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sábado, 12 de noviembre de 2022

Colombia no puede dejar más delincuentes en las calles

Por: Bernardo Socha Acosta
Nunca Colombia había vivido una ola de criminalidad urbana, como la que está ocurriendo, fenómeno que nadie puede ignorar por su aguda amenaza y crudeza conque actúan sus actores, sin miedo y sin justicia.

Los integrantes de las bandas delincuenciales, de delitos comunes, se ríen de sus fechorías en la cara de las autoridades, porque, pareciera que para ellos no hay ley.

Pero lo peor es que, la policía o el ejército duran uno, dos o más años haciéndole seguimiento y estudio a las bandas criminales y cuando menos se espera dan el golpe y capturan a esos delincuentes, que para la ciudadanía de bien es un motivo de alegría por el alivio a la zozobra que la mantiene aprisionada por tanta inseguridad. Pero luego viene lo increíble, lo inaudito, lo insólito, lo asombroso y quien sabe cuántos adjetivos más, y es que, esos capturados son dejados libres por la justicia en solo unas horas.  Eso le produce a las comunidades el peor impacto sin sabor de la vida; y son hecho de la justicia que  las  hace reaccionar con rabia, rencor y odio. Y, de ahí se genera otro fenómeno más y tiene que ver con la justicia privada para buscar una aparente solución, cuyos presuntos… o  responsables, si se van a la cárcel con sentencias increíbles, mientras los criminales quedan burlándose de la sociedad y hasta de las autoridades. Esa es la razón para que un alto número de colombianos tenga a la justicia en un plano… de incredulidad.  

Bueno, pero muchos ignoran la proveniencia de la mayoría de los integrantes de esas bandas criminales. Es indignante y odioso mirar con retrovisor, pero cuando se trata de desenmascarar a responsables, hay que decirlo para no caer en el delito de encubridores.

Recuerden que el gobierno anterior alardeó diciendo que estaba descongestionando las cárceles. Pues sí. Lo hizo, pero dejando 29 mil presos en libertad, de los cuales, si bien muchos son personas honestas y que por un error cayeron en prisión,  pero fue una lección para regenerarse, la mayoría desgraciadamente para los colombianos, son delincuentes de siete suelas que salieron de las cárceles a conformar organizaciones criminales para apoderarse del país;  gravísima situación que se suma a los peligrosos antisociales llegados del país vecino que todos sabemos y que todos los días cometen atracos, robos y asesinatos. Y... tambien muchos, son dejados en libertad porque no son un peligro para la sociedad...

Con esta azarosa y triste realidad que hoy se apodera de una sociedad indefensa, el actual gobierno y el congreso de la república, debe pensar muy bien en la formulación de leyes al respecto, porque no puede Colombia albergar en las calles a más bandidos; de lo contrario la historia de los grupos de autodefensa indiscutiblemente volverán para defender a la sociedad de bien y esto se convertirá en un caos.  Colombia no puede dejar más delincuentes en  las calles.

