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jueves, 5 de junio de 2014

La imposible fatiga moral

                                Por Gerardo Delgado Silva 
Al parecer no ha alcanzado el país a medir las proporciones del estado de descomposición moral desde el gobierno del señor Uribe.
En puridad de verdad, los paramilitares exhibieron una influencia no solo militar sino política, social y económica.  Tan profunda y tan extendida, que para muchos no resulta exagerado hablar de una paramilitarización de Colombia.
No surgieron contra el sistema sino del mismo con la bandera de defender la propiedad y ayudar al Estado a combatir la subversión.  Respaldados  por fantásticas cantidades de dinero ilegal, y la aquiescencia oficial de ese gobierno que les prometió declararlos  delincuentes políticos, un verdadero escarnio y befa al orden jurídico.  Adquirieron un control con su poder de fuego e intimidación que sufrieron miles de desplazados y cientos de masacres como también asesinatos selectivos.  Es decir, adquirieron un control sobre Asambleas, Concejos, y otros entes estatales; así mismo sobre extensas regiones del país, como un fenómeno dramático, después de imponerse a sangre y fuego, con las preocupantes implicaciones para el futuro nacional, como lo observamos en las pasadas elecciones del 25 de Mayo.  Un apocamiento moral de algunos ciudadanos, sin meditar lo que ha representado para Colombia el tétrico panorama de la carrera criminal de los paramilitares, a quienes el señor Uribe, en una cruzada ominosa quiso legalizar a un régimen mafioso, promesa hecha en Santa fe de Ralito, acudiendo a mecanismos jurídicos como amnistías e indultos.  Les aseguró que no serían juzgados por narcotráfico, ni extraditados del país.
De ahí, que capitulando ante todos los deberes, desdeño la sagrada misión de la Corte Suprema de Justicia, contra la cual desato procacidades explicables por el odio que en Uribe desató esa mística y fortaleza de la corte, al fallar contra un familiar y amigos del alma, sus electores parapolíticos.
Y ha pretendido desde entonces una obstrucción insolente de la justicia y reparación de las víctimas de acciones criminales de los paramilitares, a despecho de la tradición jurídica universal.
Ahora bien. Ese sector de la sociedad que depositó su voto por el señor Zuluaga, de brazo de un oscuro hacker, es el que está orillando todas las claudicaciones y por tanto estará dispuesto a auspiciar y abrir las puertas a la guerra.  Ese sector, puede ser prisionero del miedo, y por ello se muestra dispuesto a transigir con una inversión radical de valores, con la negación del pasado y el tejido mismo de la civilización. Estarían también dispuestos a abrir sus puertas a los autores de crímenes execrables y evidentemente niegan a las víctimas la justicia, ignorando los grandes soportes que le dan sentido a la existencia.  Sin dubitaciones se han congratulado con esos crímenes de lesa humanidad, eufemísticamente llamados “falsos positivos”.  Es el consenso para justificar públicamente esos hechos punibles, en tanto que el señor Uribe continúa lavándose las manos en la jofaina de Pilatos. Allí está el aroma del Averno que proporciona la seguridad democrática.
No podemos dejar de mencionar la intervención ilegal de teléfonos y correos electrónicos.  Además de violar la ley, esos hechos demuestran que la fibra indispensable la del sentido ético se aflojo, cuando no desapareció.  Lo cual, no se supera sino mediante la acción individual traducida en una voluntad colectiva mayoritaria por Juan Manuel Santos.  Porque solo de brazo de los principios éticos, viejos de siglos, milenarios mejor, se puede lograr una sociedad prospera. 
Nadie ha olvidado el episodio punible de Agro Ingreso, con la sangría de los recursos, contribuyó al desmedro de la vida ya ruinosa de millones de campesinos.
