sábado, 24 de enero de 2015

¿Será verdad?

                                                             Trafugario
Por: Jose  Oscar Fajardo                                                        
Como estamos en época preelectoral, voy  a ponerme en la tarea de escoger a un “guacamalado” de candidatos a alcaldías, no solo de El Manicomio más grande del mundo o Crazy Port, sino de otros municipios aledaños donde se comparte más o menos la misma cultura política que nos viene por herencia cultural desde nuestros ancestros, con el fin de hacerles algunas preguntas de interés general. Para el efecto estuve charlando con un peculiarísimo candidato de Crazy Port, y esto fue lo que resultó. ¿Por qué quiere usted ser alcalde? Porque yo sí quiero a Barbosa. Porque soy legítimo barboseño nacido en el barrio Gaitán. Porque el presupuesto debe ejecutarse supliendo todas las necesidades y desarrollando todos los proyectos en bien de la comunidad. Porque Barbosa es uno de los municipios con mayor índice de desarrollo del Departamento y de golpe de todo el país. Porque Barbosa es en la práctica socioeconómica la capital del desarrollo regional, si se tiene en cuenta que es el epicentro geográfico del sur de Santander y del noroccidente de Boyacá, y es el punto equidistante entre Bucaramanga y Bogotá y se conecta con el Magdalena Medio directamente por la vía Vélez-Cimitarra-Puerto Berrío. Porque sus calles son anchas y tiene un clima de primavera constante como si fuera regulado por computador y además alberga mujeres muy bellas y sus gentes son muy amables y progresistas.
Ante semejante andanada de conceptos tan depurados yo de una vez pensé, este pingo sí es “político”. Entonces se me dio por jalarle la lengua para poder ver en serio sí era un perfecto enviado de dios (porque de eso tan bueno no dan tanto). Usted se cree político, le pregunté. Claro; soy liberal con tendencia conservadora porque soy un fiel creyente en dios y en todos sus mandamientos. Usted es pobre o rico, le retaqué. Yo soy pobre pero tengo la frente limpia, me dijo. Y tengo una sólida formación moral y ética. Cuántos hermanos tiene, le dije. Diez y yo soy el mayor y tengo 26 años. Usted se robaría un peso del presupuesto? le indagué. No, de ninguna manera; preferiría cortarme las manos. Pero les daría unos contratos a sus hermanos para que roben ellos; porque eso de ser pobre no tiene ningún sentido, le dije. Claro que eso sí; pero que roben ellos y no me involucren a mí y ahí verán qué le dicen a la Procuraduría, o a la Contraloría si se llegan a reventar. Sobre todo a dios. Porque el que robe el Estado debe irse para el infierno, dictaminó. Y por qué no a la cárcel, le pregunté. Porque las cárceles en Colombia para los delitos de ese tipo es como para estallarse uno de la risa. Además yo soy cristiano. Y cuando un funcionario va a robar al Estado, lo primero que hace es establecer el monto del robo y el presupuesto que se va a gastar en defensa, cuánto le queda, de cuánto es el canaso que se va a mamar, y una vez hecho ese balance, pues se mete en el negocio y la mujer y los hijos ya están de acuerdo.

A usted le interesa y/o le preocupa el futuro de la ciudad?  Claro pero primero estoy yo porque a la ciudad no le da hambre en cambio a mí sí. Tampoco tiene hermanos pobres en cambio yo sí. ¿Pero no dice que usted es muy ético? Teóricamente sí. Pero de las teorías, por comprobadas que estén matemáticamente, de eso nadie vive. ¿Y a usted no le da vaina ser así de descarado? ¿No siente temor a dios? Eso es un artilugio religioso para mantener al imbécil en un letargo eterno. Entonces me contra-preguntó ¿usted sí  cree en eso? Luego me dijo, excuse, pagó los tintos y se fue. 