viernes, 5 de octubre de 2012

Inaceptable

Por Gerardo Delgado Silva
El video absurdo e irresponsable de un individuo que vive en Estados Unidos, sobre Mahoma, en el cual lo describe como un promiscuo violador de niños, representado en forma burlesca, en sí, envuelve la intención injuriosa y calumniosa, esto es,  que lesiona la integridad moral de los Islamitas. La ley, en el mundo entero, tutela el patrimonio moral de las personas. Es decir, el conjunto de valores ético – sociales (carácter, honradez, integridad, virtudes religiosas, méritos, sentimiento de lo sagrado, etc.).
Otro aspecto fundamental son las libertades espirituales o de conciencia, que le permiten al hombre profesar creencias religiosas y exteriorizar su fe a través de las distintas manifestaciones del culto.
De ahí, que la libertad de conciencia haya sido considerada como absoluta, pues no puede ser sujeta a limitaciones legales o constitucionales, ya que pertenece al fuero interno de la persona.
Ha sido reconocida por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, disponiendo: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de tener o de adoptar la religión o las creencias de su elección, así como la libertad de manifestar su religión o sus creencias, individual o colectivamente, tanto en público como en privado mediante el culto, la celebración de los ritos, las prácticas y la enseñanza, sin ser molestado por ello o impedido a hacerlo” (La negrilla es mía).
Está protegida de atentados o burlas de individuos con mentalidad psicopática o medieval.  Empuridad de verdad, cualquier religión es el orden de relaciones entre el hombre y Dios, en las que reconoce su primer principio y su destino final.
Y bien. La gran transformación que tuvo el pueblo árabe fue obra de Mahoma, un predicador religioso que vivió durante los últimos años del siglo XVI y los primeros del XVII.
Mahoma logró infundir en los árabes algunos sentimientos que antes les habían sido ajenos.  En efecto, hasta entonces, los árabes constituían un conjunto de tribus nómadas con escasa relación entre sí, algunas de las cuales habían comenzado a fijarse en las regiones fértiles en la costa del mar rojo.  Pero practicaban un Politeísmo Fetichista.
Estas tribus tenían algunos vínculos que las unía en un cruce de caminos, en las proximidades de un rico manantial, donde se había levantado una pequeña ciudad: La Meca, en la que guardaban algunos objetos sagrados que merecían respeto de todos los árabes.  Se veneraba allí una piedra negra, en la que se decía que había apoyado su cabeza quien fuera tronco de la raza árabe, Ismael, hijo de Abraham. Y era costumbre que todos los árabes hicieran una peregrinación anual a la Meca para visitar el santuario.  El cuidado y administración del santuario de la Caaba corría por cuenta de los Koreichitas.  En el seno de esta tribu, nació, hacia 570, Mahoma, quien se vio obligado por las necesidades de la vida a ocuparse en el tráfico de las caravanas.  Esta actividad le permitió entrar en contacto con algunas comunidades judías y Cristianas, de las que aprendió los principios del monoteísmo.  Su matrimonio con Kadidja le permitió vivir en la Meca.
La doctrina de Mahoma reposaba en el Corán, sobre la creencia en un solo Dios, al que conocía con el nombre de Alá.
El Corán es la palabra de Alá, venerada por los Musulmanes en forma ilimitada.  Es la palabra de Dios dictada por Gabriel a Mahoma.  El libro no es solo el corazón de una religión, la guía para el reino de los cielos, sino también un compendio, que encierra   un código de leyes para un reino terrenal.
Los paralelos entre el Antiguo Testamento y el Corán son numerosos y sorprendentes.  Casi todas las manifestaciones históricas del Corán tienen sus equivalentes bíblicos.  Así, la historia de la creación y de la caída de Adán, el diluvio y Sodoma.  Son mencionados personajes como Noé, Abraham, Ismael, Lot, José, Moisés, Saúl, David, Salomón, Job y Jonás entre las figuras prominentes.  Del Nuevo Testamento son sobresalientes Zacarías, Juan Bautista, Jesús y María.
Mahoma sostenía que los designios de Alá eran insondables y que sólo cabía resignarse ante su fatalidad.  Esta resignación es el principio fundante del Islam, que es el acto fundamental de la fe musulmana, que de ese modo, afirmaba la predestinación del hombre.
Y bien.  La violencia religiosa surgió en el Medio Oriente de nuevo, por la insidiosa y malévola película de video “La inocencia de los Musulmanes”, de un vesánico y palurdo cristiano copto de origen Egipcio, residenciado en California, según la prensa y cuyo nombre sería Nakuola Bassely.
Deliberadamente comparte la autodeterminación del Imperio, ejercido por Estados Unidos, como el Imperio del Bien Absoluto, que se encarna también en Occidente.  Todo lo ajeno es por tanto inferior a la civilización occidental, como ocurre con otras creencias, religiones, ideas o visiones diferentes a las propias, es decir, enfrentando al Imperio del Mal Absoluto.
De ahí que Bush se encaminara a crear por la fuerza, un nuevo orden internacional, declarando por ejemplo que la guerra contra Irak, lo era por dogmas y verdades sustantivados en las causas de la Libertad Duradera  o de la Justicia Infinita.  Justicia que por definirla de esta naturaleza, solo puede emanar de un Ser que sea necesariamente infinito.  Este no puede ser otro que su Dios judeocristiano, el único verdadero cuya máxima representación en la tierra dejó de ser en aquellos tiempos de Bush, el Supremo Pontífice, para serlo el Presidente del Gobierno de los Estados Unidos, quien afirmo con rotundidad: “Dios está con nosotros.  Quien no está conmigo está contra mí”.
Queremos ver – por fortuna ya se está viendo – a la inteligencia, la decencia y la cultura del mundo alumbrando a estos hechos que manchan de oprobio la cara más amable y más humana de los intereses democráticos, sin duda, la que ha mirado desde los albores de la modernidad por la dignidad y la libertad del ser humano, encarnadas ambas en los valores de la justicia, la igualdad, la tolerancia, el respeto a la libertad de conciencia, los derechos humanos.  Para que esa mayoría del mundo fije una posición universal de franco rechazo al acto proditorio, de desfachatez personal, del cristiano copto, solo concebible como dramático testimonio del estado de degradación al cual ha descendido la mayoría de la sociedad en el país del Norte y en el Continente Europeo.   
                                                                              Para la Plataforma bersoa comunicaciones

