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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Derrotar la corrupción

Miércoles, 17 de noviembre de 2010

-----------------------------------Por Horacio Serpa

La corrupción es el cáncer de la democracia. Y está haciendo metástasis en Colombia. Con razón el Presidente Santos ha encendido las alarmas y ha fijado la derrota de ese delito en el mismo nivel que el terrorismo.
No hay cifras concretas de cuánto de la riqueza nacional se queda en los bolsillos de los corruptos, llámense contratistas, dirigentes políticos, empresarios, organizaciones criminales. La pobreza aumenta de manera vertiginosa de la mano de estos delincuentes que se roban la plata del desarrollo y el bienestar social, para financiar sus proyectos personales o grupales.

El caso más aberrante es el desfalco a la salud. Para nadie es un secreto que en muchos lugares del país esos recursos se han desviado hacia particulares, pero principalmente a los paramilitares, que saquearon la red hospitalaria y convirtieron los centros médicos en sitios de mala muerte, literalmente, en donde la gente va a morirse no a sanarse, en manos de personal que no recibe salarios durante años y no cuenta con elementos para realizar sus labores.

Basta escuchar las declaraciones de los paramilitares en Justicia y Paz para constatar esa realidad y visitar los hospitales de las zonas de influencia paramilitar para constar dicha realidad. No en vano el sistema de salud está quebrado. La plata se la roban de manera descarada los corruptos, armados y desarmados, sin que nadie haga nada para evitarlo. Pero así ocurre en todo el país, además, con los recursos para la educación, el agua potable, las carreteras, y un largo etc.

En los últimos días los medios de comunicación se han encargado de destapar muchas de esas ollas podridas. El olor es nauseabundo. El más notorio es el caso de los Nule, cabeza de los carteles de la contratación en Bogotá.

También se han destapado actos de corrupción en Fondelibertad, el Das, Incoder, Dirección Nacional de Estupefacientes, Banco Agrario, Inpec, Dian, Ingeominas e Inco. Tremenda labor tienen ante sí los órganos de control para identificar y castigar a los culpables de semejante tragedia nacional.
El Gobierno Nacional tiene que poner la lucha contra la corrupción como un objetivo nacional, si es que queremos avanzar en el fortalecimiento de la democracia, el logro de la paz y la generación de garantías para la inversión extranjera. No podemos seguir siendo una nación que se vanagloria de ganar la lucha contra el terrorismo, pero pierde todos los días la lucha contra los corruptos, que son langostas que se devoran el bienestar colectivo.

Esa cruzada nos involucra a todos los colombianos, pero debe comenzar con la aprobación de una ley anticorrupción que le otorgue verdaderas herramientas al Estado para desmontar ese flagelo. El Congreso tiene que demostrar que sí es digno de nuestra confianza. Nos merecemos ser una nación donde ser honesto sea una virtud y no una rareza. Hay que borrar el criterio de que la política es para enriquecerse y el Estado para esquilmarlo. La impunidad no puede ser el sello de nuestra nación.

lunes, 12 de abril de 2010

Las elecciones en el exterior, o el olvido de los emigrantes colombianos

Por: Mauricio Trujillo Uribe
11 de abril de 2010

En un mundo globalizado como el nuestro, el Estado colombiano debe y puede colaborar con las comunidades de emigrantes colombianos en dos campos fundamentales: su integración a las sociedades donde residen y el mantenimiento de sus lazos con Colombia.

¡Casi un mes ha transcurrido desde las elecciones parlamentarias del 14 de marzo y no conocemos aún quién será el vocero en la Cámara de Representantes por los colombianos en el exterior, ni tenemos los resultados de la votación en el exterior! Absurdo retardo de la Registraduría, cuyo primer y único boletín fue emitido el 15 de marzo, con 41% de mesas escrutadas, y luego retirado de la página institucional.

Éste es un hecho lamentable para la democracia colombiana, que deja perplejos a quienes vivimos fuera de Colombia y genera un ambiente de suspicacia sobre la transparencia de los resultados en el exterior. Tanto más que el número de votos en la circunscripción internacional es reducido: se estima que en estas elecciones no supera los 50.000. En efecto, asistimos en el exterior a una abstención de cerca del 85% sobre casi 350.000 cédulas inscritas, un número a su vez pequeño frente a una población emigrante de más de 4 millones de colombianos.

La escasa participación electoral en el exterior está en parte ligada al sentimiento de olvido que experimentan muchos compatriotas. Otra actitud podría esperarse si el Estado colombiano desarrollara políticas de mayor alcance sobre esas comunidades. Por ejemplo, las remesas que envían los emigrantes representan hoy cerca de 5.000 millones de dólares anuales, el segundo rubro de ingresos del país después del petróleo. Así, el impuesto nacional a las remesas, alrededor de 36.000 millones de pesos por año, podría alimentar un fondo de fomento para ofrecer créditos baratos a los emigrantes que presenten proyectos de pequeña empresa en sus países de residencia, y para financiar un banco de proyectos que promueva y respalde el retorno digno al país.

