Por Gerardo Delgado Silva
Benito Mussolini, organizador
y conductor (Duce) del partido fascista, alcanzó el poder en 1922, con la
marcha sobre Roma. Anexó Abisinia a
Italia en 1935 y Albania en 1938.
Reprimió toda oposición
democrática, el Duce ejercía el poder como dictador; el partido controlaba la
vida pública; el trabajo estaba organizado corporativamente en sindicatos
horizontales y las huelgas prohibidas.
El recuerdo del Imperio Romano inspiró una política exterior
imperialista, que condujo a la II Guerra Mundial, catastrófica para Italia.
La acción del gobierno estaba respaldada
por los “camisas negras”, grupos de fascistas que castigaban con violencia a
los enemigos del régimen y crearon el reinado del terror en poco tiempo.
Los diputados opositores que
se eligieron al renovarse la cámara fueron obligados a desertar del parlamento
por la desembozada persecución de que los hacia objeto, el grupo de los
“camisas negras”.
Y “vaya, vaya”, como dirían
los ingleses; el movimiento político llamado “en nuestra patria Centro
Democrático” eufemísticamente, con infinita pasión de su líder el Senador
arrogante Álvaro Uribe, se alineó junto a las personas que en infinito
descalabro con “camisas negras”, querían marchar en Bogotá el 20 de Julio,
cuando celebra Colombia la Independencia. Es la desmesura y la ira nacidas de
su ambición de poder, ignorando el don de la ética, con el propósito de torcer
el destino de la dignidad, de la libertad, la democracia, y los principios
básicos de la civilización e incluso contra los más elementales de toda
convivencia que merezca llamarse humana.
Es el fomento de un clima oprobioso de terror, propia de los
“paramilitares”.
El Senador Uribe, enemigo
acérrimo de la paz, conspira contra la dignidad del Señor Presidente Santos,
quien ha caminado hacia la grandeza de la patria por el ideal de la paz que
todos anhelamos y creemos posible pronto, muy pronto.
Como afirmé hace tiempo en
otro artículo, con sobrada impostura el Senador Uribe, está satanizando el
proceso de paz. Con un sentimiento de indignidad y pequeñez, sugiere que el
gobierno, - en hora buena – del Presidente Santos, le está entregando el país a
las FARC. Es comprensible su postura en
la medida en que la retórica en la época de su mandato, envileció todo el
lenguaje de las grandes causas, hasta convertirlo en símbolo de la traición y
la impostura. Empero, sigue con sus ínfulas cortesanas con el desprecio
señorial por el Estado de Derecho, haciendo resurgir su agazapado fascismo,
nutriéndose del odio y de la exclusión con la pedagogía de la intolerancia y
del resentimiento.
Durante el mandato del senador
Uribe, la magnitud de la influencia de los grupos paramilitares sobre extensas
regiones del país, se convirtió en un fenómeno dramático.
Los paramilitares exhibieron
esa influencia, no solo militar, sino política con parlamentarios conocidos
como “parapolíticos”, como es el caso del Señor Mario Uribe Escobar, primo del
Senador Uribe, quien fue sentenciado por la Corte Suprema de Justicia, pues su
comportamiento estuvo inmerso con paramilitares como Salvatore Mancuso y
Eleanora Pineda, sin cumplir en ningún momento con la función sagrada de
Parlamentario. Esa influencia paramilitar fue social y económica. Durante ese gobierno, los dineros destinados
a proteger a más de doce millones de colombianos que son los más pobres, fueron
a parar a las arcas de esos violentos paramilitares, y terminaron utilizados
para comprar armas, alimentar el narcotráfico y encender aún más la guerra. Las
ARS resultaron una conexión “para”. ¿No
es una inaudita expoliación de los dineros de la salud?.
En su libro “Mi Confesión”,
Carlos Castaño afirma: “La base social de la autodefensa lo considera – se
refiere al Senador Uribe – su candidato presidencial”. En forma procaz y calumniosa el señor Uribe
con su odio por el abanderado de la paz, expresó en twitter: “Santos es el
único de mi gobierno que debería estar en la cárcel, porque fue donde
paramilitares a proponer tumbar al gobierno y refundar a Colombia. ¿Por qué
oculto o favoreció el comportamiento del hoy Presidente, él sí, esclarecido
hijo de Colombia?.
A diferencia de la guerrilla,
los paramilitares no surgieron contra el sistema, sino desde el mismo, con la
bandera de defender la propiedad y ayudar al estado a combatir la
subversión. Así mismo, crearon los
eufemísticamente llamados “distritos electorales”, como lo expresó Rodrigo
Tovar Pupo, alias Jorge Cuarenta, cuando exhibió el propósito de elegir a Uribe
Vélez. Jorge Cuarenta orquestó el
negocio ilegal del régimen subsidiado de salud (ARS), encargado de atender a la
población más desprotegida de Colombia.
Los “camisas negras” en
nuestra patria, bajo las sábanas del impudor del fementido Centro Democrático,
no es un designio divino: es la consecuencia de políticas abyectas que hay que
remediar.
Esto era imposible de concebir
en otros tiempos y en otras situaciones.
Uribe Uribe, Herrera, Darío
Echandía, Alfonso López, Gaitán, los dos Lleras, surgieron en medio de la
tempestad pero demostrando su hombría de bien y nutriendo con la savia
ideológica de su pensamiento el discurrir histórico de la nación. Lo otro es un incalificable acto del
impropiamente llamado Centro Democrático, solo concebible como producto de un
estado de degradación, del abismo de desfase moral.
Los colombianos de bien, no
pueden cansarse de clamar por un acto de entereza pública que congregue a la
Nación en defensa de la paz, votando SI en el plebiscito - está ajustado a la
legalidad según el fallo de la Corte Constitucional. En Roma tuvo origen el plebiscito. Allí se sometían a ratificación popular,
decisiones de la asamblea de las tribus - y también de sus valores políticos y
morales, -que quiere abolir el ya mencionado Centro Democrático furibundo
enemigo de la paz – por el prestigio de Colombia ante el mundo entero y la
guarda de su futuro, en condiciones de respeto y dignidad.
Lo que acaba de suceder con
los “camisas negras” y el Centro Democrático es el más triste y degradante de
los episodios de inmoralidad y desprecio por el país, que pueda exhibir
movimiento político deliberante. Los psiquiatras
lo considerarían como un episodio psicótico del Senador Uribe, con su famoso
absurdo de vivir a la enemiga. Pragmatismo que despoja a la política de toda
consideración ética.
Para: Bersoahoy.co