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Dramático testimonio

Por Gerardo Delgado Silva 
El derecho represivo positivo, o en otros términos, el derecho penal de cada país, abarca      el conjunto de leyes punitivas aplicables a quienes violan las normas de convivencia contenidas en forma implícita – como se enuncia la ley penal -, en aquella legislación represiva que también se denomina derecho criminal.
Las penas han sido siempre muy variadas, según fueran pecuniarias, restrictivas o privativas de la libertad, o eliminatorias (pena capital).  Han cambiado mucho durante el transcurso de la historia: antiguamente se usaban penas infamantes que tendían a hacer público y degradante el castigo infligido al delincuente; también se aplicaban puniciones corporales, que se han venido proscribiendo en la mayoría de los países civilizados, tales como los azotes, el fuego, la rueda y otras torturas de carácter físico.
La reacción contra el delito  venía de tal suerte a ser, primitivamente, individual, de venganza por una ofensa personal.  Y de allí pasa a ser una medida tomada por la colectividad, ya fuera Clan, Tribu o Estado, con diferentes propósitos, pero siempre una reacción. 
Se comprende que el Estado ahora, y solo el Estado, es el titular del derecho a la pena.  Por otra parte, las sentencias condenatorias sólo pueden dictarse   cuando el juzgador tenga certeza de la responsabilidad del autor de un hecho punible.
El derecho penal se propone la defensa social, y la promoción de una moral más alta.  Con estos objetivos nació la política criminal, inexistente en nuestra patria.  Se requiere un verdadero proceso de resocialización del delincuente, comenzando por respetar la dignidad humana, que debe presidir la terapéutica penitenciaria.
No olvidemos el valor supremo que la Constitución le otorga a la dignidad humana, consagrándola como fundante de nuestro ordenamiento.  De tal forma que la persona se constituye en un fin para el Estado que vincula y legitima a todos los poderes públicos.
La gente de bien de Colombia tiene sobrada y reconocida autoridad moral para buscar el mantenimiento del principio de la dignidad humana y de los valores jurídicos y éticos que le dan soporte al Estado, lo cual le permite fijar una posición de franco rechazo al inaceptable y pernicioso hacinamiento en las cárceles del país inmerso en la corrupción, que no le hacen ningún favor a la gran tarea de introducir métodos psicoanalíticos en el mismo establecimiento penitenciario para mejorar las condiciones de vida de los reclusos y obtener su readaptación a la existencia comunitaria y naturalmente su reencuentro con las formas civilizadas de la vida.  Ese hacinamiento, es absurdo ya que las disposiciones anímicas a lo ilegal, a lo antisocial se agudizan por esas condiciones anormales y contrarias a un Estado de derecho y a la vida humana.  Solo contribuye a fortalecer los impulsos criminales. 
¿Puede el Estado, no obstante ese vórtice dantesco, lograr un verdadero tratamiento penitenciario, con el propósito de obtener su rehabilitación social o resocialización? Es aquí donde la ejecución penal debe adquirir las mayores proyecciones humanitarias.
Se supone que a la población carcelaria se le clasifique en conjuntos integrados por individuos de características semejantes, de manera que el tratamiento sea dispensado a todos los grupos.
Este aspecto de selección, naturalmente, se logra mediante la observación, y como producto de ella debe decidirse la clasificación, pero que también sirve para formular, como una secuela de la investigación médico – psico – social, una prognosis o proyecto de tratamiento.  El camino científico para reformar es psicoanalizado.
El hacinamiento o la confusión de reclusos de diversos tipos, trae consigo el contagio de los criminales más empedernidos con los considerados como menos antisociales, en cuyo caso cualquier tendencia criminal inconsciente llega a desbordarlos.  
Se presenta un espejo donde muchas contradicciones se reflejan con acusadora precisión.  Es por ejemplo un hecho notorio y grave la operación de impunidad que encabezó el anterior Gobierno, en relación con miles de crímenes cometidos por los paramilitares, que contaron con su aquiescencia o tolerancia.
Y bien. Es una dolorosa ironía del  sistema carcelario – si acaso existe – al permitir un punzante contraste entre la cuota de privilegios y de trato preferente que les es dada a los parapolíticos y otros delincuentes, como los del carrusel o carruseles de la contratación en el país, y la situación de violaciones a los Derechos Humanos con los hacinamientos de los demás reclusos considerados como réprobos de la sociedad, como la escoria que debemos expulsar de nuestra convivencia.  Son seres en desgracia para quienes un elemental sentimiento cristiano obliga a no abandonarlos. Se trata además de una flagrante violación del Derecho Fundamental de igualdad ante la ley y las autoridades (C.P. art. 13).
El proceso de resocialización se constituye también, en una oportunidad para que el Estado genere y articule una verdadera política criminal que contribuya al mejoramiento de esta crítica situación, basada en los ideales que inspiraron la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “…el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana…”.
Sólo así, se puede librar una valerosa batalla jurídica, contra toda clase de hampones altos y bajos.  ¿Estamos  construyendo una sociedad donde impera el delito y la barbarie, donde “todo se vale”?.
Creemos que es posible la normalización carcelaria y su reencuentro con las formas civilizadas de vida.  Es una misión de todos, pero también y antes que cualquier otra cosa, un deber de quienes tienen la responsabilidad de dirigirnos.
La verdadera justicia para cumplir con sus elevados fines, no tiene necesidad de atentar contra la dignidad humana, que mancha y ensombrece la conciencia del hombre.