De otro lado, esta escasa participación electoral también se debe al desconocimiento que tienen los emigrantes sobre las elecciones mismas: cómo y dónde votar cuando se vive fuera del país. A diferencia de México, Ecuador y otros países con alta diáspora como Colombia, los cuales adelantan en el exterior vastas campañas institucionales de información pedagógica, nuestro país brilla por su ausencia. Tampoco ha sido favorable la decisión de la Cancillería colombiana de no autorizar la publicación de los programas de los candidatos a la Cámara de Representantes por la Circunscripción Internacional en las redes sociales (páginas Web) del Ministerio de Relaciones Exteriores, como RedEsColombia y otras. Otros países sí lo hacen.

El corto tiempo para inscribir la cédula en los consulados es igualmente una causa determinante de la baja votación en el exterior. ¡Para estos comicios de 2010 las autoridades electorales dieron apenas algo más de un mes a finales del año pasado! Tratándose del colombiano "de a pié", que en general reside lejos de los consulados y sólo va a éstos cuando lo necesita, lo normal es que dicho censo electoral esté abierto de manera permanente durante los cuatro años anteriores a las elecciones. Por si fuese poco, en esta ocasión el número de votos nulos en el exterior parece ser muy alto, a juzgar por el hecho de que muchas personas marcaron en el tarjetón electoral tanto la lista para la Cámara internacional como las listas por las comunidades indígenas y negras, debido al confuso diseño del tarjetón.

Los colombianos en el exterior exhortamos a las autoridades para que realicen los correctivos pertinentes con miras a las elecciones presidenciales del próximo 30 de mayo. Y esperamos del Congreso y del Gobierno, que se posesionarán el próximo 20 de julio, las necesarias reformas electorales para garantizar amplia información, transparencia y eficiencia en los comicios del 2014. Entre otras, las relacionadas con la eliminación del voto preferente, los mecanismos para impedir las distintas modalidades de fraude, la financiación anticipada de las campañas, la ampliación de la circunscripción internacional para la Cámara y la creación de una circunscripción internacional para el Senado.

Igualmente, felicitamos al candidato electo a la Cámara por los colombianos en el exterior, y le deseamos éxitos en el fortalecimiento de una política pública migratoria integral. En un mundo globalizado como el nuestro, el Estado colombiano debe y puede colaborar con las comunidades de emigrantes colombianos en dos campos fundamentales: su integración a las sociedades donde residen y el mantenimiento de sus lazos con Colombia.  Más noticias en http://www.bersoatv.com/

martes, 14 de abril de 2009

El que la hace, la paga


Fuente: elnuevosiglo.com Colombia, miércoles 15 de abril de 2009

HORACIO SERPA
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La elección de Alberto Fujimori como Presidente del Perú fue un verdadero palo. Ni siquiera su contrincante y virtual ganador, el famoso Vargas Llosa, había considerado esa posibilidad. Cuando días antes de la fecha electoral Fujimori comenzó a figurar en las encuestas con una importante intención de voto, el escritor ni se había percatado de su existencia.

De ahí en adelante todo fue color de rosas para el nuevo Mandatario.
El pueblo lo rodeó con alegría y su lucha contra la guerrilla y el terrorismo fue acogida fervorosamente. Sendero Luminoso empezó a apagarse y sus máximos cabecillas fueron abatidos o encarcelados, entre ellos el denominado “Presidente Gonzalo”. Para lograr la pacificación apoyó sin vacilaciones las llamadas “rondas campesinas”, una especie de paramilitares que hacían “limpieza social” y apoyaban al gobierno con alborozo.

Fujimori rompió con el tradicionalismo político y abrió posibilidades a nuevas expresiones partidistas. Eliminó al Congreso de la República para instalar en las curules legislativas a sus seguidores y se enfrentó resueltamente a la Corte Suprema de Justicia, hasta que logró sustituirla. Con avasalladores procedimientos pudo ubicar en las responsabilidades más importantes del sector público a sus incondicionales. Su poder se hizo inmenso y nadie le ganaba en las encuestas de opinión.

Como su popularidad crecía cada día, hizo lo necesario para que se reformara la Constitución Nacional y poder aspirar a la reelección presidencial. Lo logró y el pueblo lo apoyó resueltamente, hasta el punto de ganar en primera vuelta. Reelegido, encontró la manera de interpretar a su favor una norma constitucional, para buscar por tercera vez la Presidencia. A pesar de que se dio en el país una gran discusión sobre la legalidad y la conveniencia de esta nueva aspiración, el pueblo lo eligió nuevamente. Todo indicaba que se perpetuaría en el poder.