jueves, 22 de enero de 2015

Entre ciegos y sordos

Horacio Serpa
“No hay peor sordo que el que no quiere oír”. Nada tan cierto. Al que no quiere oír poco valen las explicaciones, los argumentos, las reflexiones, los comentarios o los requerimientos. Sencillamente ya tiene una idea fija sobre el tema y no quiere o no le interesa cambiarla. Pasa lo mismo con el que no quiere ver.
 Es lo que está ocurriendo con la paz. A quienes se empecinan en oponerse al proceso que se adelante en La Habana, no les importa  nada distinto a oponérsele, a atacarlo, a desconocer los esfuerzos que hacen el Presidente Santos y su gobierno por conseguir la terminación de la guerra que hace 50 años se tiene con las Farc y el Eln.
Según el dicho popular, “son tercos como una mula”. Nada los convence. Ningún argumento los conmueve. Solo sus opiniones son las que valen, emitidas sobre la base de considerar un proceso imaginario que han construido en sus mentes con el solo propósito de argumentar contra el único existente, el único real, cual es el que se viene tramitando con las Farc en Cuba. Pero eso sí, se cuidan de insistir en que son partidarios de la paz. “La paz de los sepulcros”, les replican algunos.
Ya tuvieron la oportunidad de hacer la paz. Tal como lo habían prometido, trataron de acabar a las guerrillas mediante la acción militar. Lo intentaron con todo el ímpetu necesario, es cierto, pero no lo lograron, aun cuando golpearon con fuerza a las estructuras militares subversivas  y libraron de su accionar a importantes regiones del país, en medio de grandes cuestionamientos sobre Derechos Humanos. La culebra siguió viva. También optaron por la política que llaman del “apaciguamiento” y dos años tuvieron a comisionados de los Elenos en La Habana conversándoles sobre la importancia de una solución política a la guerra.
Al final de su prolongado mandato siguieron las Farc, el Eln, “Megateo”, las Bacrim, el narcotráfico y la delincuencia común.
Hicieron el esfuerzo, nadie lo niega. Lograr la paz por cualquiera  de las dos vías es muy difícil. Pero, ¿por qué se oponen a los esfuerzos de Santos? Porque solo les interesa la paz de ellos; por egoísmo político; por rabia con el Presidente; porque mientras haya guerra tendrán argumentos para seguir haciendo política y ya sabemos que se aproximan las elecciones de Octubre.
La instrucción del Presidente Santos a sus comisionados para comenzar a hablar de cese al fuego bilateral y definitivo ---diferente al indefinido de las Farc---, es un indicio de que vamos bien hacia la terminación de la guerra. Los vanos argumentos del uribismo no serán suficientes para destruir lo mucho que se ha hecho. Hay que buscar la paz “hasta debajo de las piedras”, para darle una nueva y grata vida a los colombianos.
Adelante Presidente Santos. Como en el grito de sus antepasados, “ni un paso atrás”.
Bogotá D.C., 19 de Enero del 2015