Al tétrico panorama de la denominada “seguridad democrática”, hay que sumarle ahora, que los dineros destinados a proteger la salud de doce millones de colombianos más pobres, fueron a parar a las arcas de los paramilitares y terminaron siendo utilizados para comprar armas, alimentar el narcotráfico y encender aún más la guerra.
Entonces, por esas calendas, se reveló que 24 de las 50 ARS existentes estaban involucradas en los hechos punibles y que el hombre que orquestaba este negocio ilícito era Rodrigo Tovar Pupo, “Jorge 40”, segundo al mando del Bloque Norte, elector de Uribe, con los famosos “distritos electorales”. 
Este desmantelamiento del Estado de Derecho comenzó casi de un modo insensible.  Y bien. Mucho más daño que la guerrilla en su punible acción, que en ocho años de gobierno Uribe no pudo evitar con la guerra; le hizo al país la reiterada costumbre en ese gobierno de atentar desde adentro contra sus instituciones republicanas.
Se impone así, un compromiso sagrado entre los colombianos, de reaccionar frente a la conspiración del “Centro Democrático” de Uribe, contra el Estado de Derecho, la Democracia, la moral y la paz.  Por eso, precisamente no nos cansaremos de clamar por un acto de entereza pública en las próximas elecciones del 15 de junio, que congregue a la nación por el prestigio de Colombia y la guarda de su futuro, como lo está logrando Juan Manuel Santos, que ha demostrado su hombría de bien al nutrir con la savia ideológica de su pensamiento el discurrir histórico de la nación. Lo montado sin pruebas, tratando de enlodar la campaña del 2010 de Santos, va mas allá de la simple desfachatez personal para comprometer a la Patria ante propios y extraños, y desde luego a la institución política que presidió.  Que gran ejemplo para la juventud.  Un ex presidente que no padezca sicopatía, no puede corromper la conciencia colectiva de la nación y torcer el rumbo histórico que siempre ha percibido  de los auténticos líderes, ejemplos enaltecedores de dignidad y de grandeza.
¿El nuevo pensador de la ciencia política, candidato Zuluaga, ha demostrado a la patria el mecanismo por mejorarle su suerte – al lado de Uribe -, por elevar la dignidad de una sociedad, por preservar nuestros valores, por encontrar unos rumbos mas esplendorosos?.
Los líderes como Alfonso López, Gaitán, los dos Lleras, Eduardo Santos, nacieron del consenso público después de una confrontación ideológica y ética, Zuluaga surgió como el sub producto de unos estatutos hechos para la rutina electoral del partido denominado “Centro Democrático”.
Aquellos pertenecieron a la aristocracia de la inteligencia, la cultura y la política que veló por el mantenimiento de las instituciones.  Y fueron faros de dignidad, entereza y obstáculos infranqueables, para las fuerzas que pretendieron destruir al Estado de Derecho.  Santos representa, - y así lo ha entendido todo el orbe -, al mundo civilizado, su cara mas amable, la mas humana sin duda, la que ha mirado desde los albores de la modernidad por la dignidad y la libertad del ser humano encarnadas ambas en los valores de la justicia social, la igualdad, la tolerancia, los derechos humanos, la democracia representativa.
Es posible que se piense mal de la existencia en que los valores, tan descaecidos ya, se preserven  y se evite – con la vituperable amenaza de Uribe – un mayor desmoronamiento de los mismos.  Pero mientras sea necesario defenderlos y salvar el efecto benéfico que tienen en una sociedad organizada, tendremos que hacerlo, con la seguridad de que con ello estaremos protegiendo los principios fundamentales que rigen la conducta humana.
Así las cosas. Podemos inferir lógicamente, que todos los colombianos de bien ante este tifón maligno del Centro Democrático, tienen reclinada su alma en el salmo 42: “Juzgadme vos, ¡oh Dios, y defended mi causa de la gente malvada: libradme del hombre inicuo y engañador”.
                                                                                   www.bersoahoy.com