Pero vino la destorcida. Se conocieron muchas equivocaciones en el mando, los errores gubernamentales fueron creciendo, se supo de arbitrariedades y de abusos, se descararon muchos de sus funcionarios corruptos, las quejas sobre violaciones a los derechos humanos trascendieron las fronteras peruanas, los opositores fueron perseguidos y gravadas sus conversaciones telefónicas y se descubrieron las perversidades de Montesinos, su fiel servidor en el servicio secreto, una especie de DAS de los peruanos.

Como el que la hace, la paga, Fujimori terminó escapándose de su País y renunciando a la Presidencia.

Hoy, el héroe de ayer está preso y acaba de ser condenado a 25 años de cárcel, convicto de abusos y de atropellos, de complicidades en asesinatos, de indeseables comportamientos. De santo en el cielo, pasó a ser villano en el infierno.

El poder público exige ponderación y respeto al ordenamiento jurídico.
En una democracia “el fin no justifica los medios”. La denominada “razón de Estado” no tiene cabida en un Estado de Derecho. Y es cierto que “el poder absoluto, corrompe absolutamente”. Fujimori en la cárcel, reo de violaciones y de abusos, es motivo de tranquilidad para
las democracias latinoamericanas.

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miércoles, 15 de octubre de 2008

El Estado sí es responsable

Colombia, miércoles 15 de octubre de 2008 - Fuente: elnuevosiglo.com
POR: HORACIO SERPA

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Hace 20 años era gravísimo decir que algunos integrantes de la Fuerza Pública cometían fechorías, violaban los derechos humanos y perseguían a los disidentes políticos. Como en el cuento, "eran calumnias de la oposición". O acusaciones de los "idiotas útiles" que utilizaba la guerrilla para desprestigiar el establecimiento.

Corrían los tiempos en los que la "solidaridad de cuerpo" se imponía sobre cualquier clase de planteamiento. Contra ese proceder no había prueba que valiera. Los mandos negaban toda posibilidad de que sus subalternos hubieran cometido arbitrariedades, violado la ley, o lesionado en materia grave a algún ciudadano. Era la política del encubrimiento, dizque para evitar el desprestigio de las Instituciones.

Cundía por esa época el principio irreductible de la "obediencia debida". A ultranza se practicaba aquello de que "las órdenes se cumplen o la milicia se acaba".

Con el tiempo se comprobó la comisión de muchos crímenes "para defender la democracia, maestro". Gente con uniforme, o valiéndose de su condición de representante del Estado ---Ejército, Policía, DAS---, mataron, desaparecieron, torturaron, detuvieron o allanaron injustamente, en la idea equivocada de que al enemigo interno había que eliminarlo o neutralizarlo, valiéndose de cualquier procedimiento, fuera vedado o ilegal, pues si se le dejaba vivo o libre, serían demasiados los inconvenientes para la sociedad o el gobierno. Muchas veces no cometieron directamente los atropellos, pero dejaron que otros lo hicieran.

Cuando predominó el absurdo criterio de que "el enemigo de mi enemigo es mi amigo", surgió el paramilitarismo con sus perversidades y desafueros. Lo importante era que a la guerrilla, a los revoltosos, a los inconformes, a los que denunciaban y reclamaban, se les diera por la cabeza desde todos los lados, legales o ilegales. Lo que no era reprochable, porque el fin justificaba ampliamente el medio. Y, además, nadie lo iba a saber.

Pero se supo. Al descubierto fue puesta esa época bochornosa, de la que se avergüenzan las propias fuerzas militares y policiales, hoy muy en la onda de respetar los derechos humanos, hacer cumplir la ley con procedimientos transparentes, combatir la subversión y la delincuencia severamente pero con legitimidad, y propiciar que se juzgue y sancione a quienes dentro de sus filas atropellen o afecten los atributos ciudadanos, por lo que se ganaron el respeto y el afecto social.

Si recuerdo estos episodios ahora, cuando existe responsabilidad democrática en las jerarquías armadas, salvo excepciones que confirman la regla, es porque se discute un proyecto de ley sobre reparación a las víctimas de la violencia, y es importante incluir las de los atropellos ejecutados por representantes del Estado.