viernes, 16 de enero de 2015

Arremetida Terrorista

                             Por Gerardo Delgado Silva
El ataque terrorista islámico, contra la Revista satírica Charlie Ebdó, en Francia, símbolo de la inteligencia, el humor y el arte occidental, es sin lugar a duda una colosal tragedia, que además constituye un deplorable ejemplo de la peligrosa disparidad entre el progreso de la cultura y el envilecimiento de los valores humanos.
Fanatismo vesánico del Islam, más dogmático y cruel, en una mezcla insidiosa por intencionada y malévola.
Es una práctica recurrente de la extrema derecha, en la que se halla subsumido el islam.  En palabras de Albert Camus, “El terrorista renuncia a la complejidad del hombre y se introduce en el territorio de lo inhumano”.  El terrorista degrada la condición humana, es una renuncia definitiva de la política.
Los paramilitares de nuestra patria, urdidos por mentes obscenas de extrema derecha, contra blancos escogidos, pero con personas campesinas inocentes y desprevenidas a su derredor, ha sido una horrible tragedia.  Crímenes contra la humanidad sincronizados con el proceder de los islamistas, de manos diestras, fanáticas y suicidas.  A esto se añade la personalidad psicopática de los conquistadores, después de siete siglos de guerra precisamente contra los árabes.
Es paradojal, pero se infiere lógicamente que los sujetos de Al - Qaeda, coautores del genocidio en la Sede de la Revista Charlie Ebdó, ignoraban que la palabra Islam significa resignación, el acto fundamental de la Fe Musulmana, que de ese modo afirmaba Mahoma, la predestinación del hombre, pero incluía subsidiariamente toda índole respecto a múltiples circunstancias de la vida cotidiana.
La gran transformación que sufrió el pueblo árabe fue obra de Mahoma, un predicador religioso que nació en el seno de la Tribu de los Koreichitas, quienes tenían el cuidado y administración del santuario  de La Caaba.
Temperamentalmente místico, Mahoma se vio obligado por las necesidades de la vida a ocuparse en el tráfico de las caravanas.  Esta actividad le permitió entrar en contacto con algunas comunidades judías y cristianas del Norte de Arabia y de Siria, de las que aprendió los principios del Monoteísmo.
Inclinado a la meditación, llegó a sentirse impulsado por una revelación divina que le ordenaba predicar.
La doctrina de Mahoma reposaba sobre la creencia en un solo dios, como ya se anotó al que conocía con el nombre de Alá.
Los árabes se sintieron movidos por las palabras de Mahoma a luchar contra sus vecinos infieles.  La lucha, además, no era difícil, porque los Estados que rodeaban al mundo árabe – El Imperio Bizantino  y el Imperio Persa – no parecían por entonces capaces de ofrecer gran resistencia a unos guerreros consumados.
Así fue como los sucesores de Mahoma -  que recibieron el nombre de Califas – emprendieron la conquista de las regiones vecinas, para afirmar la autoridad de los musulmanes sobre la Arabia, donde había aún infieles y muchos que, al morir Mahoma, habían abandonado la Fe.  Pero en dos violentas campañas pudieron echar las bases del Imperio  con la conquista de Palestina y de Mesopotamia, que quitaron  a los persas.
El Corán decía: “La Tierra es de Dios, quien concede su gobierno a los musulmanes”.  Este principio legitimaba la Conquista y daba fundamento suficiente a la autoridad de los Califas.
Las características particulares del atentado en Francia, no son desconocidas.  Se trata de una manifestación de terrorismo urbano, deliberadamente concebido para producir víctimas en diversas personas, en este caso los caricaturistas inocentes y así generar pánico colectivo.
Quienes fomentan un clima de terror en cualquier parte del mundo, deben saber que por ese camino no van a obtener sus propósitos ni a torcer el destino de la libertad, la democracia, la paz, y los principios básicos de la civilización e incluso contra los más elementales de toda convivencia que merezca llamarse humana.
El empleo del terror, se explica por la psicología judicial, como pulsiones subjetivas que obran en personas que experimentan enormes dificultades para adaptarse al entorno social.
Quiera Dios, conducir a éstos antisociales de extrema derecha, enemigos de la paz como los de nuestra patria, a una conducta civilizada, porque esas tendencias aniquiladoras de algunos pueblos orientales, llevarían al mundo ya al borde de una catástrofe total.  Escrito para bersoahoy.co   – sección editorial