                                                                                  Para bersoa comunicaciones 

domingo, 6 de noviembre de 2011

LA HISTORIA COLOMBIANA


Por: Pedro Gerardo Tabares C

Se afirma que cada 100 años surgen aconteceres de trascendencia que distinguen los países, aplicable esta afirmación a nuestro  Estado en el campo político en Colombia. No es fácil encontrar esa prolongación en el tiempo, ni tampoco en el comportamiento. Atrás quedan los movimientos de independencia, que fueron moldeando el liderazgo colombiano puesto que para ella se requirió vencer la dominación extranjera. Mas tarde,  se predicó  la vigencia de  una sola concepción política bajo principios de libertad con postulados inalcanzables.
Posteriormente las influencias extranjeras  tuvieron adeptos que radicalizaron el pensamiento tales como el exceso de libertad y otros con deseos de  regresar a la hegemonía. Todas las corrientes engendraron violencia    con disímiles instrumentos más tarde, en aglutinamiento de ideologías surgieron sin distinción por la unificación que dieron origen al que connotados intelectuales irrumpieran en el manejo del Estado. Ya en el siglo pasado,  aparecieron guerras intestinas que hasta fue necesario  contabilizar 1000 días para  que llegara la batalla  de Palonegro que finiquitó un episodio de esa naturaleza. Después, la toma de tierras por la fuerza y horripilantes muertes causadas. Al margen con la penetración de       teorías que por extranjeras se practicaban sin entender la imposibilidad de ejecutarlas, que  vinieron a servir de aval para nueva violencia que ejemplificaba las corrientes mundiales.
Se extendió esa violencia, especialmente a los campos con algunos lideres iníciales y otros practicantes, incluyendo algunos que murieron de viejos, dejando estela de voluntad de arrasar y quedando estilos  especiales en que se unieron la producción de drogas a los insurgentes a los cuales se les negaba su calidad, con pingües ganancias aplicables al sostenimiento de un presunto ideal.