lunes, 12 de septiembre de 2011

NO SER INFERIORES AL RETO



---------------------------------Por Gerardo Delgado Silva
Como a otros pueblos en el pasado, a los colombianos nos está tocando pagar ahora un precio exorbitante por circunstancias que facilitaron entre nosotros el florecimiento del imperio del mal: la corrupción, la violencia, la industria mortal del narcotráfico, ese proceso vitando que nos ha causado inmensos daños en lo moral, en lo político y en lo económico.
Toda una marcha ominosa del delito, contra la cual el Gobierno del Presidente Santos, adelanta una verdadera cruzada en favor de la razón de ser del Estado, es decir, la justicia y su eficacia, en este necesario combate para ponerle un valladar infranqueable, al temible legado del señor Uribe.
Pero la justicia entraña a la vez derechos y deberes. Derechos en cuanto nos protege; deberes en cuanto exige nuestra cooperación. Infortunadamente lo de los deberes no siempre se cumple, porque realmente existe, por parte de muchos ciudadanos, temerosa complicidad ante la acción de las mafias, el hampa y los delincuentes de toda condición, lo cual no solo indica perversión de las costumbres sino que implica torpe barrera para la eficiente aplicación de la ley.
Es innegable que se ha llegado a extremos indecorosos de tal magnitud que afrentan la tradición otrora respetable de nuestra nacionalidad.
Una suerte de anestesia pública ha inhibido la respuesta ciudadana a los desmanes cometidos en el gobierno anterior, con las más ominosas violaciones de los derechos humanos, no obstante la desesperada aspiración del pueblo colombiano por la justicia. Es indispensable que el país contribuya en la decisión imperturbable del Presidente Santos de abrirle caminos a la sanidad espiritual, para alcanzar la finalidad redentora de garantizar el Estado Social de Derecho, cuyas instituciones se ven vulneradas por actos que destruyen su autoridad y convierten los organismos en instrumentos violatorios de toda fórmula moral, socavando los fundamentos mismos de la República.
El Presidente, está en otras palabras despejando la ruta para reconstruir a Colombia.
Es un recuerdo oportuno. Atendiendo al ideal griego, advertimos que, dotado el hombre de raciocinio, no ha de vivir solamente, sino vivir honestamente, porque su vida tiene que correr parejas con los ideales elevados que ha concebido la razón. Para cumplir este fin, es indispensable la existencia de una vida política y social. La organización política representa por esto, la forma suprema de la vida.
La concepción griega del Estado, como entidad compuesta de todos los ciudadanos, exige una participación activa de cada uno en la vida política. De aquí que la teoría griega sobre el Estado condujera, lógicamente a la democracia.
Lo que está claro es que, la democracia en nuestra sociedad falla por sus bases, si existe o construirla como en nuestro caso, se hace difícil, al tener que abrirse paso contra la que es, nada menos, una quiebra moral generalizada. En estas circunstancias, la pregunta obvia es: ¿Cómo se defiende una sociedad cruelmente atacada en forma tan generalizada, que busca socavar sus fundamentos y derrumbarla?
No permitiendo la impunidad, es la respuesta elemental, que se volvió tolerable en el anterior gobierno.
Los partidos políticos aniquilados, convertidos en tiendas de campaña electoral, ya no representan sino a una casta desacreditada y rechazada, la de los que buscan y encontraron la forma de pelechar con los dineros públicos, en actividad profesional y permanente, entregando a los más denigrantes estados antisociales el porvenir del país.
Los que son símbolos de lo bueno, en la Patria, a pesar de todo, creen que los partidos deben ser canales insustituibles para el servicio público, desinteresado y generoso. Esas reservas morales e intelectuales, están postradas, desprotegidas, bajo el alud del clientelismo, una abierta conducta criminal enlazada con el narcotráfico, el paramilitarismo y los negociados de los contratistas.
Y dentro de ese orden de ideas, ahí vienen las elecciones. Un imperativo para votar por los políticos decentes que aún quedan, los que no son nihilistas. Para todos los ciudadanos ha llegado otro momento de combatir el vórtice dantesco que aflige el rostro de la Patria. De mostrar su valor o cobardía, su dignidad o su vileza, su grandeza o su miseria, su fuerza para restablecer los valores, tan descaecidos ya, y se evite una degradación de la conciencia colectiva.
Tal el inmenso reto que nos han planteado estos años de oprobio, de comercio político y de inenarrable destrucción. Pero en medio del dolor, la desolación los malos olores que provienen de la olla podrida destapada, ciertos grupos políticos con descarado cinismo y perfidia, detrás de la invocación del interés general tienen un beneficio directo, llámese congresista, concejal, diputado, alcalde, gobernador, contratista. Reclaman los votos de la ciudadanía para continuar en las mismas prácticas dañinas, medrando al amparo de su poder. Posiblemente ya, en el enjambre de delitos contra mecanismos de participación democrática, los tienen comprados directa o indirectamente o con la coautoría violenta de paramilitares o subversivos, para constreñir a los sufragantes. La Nación toda está en la obligación de tener conciencia de que sin Dios, ley y moral, no puede haber progreso, fe ante los desafíos y fuerza para sortear todas las dificultades que se derivan de esta situación de anormalidad jurídica y de descomposición.
Anhelamos que la inteligencia colombiana alumbre al País. Porque no está contaminada con el dolo, no ha perdido su idealismo ni ha torcido el rumbo histórico de un pueblo que siempre ha dado ejemplos enaltecedores de dignidad y de grandeza. Es el momento de asumir con ánimo patriótico la personería del destino del País, para que no se sepulten de modo definitivo los atributos y virtudes que los colombianos creíamos imperecederos.
Lo que hace falta hoy a Colombia es una política de la inteligencia, para que cese la pesadilla, sigamos agitando nuestras banderas de la decencia y entonemos nuestro himno, en la esperanza de encontrar la armonía de la Patria. Como  en otra parecida ocasión lo recordó Cortázar, no habremos hablado para el silencio.