jueves, 8 de enero de 2015

Cartas del lector

Columna de reflexión, sobre "Charlie Hebdo"
Amigo Bernardo:
Por cuanto Usted, sin estar en el centro de los acontecimientos, por su formación intelectual y su actividad profesional tiene una vista privilegiada de este caso que enluta el periodismo europeo, considero que su opinión es valiosa para dilucidar en el marco de nuestra sociedad las verdaderas
causas de este evento trágico que cegó las vidas de doce personas.
Como es la costumbre, los medios de comunicación nos presentan el caso como un simple acto aislado de terrorismo y condenan de facto la acción de sus autores; sin embargo, creo que quienes vivimos en esta parte del mundo, explotada y sometida históricamente por los centros de poder dominantes de Europa y Estados Unidos, tenemos el deber de analizar juiciosamente estos hechos para formarnos nuestra propia opinión.
Reinaldo Ramírez
Vale la pena que nos preguntemos cuales son los verdaderos intereses encubiertos beneficiados, o mejor, auspiciados y defendidos por el equipo satírico de "Charlie Hebdo" y cuales son los nexos de sus caricaturas que vilipendian las creencias religiosas y la cultura ancestral de los árabes con las llamadas "Primaveras árabes" que sirvieron a Estados Unidos y a la OTAN para derrocar algunos gobiernos incómodos y poner en su lugar a sus amigos y socios en el proyecto de apoderamiento de
los recursos naturales de estas naciones.
Atento saludo,

Reinaldo Ramírez

miércoles, 31 de diciembre de 2014

El deprimente mensaje del salario mínimo

                                    Por: Bernardo Socha Acosta
No es habitual que nos asalten estos pensamientos, pero los hechos no demuestran lo contrario. Los empresarios colombianos y el gobierno enviaron  un deprimente mensaje a sus compatriotas .
Un pasaje básico de la filosofía de justicia social dice: ‘Respetar  la verdad y poner en práctica el principio que asiste a toda persona a que se respeten sus derechos y que le sea reconocido lo que le corresponde’…  se interpreta como uno de los mandatos elementales de la justicia social, para que surja uno de lo más preciado, como es la Paz.
Pero hoy cuando finalizamos un calendario más de nuestra vida y la evolución del sistema de política nacional, parece no concordar en lo más básico, porque  quienes tienen el poder de la economía y del estado, no demuestran que quieran realmente la concordia entre los colombianos.  Es que la concordia no llega solo porque se acabe la guerrilla en  las montañas colombianas. La paz es algo diferente en la que estamos comprometidos, las ramas del poder público, los entes de control, los gobernados y las organizaciones no gubernamentales. Y nadie puede negar que los diálogos son básicos para un país mejor.
Y el reajuste del salario mínimo es una de las claras  demostraciones de las contradicciones de querer la paz para los colombianos.  Porque es que una familia con su poder adquisitivo cada vez más   debilitado, no puede unirse a la prosperidad, sino a la inconformidad nacional.  Y esto sumado año tras año, va creando bombas de tiempo.
Para  nadie es un secreto que la injusticia  unida a la corrupción  y otra serie de  anquilosadas prácticas, son el caldo de cultivo de la violencia que se ha extendido en Colombia por más de 50 años y hoy se pretenden  solucionar con unos diálogos en la Habana, mientras los empresarios y el gobierno  atizan inconformidad que es igual a violencia, con el irrisorio aumento del salario para algo más de  1’250.000  compatriotas que cada vez ven más lejos una sobrevivencia  que alcance para aumentar algunos gramos de pan en su comida.
Y este hecho  sumado a  la  gran franja de la población que ni siquiera el salario mínimo devenga, porque vive del rebusque y otro gran porcentaje de colombianos que vive de la pobreza y otra más en la física indigencia, es lo que genera violencia.  Entonces, cómo podemos pensar  que en Colombia  vaya a haber paz, si esa paz que soñamos, saldría de las montañas, si se firman acuerdos con las FARC, pero la violencia urbana sobrevive y se incrementa como todos los días lo vemos. Unos que atracan por buscar un pan y otros (la mayoría) que lo hacen por vicio y para acrecentar sus voraces y desenfrenos  deseos de  vivir bien sin trabajar.
Siempre creímos en las bondades de los diálogos entre el gobierno y las Farc, hasta que vimos la contradicción de los empresarios y del estado, al proceder a reajustarle el debilitado sueldo de los colombianos con salario mínimo.   Si no conociera el país, los extravagantes y jugosos balances de utilidades de las grandes empresas, entre ellas la banca, se justificaría la renuente posición para llegar a mejores acuerdos en la mesa de concertación salarial,  como mínimo un 5,5%, pero  esa negativa de los empresarios, patrocinada por el gobierno, deja mucho que pensar,  del real  espíritu de encontrar la tan cacareada PROSPERIDAD  nacional. 

