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viernes, 26 de junio de 2015

¿POR AHÍ ES EL SENDERO?

                        Por Gerardo Delgado Silva
No pareciera tener límites el repertorio de atrocidades a que nos han venido acostumbrando las FARC-EP, en nombre de una muy desdibujada – por no decir inexistente -  lucha por la justicia, la igualdad y la democracia.
La guerrilla ha cometido hechos que bastarían para conmover a una Nación por generaciones.
Cuantos colombianos no empezamos por horrorizarnos y, de tanto leer y ver morbosamente emitidas estas historias, acabamos acostumbrándonos, encerrados en nuestro pequeño cascarón de indiferencia cotidiana, a continuar con la vida, como si aquí no pasara nada.  Ese es, justamente, el principal síntoma de una sociedad enferma.  Y como no aparecen los síntomas de la enfermedad, cuando por otro lado están los paramilitares, hoy Bacrim, que están en casi la mitad de los municipios, en territorios de donde desplazaron a las FARC- EP  y al ELN, con la siniestra política de masacrar campesinos y sindicalistas, acusándolos de ser “auxiliadores” de la guerrilla.  Ni hablar del barrido que han hecho de la intelectualidad independiente.
Son desalmados, y la muerte horrenda que han dado a tanta gente, produce escalofrío.  Cuentan con jefes conocidos y un discurso en el cual mezclan el reconocimiento de crímenes de lesa humanidad con justificaciones de extrema derecha.  Como las FARC-EP se financian con el narcotráfico.
Algunos empresarios, ganaderos y hacendados les han pagado dizque por su protección y hay sectores en zonas que controlan con métodos draconianos y ciertas capas medias urbanas, que no ocultan una peligrosa administración por estos nuevos “contras”, en parte como reacción a los excesos de la guerrilla.
En el exterior se les considera el principal lunar en el prestigio de las Fuerzas Armadas, y gobiernos y organizaciones de Derechos Humanos señalan con preocupación una suerte de división táctica de tareas: Los militares haciendo la parte “limpia”, y los paras la sucia, en una misma guerra en que ambos serían aliados de hecho contra un enemigo común.  Ha existido una coincidencia espiritual con el nazismo,  cuyas afinidades pueden detectarse con graciosa facilidad.
Como lo muestran informes de la Fundación Progresar y otras ONG, más que lucha entre grupos armados lo que hubo estos años fue una campaña de exterminio de parte de los “paras” contra sectores específicos, buscando el control de toda una sociedad.  A narcos tradicionales se sumaron nuevos personajes, y todos tejieron alianzas con los paramilitares.  Inyectaron en la política sumas millonarias, ganando control en alcaldías, concejos, y asambleas, capturando dineros públicos y negocios ilegales, copando la seguridad ciudadana, adquiriendo tierras, construyendo viviendas que rememoran la ostentación de los Gacha y Escobar.
Alcaldes, Parlamentarios y otros funcionarios, no son sino la expresión mínima del grado de influencia que ha ganado el paramilitarismo. 
Y así, el paramilitar Don Jorge 40, se sabe, creó los “Distritos Electorales”, para la elección  del Presidente Uribe.  Ahí están otros enemigos de la Paz, en la caverna de la extrema derecha.
Se trata, entonces, de determinar de qué lado se encuentran las “grandes mayorías políticas”, fuente de todos los males colombianos.  Ese proceso vitando nos ha causado inmensos daños en lo moral, en lo político y en lo económico, al crear ciertas bonanzas que carcomieron los resortes éticos del país.
Empero, como los colombianos de bien anhelamos la paz, apoyamos evidentemente con el alma los diálogos, así como el mundo entero lo ha manifestado incondicionalmente.  Aquí hay que recordar al mexicano Juárez cuando expresó: “El respeto al derecho ajeno es la Paz”.
Y bien.  Aquí surge la inquietante pregunta: ¿Qué grupo armado es el autor de ese repertorio de atrocidades que conmueve ahora al territorio nacional, y atentan contra el derecho internacional humanitario?  ¿No es el proceso de paz, el más deseable de los objetivos políticos?
¿Los diálogos no nos están ayudando a ver esas infinitas posibilidades de una esplendorosa paz para la patria, y a evitar una catástrofe total? ¿No están entonando un canto de esperanza a la vida? ¿Son autores de los execrables  atroces hechos recientes, integrantes de las FARC – EP,  o los enemigos de la Paz, que merecen estigma y hacen apología de los privilegiados como cortina de humo en abierta alineación con los paramilitares?
Los individuos que a través de los medios señalan sin dubitaciones a las FARC –EP como autores; y esto no significa excluirlas o defenderlas, son ajenos a las pruebas penales y a su evaluación, como los militares de escaso rango o de alto rango.  “En efecto, - como nos dice Gustavo Humberto Rodríguez R. – La prueba penal no puede ser ajena, sino esencialmente vinculada a los problemas de la etiología del delito y de la delincuencia…” (La negrilla es mía).
Los difíciles caminos de la Paz  hay que transitarlos con denuedo y decisión imperturbables.  Por ahí es el sendero esplendoroso para la patria que amamos.  (Escrito para: www.bersoahoy.co – sección opinión)

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