Como es obvio, surgieron fuerzas con el ánimo de enfrentar el ataque, en los dos campos que creo otra corriente.
Como lo esperaban tanto los practicantes de esa posición ajena al Estado y combatientes de ideologías que culminaron  con la presunción de regreso a la vida privada bajo condiciones y al margen, todos esos accidentes crearon una sociedad sin escrúpulos que permearon el Estado y trajeron como consecuencia, de una parte, apropiación de bienes estatales y de otra se acudió a obtener las votaciones necesarias para los puestos públicos que permiten apreciar que se determinaron circunstancias especiales.
Ha  pasado una  justa electoral que reflejará  todas las dificultades que en el transcurro del tiempo se vienen dando con deterioro de la democracia y probablemente  casos que serán objeto de investigaciones, los cuales en la mayoría de los casos quedarán en los anaqueles para que llegue la prescripción con aplicación de la favorabilidad que  se va consagrando en nuevas normas  y que en definitiva nos da la noción de los cambios cada cien años.

miércoles, 7 de julio de 2010

Un Bicentenario para la reconciliación

Colombia, miércoles 7 de julio de 2010

HORACIO SERPA

En este mes Colombia celebra los 200 años del Grito de Independencia. Así ocurre también en muchos países de América Latina. La fiesta de la libertad se ha sentido con fuerza desde la Patagonia hasta el río Bravo. Todos los pueblos han expresado su regocijo con una fecha llena de simbología y esperanza.

La historia está de moda. En todas partes del país se recuerda a los grandes héroes locales y nacionales. Hablamos con júbilo de los hombres y mujeres que aportaron su inteligencia, su esfuerzo y su vida por la Patria. Desde los pueblos más cercanos como Charalá, Socorro, San Gil, donde nuestros líderes tuvieron el valor de levantar su voz contra la tiranía, hasta los lugares más recónditos de nuestra geografía en donde los llaneros descalzados y desabrigados cruzaron la cordillera para dejar su huella en la historia.

En escuelas, colegios, universidades, en todos los municipios y departamentos se está haciendo la pedagogía del bicentenario. Una mirada al pasado para pensar en el futuro. Son muchas las preguntas que deberíamos hacernos en esta época de celebraciones: ¿Qué país hemos construido y cuál es el que nos merecemos? ¿Qué estamos haciendo por la paz y la reconciliación? ¿Por qué no hemos podido alcanzar en 200 años la anhelada reconciliación nacional? ¿Por qué más del 50 por ciento de la población aún se mantiene en la miseria y la pobreza?

¿Por qué seguimos, como hace 200 años, sumidos en una polarización que parece incurable, que amenaza la democracia? ¿Por qué todos no encajamos en el vecindario y hemos sido incapaces de levantar el muro que se ha construido alrededor de nosotros?

Pero nuestro mayor reto en este bicentenario es hacer cierta la Constitución de 1991. Desarrollarla, defenderla, volverla verdad para quienes reclaman sus derechos a la paz, la vida, la justicia.

La Carta Política debería ser el símbolo de las celebraciones. Porque es la guía a nuestro futuro y un gran avance democrático. Y tenemos que hacer cumplir al pie de la letra el mandato de la integración latinoamericana. No podemos estar celebrando el bicentenario en medio de un vecindario que nos mira con recelo, con sospecha, que nos considera no hermanos generosos, sino primos peligrosos.

Tenemos que volver la mirada al sueño integracionista de Bolívar, a su pensamiento iluminador. A pensar en grande en nuestra América mestiza. En sanar las heridas y caminar nuevamente juntos por el camino del entendimiento, del libre comercio, del libre tránsito de bienes y personas. Del desarme de los espíritus y de los ejércitos. Nadie quiere más guerras verbales, nadie desea más desgaste ni más provocaciones. El presidente electo, Juan Manuel Santos, tiene ante sí el reto mayúsculo de integrar a Colombia con sus hermanos. Y estoy seguro que lo va a cumplir, con tacto, perseverancia y talento diplomático.

A 200 años del grito de Independencia es hora de la reconciliación. El reloj de la historia nos lo exige. Bolívar nos lo reclama.

miércoles, 16 de junio de 2010

Bienvenidos a la libertad

Colombia, miércoles16 de junio de 2010

--------------------------------------HORACIO SERPA
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En plena efervescencia del mundial de fútbol las Fuerzas Armadas le metieron un golazo a las Farc: rescataron en plena selva, sanos y salvos, a tres de los policías de más alto rango y a un suboficial del Ejército en poder de esa organización guerrillera. Algunos secuestrados desde hace más de doce años. Colombia no sale de la alegría.

El general Luis Mendieta, los Coroneles Enrique Murillo y William Donato, y el Sargento Primero Arbey Delgado, regresaron del infierno en el que las Farc los mantuvieron, con una declaración para esa organización guerrillera: abandonen la guerra, liberen a los secuestrados y dedíquense a la política.