martes, 23 de diciembre de 2014

Navidad Dulce y Triste

                                 Por Gerardo Delgado Silva
La extensión universal de la Fiesta de Navidad,  así como su profundidad en los sentimientos de las gentes, son de las muestras más eficaces del sentido ecuménico del cristianismo.  El Nacimiento del Niño en el pesebre como fuerza humana que desborda y desafía a las demás de todos los tiempos, es una escena que identifica a las almas sensibles, más allá de cualesquier otras consideraciones, inclusive las religiosas.  No es preciso ni siquiera ser creyentes en alguna deidad, para comulgar en estas emociones.  Es una fecha de exaltación del ser humano, desde la modestia de las pajas de Belén, hasta las proezas supremas del Espíritu.  Y con este motivo se concreta al ser humano en el niño, en los niños.
Es, por excelencia, la fiesta de los niños, la de la Navidad,  así pase con frecuencia, infortunadamente, sin dejar huella de un serio propósito de obrar bien frente a la infancia.
En ese como en otros aspectos, las vibraciones de Navidad son pasajeras; apenas un remanso en el turbión de los hechos, de las pasiones, de los conflictos, de las guerras, de las obcecaciones.
Es pertinente recordar, que nadie como el prestigioso escritor inglés Charles Dickens, en El Cuento de Navidad, ha sabido captar con gran imaginación ternura y amor por los que sufren el Espíritu de la Navidad.
Tres fantasmas, los de las navidades pasadas, las presentes y las futuras tocan y cambian el corazón de un viejo avaro quien ve a lo largo de un tortuoso recorrido por su vida, como las gentes sencillas algunos de ellos servidores del anciano Scrooge, en los días de la conmemoración de la venida de Jesús, hacen a un lado sus sufrimientos y pesares- o por lo menos tratan de olvidarlos- para unirse en familia y recogerse en la espiritualidad y la Fe. Entiende el testarudo Señor Scrooge – y ese es el mensaje del cuento – como la alegría de la vida está hecha de lo simple, de lo fácil y lo bello que hay en el corazón del ser humano, no importa lo duro y cruel que pueda ser y que ello es más evidente en el entorno familiar que debe ser el centro de atención de estas fiestas navideñas, que invitan a reflexionar en cómo hemos sido a lo largo del tiempo con nuestros semejantes y nuestros seres queridos.
Entonces, resulta agobiante, saber que la violencia salvaje y primitiva haya sido el común denominador de nuestra historia.  Nunca, con cualquier régimen anterior la vida humana ha merecido el elemental respeto que Jesús predicó con amor como Dios, y que la civilización – o lo que por tal se entiende – le reconoce.
El hecho de que en otros pueblos ocurra igual cosa no es disculpa para aceptar el terrorismo, los falsos positivos- otra forma de terrorismo-  y todas las formas de atentados, ya provengan de los grupos subversivos o de los paramilitares, como algo tan normal como inevitable, a lo que no hay más remedio que acostumbrarnos pues no tiene escape.
Hasta ahora, con los diálogos serios se busca borrar las causas de la violencia fratricida en todas sus formas de oprobio.
Escandalosa oposición con la moral cristiana, traducida en los principios básicos de nuestras leyes. El informe de Human Rights Watch: “Aprenderás a no llorar: Niños combatientes en Colombia”, ha puesto el dedo en una llaga hace tiempo abierta y descuidada.  El reclutamiento de menores de edad en las filas de la guerrilla y los paramilitares  en nuestro país es una práctica tan horrenda, como anti-cristiana.  Y lamentablemente, combatida apenas de palabras.
¿ Es así, como se obra bien frente a la infancia?.
Se ha ofrecido al mundo moderno el mas negó y tiste espectáculo de rechazo  a las sublimes virtudes proclamadas y enseñadas por Jesús.
Navidad no es solamente fiesta y boato, no es únicamente el intercambio de regalos.  Navidad es hermandad, es bondad, es la palabra amable, la mano amiga, la oración.  Navidad es la visita al que sufre, el acto de desprendimiento y de afecto.  Es la oportunidad
De renovar el espíritu, de insistir en la incansable búsqueda de la reconciliación.  Desde ahí es de donde se construye la Paz, no obstante los enemigos y su grotesca  y reprochable irracionalidad.  Ahí está el leviatán denominado “Centro Democrático” del Señor Uribe Vélez, donde milita José Obdulio Gaviria, asesor de su primo Pablo Escobar Gaviria, el más grande narcotraficante y terrorista del país, y otros de extrema derecha, algunos altos funcionarios, que encubren la realidad, aquella que ha engendrado la pobreza que hoy es miseria.
Empero, como los colombianos de bien anhelamos la paz de la cual dijo Jesús: “Mi paz os dejo, mi paz os doy…” el pueblo tiene conciencia sobre el crítico estado actual de la sociedad que viene de tiempo atrás, apoya evidentemente los diálogos y recuerda agradecido esas palabras de David en el Salmo 42: Júzgame tú oh Dios, y toma en tus manos mi causa, líbrame de la gente impía, y del hombre inicuo y engañador.” Colombia está persuadida de quiénes son esos hombres inicuos y engañadores.
Qué bueno sería que cada colombiano hiciera hoy no solo un acto de Fe, sino de desprendimiento para arrancar una sonrisa al que sufre, para ofrecer consuelo al deprimido, para dar un juguete por sencillo que sea, al niño que no lo recibirá. Desde ahí, es desde donde se construye la paz y se revive la Fe.  Un acto vigoroso de solidaridad y de fortaleza moral, en torno a los motivos más valiosos y enaltecedores de la especie, sintetizados en el espectáculo del Nacimiento del Niño Jesús, cada día más fuete en su debilidad, al través de los siglos y los siglos.
Feliz Navidad.  Que la Noche de Navidad, acerquemos los corazones a Dios.  (escrito para www.bersoahoy.co)

