Muchas personas me preguntan
cuáles serán las metas que me plantearé como alcalde de Bucaramanga, y la
respuesta es sencilla: ordenar la Administración Municipal y la ciudad,
devolviéndole la honorabilidad al ejercicio de lo público y la confianza de la gente
en quien la gobierna. Para transformar la capital santandereana en una gran
urbe moderna, económicamente productiva y que genere bienestar a sus
habitantes—es decir, “la ciudad que queremos”—.
Tenemos que, en primer lugar,
fortalecer el aparato administrativo municipal, para que responda mejor a sus
desafíos. Ordenar la ciudad significa, por otra parte, poner cada cosa en su
lugar a través de un adecuado enfoque de planificación que nos permita acabar
con los múltiples problemas que hoy constituyen amenaza constante a la
tranquilidad.
El cumplimiento de estas metas
exigirá, como paso fundamental, la conformación de un equipo de trabajo con
excelente formación profesional, voluntad de trabajo y vocación de servicio
público, para implementar un plan de desarrollo que nos permita potenciar las
virtudes de la ciudad y combatir, pronta y eficazmente, las dificultades que
gravitan sobre una capital que crece en población y complejidad, pero que, con
determinación y pulso firme, debe ser construida y reconstruida para hacerla
más competitiva en relación con el país y el mundo. Con claridad de propósitos,
podemos conseguir que Bucaramanga se fortalezca en términos económicos para
atender mejor las necesidades de sus habitantes.
El plan de desarrollo de los
próximos cuatro años incluirá, entre muchos otros objetivos, la ejecución de
una ambiciosa estrategia en EDUCACIÓN, debemos priorizar la jornada única, el
programa De Cero a Siempre y la nutrición escolar, además combatir los
problemas de convivencia ciudadana que, por diversas razones, han alterado la
tranquilidad de la gente. Las relaciones sociales se han deteriorado porque las
personas no saben comportarse. Con mejor cultura, despejaremos el camino para
el impulso de nuevas y decisivas tareas de progreso.
El listado de retos es largo,
pero no de imposible solución, e incluye resolver las dificultades de
MOVILIDAD, haciéndole reingeniería a Metrolinea, creando un sistema intermodal
donde quepa la bicicleta, terminando el Plan Maestro de Movilidad, haciendo énfasis
siempre y en cualquier circunstancia en las medidas educativas para el
cumplimiento de las normas de tránsito; en materia de SEGURIDAD, el alcalde
debe ser el primer policía de la ciudad, llenar de cámaras de seguridad los
barrios con problemas, hacer inteligencia basada en la colaboración ciudadana,
exigir resultados a la policía y a la justicia, pero además capacitar para el
trabajo y financiar proyectos productivos en los sectores más deprimidos, el
desarrollo urbano hay que orientarlo de tal manera que podamos evitar problemas
comunes a las grandes ciudades, que confabulan contra el orden, la seguridad y
la tranquilidad; utilizar la educación como recurso transversal para el impulso
del desarrollo, de modo que podamos, por ejemplo, crear nuevas oportunidades de
progreso para jóvenes y mujeres, en especial, que sufren los efectos de la
marginalidad.
Bucaramanga no es la ciudad pastoril del siglo pasado, ni está condenada a convertirse en un territorio caótico, esquizofrénico e invivible, de nosotros depende la decisión de a quien le entregamos el liderazgo. Me ocuparé de hablar de estos temas, para que la ciudadanía sepa qué puede esperar de mi gobierno y para que todos los bumangueses hagan parte de esta propuesta de renovación y cambio.
Bucaramanga no es la ciudad pastoril del siglo pasado, ni está condenada a convertirse en un territorio caótico, esquizofrénico e invivible, de nosotros depende la decisión de a quien le entregamos el liderazgo. Me ocuparé de hablar de estos temas, para que la ciudadanía sepa qué puede esperar de mi gobierno y para que todos los bumangueses hagan parte de esta propuesta de renovación y cambio.
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