Tienen razón: las Farc son una organización en crisis. Derrotadas políticamente, acorraladas militarmente, aisladas internacionalmente, sin respaldo popular y la moral por el suelo, son una especie de dinosaurios que no caben en ningún zoológico, ni nadie los quiere en su casa.

Los secuestros se han convertido en el peor error de la guerrilla en su larga historia de desaciertos. Son su suicidio político. Pasados doce años de esa prácticas violatorias del derecho internacional humanitario, han perdido cualquier credibilidad. Según los recién liberados, las bases de la guerrilla presionan todos los días por la liberación de los plagiados. Solo la terquedad del Secretariado de las Farc les hace creer que pueden tener algún tipo de retribución por semejante barbaridad.

El secuestro les ha servido para congregar en contra suya al país entero. Las marchas exigiendo la libertad de los secuestrados, la exitosa operación Jaque, que trajo a casa a los tres contratistas norteamericanos, a Ingrid Betancur y a 14 personas más, han dejado a las Farc como una caterva de infames.

Hoy se está cerrando el espacio político para reclamar el acuerdo humanitario. El rescate militar empieza a ofrecerse como la única salida para quienes permanecen pudriéndose en la selva.

La cúpula de esa organización debería escuchar a los liberados. Y al país entero. La liberación unilateral de las personas en su poder, el fin del secuestro como arma política y la fijación de condiciones viables para negociar el fin del conflicto armado, sin zonas de despeje que el país no toleraría en medio de la euforia triunfalista de la estrategia de la seguridad democrática, le permitirían a esa agrupación una salida digna. Los países amigos y la comunidad internacional apoyarían una estrategia en ese sentido.

Cuando el país se alista a elegir un nuevo mandatario, sería oportuno que antes de que los colombianos voten, los candidatos revelen lo qué piensan frente a la posibilidad de una novedosa y diferente salida negociada al conflicto armado. Porque la única manera de medir efectivamente el éxito de la seguridad democrática es que el Estado obligue a las Farc a llegar a una mesa de negociaciones. Y que el mandatario elegido abra la puerta a la posibilidad de reinventar la paz y sentar las bases de un país reconciliado consigo mismo y con los vecinos. ¡Bienvenidos, queridos rescatados!

miércoles, 18 de marzo de 2009

De qué nos extrañamos?

Fuente: elnuevosiglo
Colombia, miércoles 18 de marzo de 2009

HORACIO SERPA

Esta semana se cumple un año mas de la Revolución de los Comuneros. Hace 228 años se desarrollaron los acontecimientos que ejecutaron Manuela Beltrán, Berbeo, Molina, Alcantuz y Galán, quien pasó a la historia como el máximo protagonista de esa epopeya de rebeldía y dignidad.

Aún se rememora con emoción ese acontecimiento que no ha tenido igual. En Santander lo sentimos en el alma y vivimos orgullosos de que en nuestra tierra se hubieran desarrollado tan épicas jornadas, que por mala fortuna no terminaron en la independencia que merecían los pueblos americanos. Pasarían casi tres décadas para que volvieran los amotinamientos y por fin llegara la libertad con Simón Bolívar.

La mala fe de los farsantes que representaban la corona y la felonía de los que se asustaron con la fuerza que tomó el reclamo de los indios y los mestizos que ellos mismos soliviantaron, produjeron las capitulaciones y la traición. La víctima propiciatoria fue el capitán José Antonio Galán.

Para horror de las actuales generaciones, recordemos los términos de la sentencia a muerte del Charaleño:

“Siendo, pues forzoso dar satisfacción al público, y usar de severidad, lavando con la sangre de los culpados los negros borrones de infidelidad con que han manchado el amor y ternura con que los fieles habitantes de este Reino gloriosamente se lisonjean de obedecer a su Soberano, condenamos a José Antonio Galán a que sea sacado de la cárcel arrastrado, y llevado al lugar del suplicio, donde sea puesto en la horcas, hasta que naturalmente muera, que ahorcado se le corte la cabeza, se divida su cuerpo en cuatro partes y pasado el resto por las llamas, (para lo cual se encenderá un hoguera delante del patíbulo),; su cabeza será conducida a Guaduas, teatro de sus escandalosos insultos; la mano derecha puesta en la Plaza del Socorro; la izquierda en la Villa de San Gil; el pie derecho en Charalá, lugar de su nacimiento, y el pie izquierdo en el lugar de Mogotes; declarada por infame su descendencia; ocupados todos sus bienes y aplicados al Real fisco asolada su casa y sembrada de sal, para que de esta manera se dé al olvido su infame nombre y acabe con tal vil persona, tan detestable memoria sin que quede otra que del odio y espanto que inspira la fealdad del delito”.