lunes, 22 de diciembre de 2014

Cartas del lector. El presidente Juan M. Santos dice:

Estimado BERNARDO SOCHA ACOSTA 
Me gustaría contarle la historia de Dagoberto Vargas, quien lo perdió todo más de una  vez. La violencia se ensañó con él durante casi tres décadas. Primero lo sacaron corriendo de San Vicente del Caguán y años después –cuando el conflicto parecía cosa del pasado– tuvo que abandonar la vida que había reconstruido en una población del Huila. 
Su historia, como la de millones de colombianos, es tan cruel como suena: la de un desplazado al que volvieron a desplazar. Y como si las cosas no pudieran ser peores, a Dagoberto no le fue posible conseguir un trabajo digno, por su edad y por una discapacidad en el brazo. 
Hoy, sin embargo, él dice algo que resulta inverosímil: “Me siento muy contento”… Difícil creer que esas palabras vengan de quien ha padecido tantas angustias, pero así es. Don Dagoberto es uno de los 480 mil compatriotas a los que hemos reparado por medio de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas. 
Él se siente afortunado porque –después de tantas dificultades– ahora tiene lo que nunca creyó que fuera posible: un techo y un negocio propio –de frutas y verduras– en Soacha, Cundinamarca. “Perdonemos… nosotros (las víctimas) tenemos que ser ejemplo”, dice él, reconciliado con la vida y dispuesto a reconciliarse con sus victimarios. Este diciembre, su Navidad será en paz y con perspectivas reales de un próspero Año Nuevo.
Video
Don Dagoberto es una de las caras de lo que hemos logrado en nuestro gobierno. Colombianos como él son la razón de ser de nuestra labor. Su historia y la de otros miles nos recuerdan a diario que hemos hecho mucho, pero todavía nos falta mucho por hacer. Acceder aquí al video
Hay más heridas por sanar y otras vidas por reconstruir, pero vamos por buen camino. La Colombia que soñamos es el nuevo país que desde ya todos estamos construyendo: en paz, con equidad y mejor educado. 

