridades judiciales y los centros de pensamiento, como la Corporación Arcoiris, en lo que se conoce como la parapolítica.

Lo han revelado, además, las declaraciones de los jefes de esas organizaciones criminales que certificaron pactos siniestros para refundar la patria, como los de Ralito, Chivoló y otros, que permitieron que Colombia se convirtiera en un paraíso fiscal del narcotráfico, en donde pudieron surgir, a plena luz del día, esperpentos como DMG, que se devoraron los ahorros de cuatro millones de compatriotas.

Lo demostrado por los hechos es que fui perseguido en las elecciones de 1998 por las Farc, y en las de 2002 por los paramilitares. La voluntad del pueblo fue burlada en dos ocasiones. He sido una víctima de esas organizaciones criminales y la democracia colombiana ha quedado lastimada sin remedio por tales operaciones en las que los fusiles y el dinero del narcotráfico se apoderaron de la política.

En marzo de este año, antes de ser extraditado por sus delitos de narcotráfico, Salvatore Mancuso dijo que los paramilitares habían votado en la primera vuelta presidencial de 1998 por Serpa, y cuando gané, decidieron cambiar de táctica y apoyar a Pastrana. ¡Qué falsedad!

Ahora, desde Nueva York, donde paga una pena por narcotráfico y no por sus delitos de lesa humanidad, Jorge 40, refrita la historia. Busca enlodar mi nombre y mi trayectoria política, cuando todo el mundo sabe que he sido víctima de paras y guerrilleros, y un luchador inclaudicable contra sus métodos y acciones.

En 1998 manifesté que no era yo el candidato del Mono Jojoy. Cuando en 2002 dije que los paramilitares se apoderarían del país para destruirlo, nadie me creyó. La historia me ha dado la razón. Los centros académicos y los jueces podrían demostrar esa realidad.

Por desgracia, la verdad sigue secuestrada. Faltan por revelarse nombres de personas vinculadas a las mafias que avanzaron en un proyecto político de extrema derecha y lograron fundar una paracracia, que infiltró las tres ramas del poder. La Corte Suprema de Justicia ha avanzado en la tarea de esclarecer la verdad, impartir justicia y correr las cortinas de esa podredumbre, pero falta todavía mucho por saber. La verdad tiene que aparecer
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viernes, 12 de diciembre de 2008

Homenaje a Luis Guillermo



Por Daniel Coronell

Sábado 6 Diciembre 2008
Colombia jamás tendrá cómo agradecerle a Luis Guillermo Giraldo todo lo que ha hecho por la democracia. Gracias a él ha desaparecido el peligro de la segunda reelección inmediata. Tratando de pasarse de listo, Giraldo le asestó varios golpes mortales al referendo reeleccionista, de los cuales ya no podrá levantarse.El primero y más conocido fue el de la redacción del referendo. Queriendo correr la cerca constitucional para implantar una reelección con nombre propio, Giraldo terminó prohibiendo la inmediata.

Según el experto de la Academia de la Lengua Cleóbulo Sabogal, el significado real de la reforma para la que Luis Guillermo recogió las firmas, es el siguiente: "Sólo puede ser elegido para un tercer mandato quien haya ocupado durante dos períodos seguidos la Presidencia y los haya concluido".

Es decir, Uribe sólo podría aspirar en 2014, cuando haya concluido completamente su segundo mandato. Para eso hay tiempo y Colombia no tendría que gastar los más de 100.000 millones de pesos que cuesta el referendo.

Pero ahí no paran las maniobras ventajosas de Giraldo, que le salieron mal.

El referendo reeleccionista tuvo acceso al censo electoral (una prerrogativa que no tuvieron los promotores del referendo del agua o de cadena perpetua a los violadores). Así pudieron verificar si las firmas que recibieron correspondían a las cédulas de los ciudadanos. Pero, increíblemente, del listado de donantes entregados a la Registraduría, siete de ellos tienen cédulas erradas y en algunos casos inexistentes. Créanlo o no, Luis Guillermo Giraldo no fue capaz de entregar bien ni su propio número de cédula.

La semana pasada, acosado por el creciente escándalo de la financiación del referendo, Giraldo reveló la identidad del misterioso prestamista que les dio 1.900 millones de pesos a los promotores. Se trata de la Asociación Colombia Primero. Lo que olvidó decir, hasta cuando los periodistas lo descubrieron, es que seis de los nueve promotores del referendo son a su vez directivos de esa Asociación.

Para evadir los topes de financiación y aportes, Colombia Primero pedía millonarias donaciones, primordialmente a contratistas del Estado, y las entregaba en calidad de préstamo a los promotores. Pero, además, el representante legal de la prestamista Colombia Primero se desempeñó, al mismo tiempo, como gerente del referendo y secretario del Comité de Promotores.

Es decir, Carlos Alberto Jaramillo Uribe, como representante de Colombia Primero, ordenaba que se giraran dineros al comité de promotores y los recibía el mismo Jaramillo, como gerente del referendo. Un autopréstamo donde lo pongan.

La contabilidad está llena de vacíos y de inconsistencias. Dos donantes reportados a la Registraduría desaparecieron de la relación 'completa' entregada tres meses después a la prensa. El Consejo Electoral sólo encontró soportes contables de la mitad de los aportes informados. De los demás no hay comprobantes de ingreso.

Y hay algo aun más revelador. El Comité de Promotores, que reportó a las autoridades electorales gastos por más de 2.000 millones de pesos, habría tenido que pagar ocho millones de pesos por el gravamen de cuatro por mil si los hubiera movido a través del sistema financiero. Sin embargo, según el estado de pérdidas y ganancias que presentaron, sólo pagaron 609.000 pesos por ese concepto (correspondientes a 153 millones).
Esto sólo tiene tres posibles respuestas, las tres con consecuencias legales: o evadieron el gravamen por transacciones bancarias, o movieron en efectivo más del 90 por ciento de los dineros del referendo -al mejor estilo DMG-, o un tercero fue el encargado de efectuar los pagos.

En este último caso habría existido una triangulación y ese tercero, por ejemplo la Asociación Colombia Primero, no habría sido simple prestamista sino administrador de la iniciativa y -por mandato de la ley- debería haberse puesto bajo la vigilancia del Consejo Electoral.

Muchos uribistas empiezan a renegar de la ineptitud de Luis Guillermo Giraldo. Yo, en cambio, pienso que tiene un talento de exportación. Deberían mandarlo a Venezuela a recoger las firmas que Chávez necesita para su propia reelección.
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