Después de leer tamaña afrenta a la dignidad humana, ¿alguien se extraña de los horrores que hemos sufrido? Es de esa clase de antecedentes que provienen los asesinatos a mansalva, las masacres, las fosas comunes, los descuartizamientos con moto sierra, y todas las barbaridades que a diario lamentamos.

Que pocos avances se han alcanzado. Hemos fracasado defendiendo la libertad, asentando la democracia y protegiendo los derechos humanos. Hemos sido pequeños ante el reto de Galán: “En nombre de Dios, en nombre de mis mayores y de la libertad, siempre adelante, ni un paso atrás, y lo que fuera menester, sea”. Volver a Inicio >

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miércoles, 13 de agosto de 2008

LA GUERRA, UN FANTASMA VIVO

Fuente: El nuevo Siglo



Por Horacio Serpa

Acabado el Comunismo y finalizada la Guerra Fría, el mundo creyó encontrar el momento para decretar el fin de la guerra como método de resolución de conflictos. Pero desde entonces, los bombarderos no han dejado de dejar caer en diferentes partes del mundo los misiles que acallan pueblos, someten voluntades, corren fronteras e imponen ideologías.

Las guerras de Irak y Afganistán son las más cruentas, ambas amparadas bajo la lucha global contra el terrorismo. El saldo de esas fatales intervenciones militares de una superpotencia como Estados Unidos contra un enemigo del tercer mundo petrolero como Irak o exportador de Talibanes como Afganistan, ha sido catastrófico. La superpotencia y sus aliados no han podido imponer la democracia en los desiertos inflamados de petróleo y guerrilleros leales a sus creencias religiosas y políticas.

Estados Unidos busca salir de esa guerra antes de que sea tarde. Pero el número de muertos crece. La destrucción de esos países no cesa. En Estados Unidos cada día más lápidas se esculpen con los nombres de los caídos. El dolor se riega como pólvora en el pueblo. Los candidatos presidenciales prometen devolver a los muchachos. Los votantes esperan el cambio de gobierno.

El recuerdo de Vietnam arde en los áridos desiertos iraquíes y afganos. Los ejércitos de la llamada democracia caen ante la invencibilidad de sus enemigos. Goliat derrotado por David. Pero la lección no se aprende. En todas partes del planeta la guerra se asoma como el antibiótico para atacar todos los males. Solo que en lugar de sanar, mata. Destruye.

Georgia, otrora integrante de la desaparecida URSS, atacó Osetia del Sur, que es prosoviética. Los rusos atacaron con tal ferocidad que la paz de esa parte del mundo estará en entredicho por largo tiempo. Los rusos apoyan las provincias separatistas de Abjazia y Osetía del Sur. Georgia clama por la solidaridad militar de Estados Unidos y la Comunidad Europea. Rusia se venga del reconocimiento mundial a la independencia de Kosovo. El mapa mundial se mueve. El oso soviético no permitirá que la OTAN se le meta al rancho.

La guerra se enseñorea en el planeta. La resolución pacífica de los conflictos parece una metáfora sin dolientes. China prende la pólvora de los juegos olímpicos, pero los tibetanos hacen sonar los disparos exigiendo su libertad.

En América las cosas no son diferentes. Se equivocó el maestro Arciniegas en su libro "Entre la Libertad y el miedo", cuando dijo que aquí nunca habría mas guerras. Los militaristas se creen triunfalistas y se arman para librar hipotéticas batallas con sus hermanos.

En Bolivia suenan sables y se conspira para escindir ese empobrecido y caótico país. Perú recibe insultos de Bolivia y le habla duro a Chile. Los guerreros están listos para disparar en Colombia y Venezuela. Ecuador no acepta excusas de Colombia. Huele a plomo mientras los deportistas buscan el oro. La guerra es un fantasma vivo. Matar es un deporte extremo pleno de fanáticos.

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