Le deseo una feliz Navidad.

Firma presidente
Juan Manuel Santos.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

La indignación ciudadana con la justicia

Los derechos humanos y las decisiones judiciales
Por: Bernardo Socha Acosta
No era común que los ciudadanos lanzaran duras críticas contra el sistema de administrar justicia en Colombia.  Pero hoy ya es  frecuente que las diatribas contra la justicia se escuchen por todas partes. Los ofendidos se preguntas si es el sistema o son las personas  que han sido seleccionadas para administrarla.  
Lo ciertos es que en varias encuestas, que diferentes medios de comunicación han hecho en los últimos días sobre el concepto de justicia en Colombia,  los ciudadanos se han encargado de darle la peor calificación de la historia.
Los últimos hechos en los que delincuentes reconocidos capturados en flagrancia y ciudadanos que por embriaguez han causado la muerte, no de una, sino de varias personas a la vez y los jueces los han enviado a sus casas con argumentos   que para el común de la gente constituyen una afrenta, ha desfigurado  por completo la función de quienes en épocas  no muy lejanas eran sagrados y respetables.
Los peligrosos delincuentes que cometen toda clase de fechorías y son enviados a sus casas,  ha despertado el instinto de venganza de muchos afectados, al ver que en Colombia la justicia desapareció.
Ya se ha visto en varias ciudades de la Costa atlántica que las comunidades de bien han intentado linchar a   los antisociales que se dejan arrestar, porque consideran que de nada sirve que la policía actúe para capturarlos, si más se demora en llegar a los juzgados, que  dejarlos libres, como en un aparente premio por la acción delictiva.  
Estas acciones contra los que violan  las más elementales normas de convivencia y legalidad, es un irrespeto contra el buen ciudadano. Y por eso se está incubando un sentimiento de venganza  y de justicia propia.
Dicen los  que han sido afectados en sus derechos, por decisiones judiciales, que si bien es cierto que hay congestión carcelaria, ese factor  no es óbice para denegar la justicia que merecen los buenos ciudadanos y el castigo  que merecen  los infractores.
La animadversión que las personas de bien, afectadas por hechos delictivos y, al mismo tiempo afectados por decisiones judiciales,  está almacenando un peligroso desenlace de sentimientos de rencor contra varios sectores que posiblemente traerán graves consecuencias en el futuro.
Y valga decir que si en la fecha se celebró el día de los derechos humanos, eso es lo que precisamente reclaman los buenos ciudadanos que ven vulnerados sus más fundamentales derechos por parte de elementos antisociales que ya no tienen el más mínimo principio de esa gracia humana,  y, si no hay justicia que los proteja, qué le queda al ciudadano, o a una sociedad…  Estamos los ciudadanos, frente a un dilema y de espalda a los derechos humanos. Dicen que el prestigio se gana, no se impone.