miércoles, 31 de agosto de 2011

CATACLISMO MORAL


-------------------------------Por: Gerardo Delgado Silva
En cualquier tipo de sociedad, por primitiva que sea, se dan una serie de reglas, las normas sociales, que sancionan de algún modo los ataques a la convivencia tal como la concibe un grupo social. Estas normas sociales forman el orden social.
La justicia penal es uno de los instrumentos más aptos para la formación del bien moral, de aquel súmmum bonum que es el fin último de la convivencia humana. Un imperativo categórico, según Kant.
Lo único que faltaba. Al tétrico panorama de descomposición en que se encuentra el país, por el profundo letargo moral del anterior Gobierno,  que degradó la augusta misión del Estado Social de Derecho, hay que sumarle ahora, otra abominación: El ultraje a la justicia.
No pretendo hacer nueva una historia que el país conoce de principio a fin. Algo entre la farsa atroz y la tragedia griega. Empero, el señor Uribe  toleró las triquiñuelas y practicas corruptas, ruines y dañinas de los paramilitares y sus funcionarios públicos, enemigos también de la comunidad, es decir, las tapó con las mismas sabanas de impudor como en la turbadora mascarada con sus aliados parapolíticos.Compartieron ese rincón oscuro de la conciencia colombiana, donde duermen las pesadillas de la razón. Es la omnipresente autoridad que yace  junto al fascismo. La suspensión del Estado Social de Derecho y el desconocimiento de los derechos humanos. Explicable porque pareció el señor Uribe, mas preocupado por ajustar cuentas, que por contribuir al advenimiento de la paz y la justicia. En puridad de verdad, los sistemas autoritarios esconden los conflictos en lugar de solucionarlos.
La colosal tragedia de la patria estaba entronizada en la Secretaría Jurídica del Presidente anterior, señor EDMUNDO  DEL CASTILLO, que tiene estrechas relaciones con el satánico cartel de los Nule. No como socio pasivo, sino como promotor. Esto explica que el enriquecimiento indebido de los Nule, se haya extendido como una mancha de oprobio por la nación contaminada. Resulta entonces muy significativo el contrato leonino con ICBF, relacionado con la bienestarina. Existen rumores acerca de la adulteración del alimento, una conducta horrenda contra la niñez, en la cual el Estado tiene una responsabilidad que no puede seguir eludiendo. Es otro testimonio abrumador de la degradación ética y política del anterior gobierno, que llevó a que esas maniobras tortuosas, se toleraran, convertido así el Gobierno en alcahueta de la codicia y la venalidad. 
Conspirando abiertamente contra la CORTE SUPREMA se reunió con “Job”, que cumplía órdenes de Don Berna. No oímos en esos momentos de dañado concierto, de la enredadas mallas con esos grupos, las voces del Presidente fijando una posición de franco rechazo, ni registramos su protesta.Su actitud inmoral va mas allá de la simple desfachatez personal para comprometer a la Institución Política que presidió. Los Nule, allegados del señor Uribe de tiempo atrás fueron consagrados con agua bautismales, cada vez que lo visitaba en la “CASA DE NARI”.
Eso no es todo. En AGROINGRESO SEGURO, surgió el triunfo de las componendas del señor Andrés Felipe Arias, exministro de Agricultura, para las defraudaciones, el turbión de peculados, el derroche de los dineros públicos, como una perversión política de Colombia.
El DAS, puso de manifiesto que torció su rumbo de las disposiciones legales para aliarse con los paramilitares. Acontecimiento que realizaron “Jorge 40“ y Jorge Noguera, director de esa entidad.Sus criminales interceptaciones y seguimientos, auspiciados desde la”Casa de Nari”,por la ruta del Secretario General de la Presidencia, Bernardo Moreno. La DIAN, piedra de escandalo público con la pirotecnia de los impuestos. Deplorables hechos punibles que han creado pánico en la sociedad. En gigantesco  dislocamiento,  la institución se convirtió en territorio  donde campeó el lavado de activos, excepcional ocurrencia en toda la historia judicial del país.
Y en contravía de la ley penal, los  entonces ministros del Interior Sabas Pretelt y Diego Palacio de Protección Social, íntimamente ajenos al alcance ético de sus actos, persuadieron dolosamente a Yidis y Teolindo, para pactar la venta de sus votos en el congreso, encaminados a la reforma inexequible de la Carta, para lograr la vituperable reelección del señor Uribe. El contrato ilícito se consumó y a cambio los parlamentarios recibieron una partija de notarias.
Los recientes escándalos de la salud, con la dialéctica canalla de las EPS y los recobros al Fondo de Solidaridad y Garantía (FOSYGA), revelan  las características afrentosas de la enfermedad moral que nos aqueja y el silencio horadante y cómplice del Gobierno anterior. ¿ Acaso, el exministro de Protección Social fue intrépido defensor de los intereses nacionales?.¿O al contrario, propicio la devastación del patrimonio moral de su ministerio? Un desconocimiento atroz y evidente de los valores y principios fundamentales de la Constitución.
Dentro del rosario de abominaciones y desenfrenos ilegales, podemos agregar los descubiertos e investigados en INVIAS, INGEOMINAS, INCODER, MINISTERIO DE EDUCACION, MINISTERIO DE TRANSPORTE, MINISTERIO DE PROTECCION SOCIAL, FONDELIBERTAD, ICBF, DNE, etc. Todo un impacto tenebroso que ha cortado en dos la historia nacional.  Pasa a la siguiente página

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