domingo, 7 de diciembre de 2014

OTRA DEPRAVACIÓN DE URIBE

                             Por: Gerardo Delgado Silva
Con otra sonora impostura, el Senador Uribe está satanizando el Proceso de Paz.  Ahora, con un sentimiento profundo de indignidad y pequeñez, sugiere que el Gobierno del Presidente Santos,  le está entregando el país a las FARC.  Es comprensible su postura, en la medida en que la retórica del gobierno de Uribe envileció todo el lenguaje de las grandes causas, hasta convertirlo en símbolos de la traición y de la impostura.
Y es que a muchos colombianos infortunadamente les faltó buen juicio hace años, en el momento de elegir y optaron por Uribe, no obstante que carecía de partido, y , por lo tanto, sin raíces ni centro de gravedad.
Las ideas y la disciplina fueron sustituidas por la frivolidad, la arrogancia, la demagogia y la improvisación.  Ofreció el cambio, pero nos entregó la decrepitud con los parapolíticos.
De la patria en su gobierno,  podría decirse algo parecido a lo que dijo Alberto Lleras de la Argentina alguna vez: “Es un continente que tiene detrás de sí un brillante porvenir”.
El señor Uribe se desbordó en su mandato, sobre sí mismo como Tántalo.  Cada vez es más evidente que no ha controlado su ira y desmesura.  Sacó a la luz marcados rasgos policiales y una desmedida paranoia en cuyo nombre se cometieron muchas injusticias inescrupulosamente.
La legitimación de una distribución de tierra en  manos de esa nueva clase formada por la élite del paramilitarismo, que adquirió tierras – a su manera- a lo largo y ancho del territorio nacional.
Ahora que el señor Uribe y su grupo, se oponen a la paz; están desnudos el absurdo y la insignificancia.
Empero, sigue con sus ínfulas cortesanas,  con el desprecio señorial por el Estado de Derecho, haciendo resurgir su agazapado fascismo, nutriéndose del odio y de la exclusión, con la pedagogía de la intolerancia y del resentimiento.
Así pues, no debe causarnos estupor, su fementida afirmación, porque mantiene grabada en su mente enferma, la imagen de Hitler, con el triunfo de un solo modelo, de un solo  camino, de una sola verdad, de una sola estética, de una sola lengua;  constituyendo una amenaza tan grande como lo sería en el reino animal el triunfo de una sola especie, o en el reino vegetal el triunfo de un solo árbol o de un solo helecho.
Solicito respetuosamente a mis lectores, que me permitan reiterar lo que expresé en otro artículo: Durante ese gobierno, - se entiende del señor Uribe- la magnitud de la influencia de los grupos paramilitares sobre extensas regiones del país, se convirtió en un fenómeno dramático.  Los paramilitares exhibieron esa influencia, no solo militar, sino política, social y económicamente.   Y con capacidad de incidencia sobre presupuestos y  autoridades municipales.   Con un poder de intimidación y fuego, que produjo decenas de miles de desplazados y cientos de masacres y asesinatos selectivos.  A diferencia de la guerrilla, los paramilitares no surgieron contra el sistema, sino desde el mismo, con la bandera de defender la propiedad y ayudar al Estado a combatir la subversión.  Así mismo, crearon los “distritos electorales”, como lo expresó Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, cuando exhibió el propósito de elegir a Uribe Vélez.  Ese paramilitar, orquestó el negocio ilegal del régimen subsidiado de salud (ARS), encargado de atender a la población más desprotegida de Colombia.  Terminaron esos dineros siendo utilizados para comprar armas, alimentar el narcotráfico, y encender aún más la guerra.
Empero, fueron premiados con la Ley de Justicia y Paz, así se prescindiera torticeramente de amnistías e indultos.  Y quedaron las víctimas condenadas al olvido forzoso.  ¿No es esta historia maloliente, una entrega del país a estos delincuentes?
Han quedado descubiertas las pesadumbres vituperables del señor Uribe, que permiten advertir los peligros que nos amenazaban, los abismos insondables que estuvimos orillando.
Estos hechos procaces, ¿No constituyeron en puridad de verdad, durante el anterior gobierno, una frenética entrega del Estado Colombiano a la morralla de los paramilitares que mancillaron la propia piel transparente de la patria? ¿Porque tanto silencio sobre lo que nos degradaba? ¿No era el profundo letargo moral de ese gobierno anterior?
Parecía como si se hubiera capitulado en la patria, ante todos los deberes.  Solo silencio ante lo que nos degradaba, la enfermedad moral de ese gobierno que desdeñó la justicia.
El Señor Presidente Santos, está por el contrario, transitando con denuedo y decisión imperturbables los difíciles caminos de la paz y la justicia.
Iherin nos predicaba: “Cuando Dios quiere la prosperidad de un pueblo, no se da por caminos fáciles, sino que le hace ir por los caminos más difíciles y penosos”.

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