Es procedente hablar de delitos, muchos atroces y de lesa humanidad, cometidos por miembros del Estado, que no pueden quedar impunes, ni sin indemnizar a las víctimas. La oportunidad está en el proyecto de ley aprobado en el Senado y ahora estudiado en la Cámara de Representantes. Ojalá la oportunidad no pase en blanco.
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martes, 26 de agosto de 2008

El director no se puede enloquecer

Fuente Nuevo Siglo

Colombia, miércoles 27 de Agosto de 2008

POR: HORACIO SERPA

Nunca hubo tanta polémica sobre el funcionamiento del Estado, ni tanta incoherencia. El país político está sobresaltado, y el país nacional alarmado. Son demasiadas las acusaciones, las aclaraciones, las mutuas recriminaciones, los señalamientos, los revires de toda clase y a todas horas. Tan delicada se ha puesto la confrontación entre el Gobierno Nacional y la Suprema Corte, que el tema del Congreso ha pasado a un segundo plano, siendo asunto tan grave. Aún así me he mantenido callado en mi grata atalaya de Santander.

Pero escuché al señor Presidente en una de sus asiduas réplicas, y debo decirle que no es verdad que a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 se la hubieran tomado los narcotraficantes para que eliminara la extradición, como lo expresó por medios televisivos.
El señor Presidente conoció la situación del País en los meses anteriores a la Gran Asamblea. Recuerda, sin duda, los asesinatos de los candidatos presidenciales y los secuestros. Supo de los atentados, de las bombas, de las muertes de los policías, del terror que se pretendió imponer. La guerrilla mantenía su furia violenta y los paramilitares empezaban a aparecer. Y la pobreza y todas nuestras debilidades afloraban sin cesar.

En ese ambiente nació la Constituyente. Fue una ventana de escape. Entre los puntos de controversia surgió la no extradición, sobre la base de que los crímenes de los narcos se castigaran en Colombia y se abriera una posibilidad de convivencia. En la discusión pública la mayoría de los aspirantes ofrecimos eliminarla para encontrar esa salida. Prácticamente ya no existía para los sometidos. Pocos fueron contrarios. Colombia, casi totalmente, cerró filas sobre este punto.

Admiro a los que se opusieron, como Marulanda y Galán. Pero los que votamos para eliminar la extradición, lo hicimos responsablemente. Por mi parte, era clara mi posición sobre Escobar y el narcotráfico. Fui el Representante que sacó adelante la revocatoria de su inmunidad parlamentaria; fui el Ministro de Gobierno de Barco que lo declaró enemigo público número uno de los colombianos; fui uno de los tres Senadores que se opuso en la Comisión Primera del Senado a la reforma constitucional envenenada en la Cámara. Luché contra el artículo de punto final.

Tengo, pues, derecho y autoridad para reivindicar la transparencia de la Constituyente.
He visto al señor Presidente actuar con entrega y laboriosidad. Reconozco lo mucho que se ha avanzado en seguridad y tranquilidad. El país lo aclama. En América se le tiene por un líder muy importante. Pero anda en una polémica endiablada, frenética, innecesaria, inútil. Y esa Patria que ama, a pesar de sus esfuerzos, se puede lesionar.
Quien soy para dar consejos a una persona que ha demostrado tanta diligencia y liderazgo. No obstante, en esta época turbulenta y con la mejor intención, me atrevo a recordar el sabio adagio popular según el cual, "todo el mundo se puede enloquecer, menos el director del manicomio".
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martes, 19 de junio de 2007

EL FOMENTO DEL CAOS





Por: Gerardo Delgado Silva

Es a todas luces mucho más estremecedora y grave la crisis que en el orden jurídico y moral conmueve al país, que la crisis social y económica con todas sus consecuencias previsibles. El curso tortuoso de los acontecimientos, nos obliga a insistir en que los valores, tan descaecidos ya, se preserven, se defiendan, con lo cual estaremos protegiendo los principios fundamentales contenidos en nuestra Constitución Política y en las normas éticas que rigen la conducta de la dignidad humana.

El país está viendo con desconcierto, en silencio, como el gobierno ha ido entregando uno a uno esos principios, confundiendo artificiosamente el apaciguamiento con la rendición del orden jurídico, comprometiendo el presente y el futuro de Colombia.

Como tantos sucesos que contrarían el camino recto de las cosas, la liberación de 200 guerrilleros, el llamado “gesto humanitario unilateral”, por el Presidente, no excluiría de su inspiración a los que están incursos en la parapolítica, ni a los paramilitares con sus delitos atroces vinculados con el narcotráfico.

Vivimos, sencillamente, en un ambiente de caos que día tras día se magnifica y se enrarece más. Para tal “gesto” de otorgar la libertad, sin celebrar acuerdos humanitarios, con las FARC, el Presidente carece de competencia, pues esa gracia especialísima, está atribuida privativamente a los jueces de la República, por el Código de Procedimiento Penal. La denominada “Ley de Justicia y Paz” o la de Orden Público, establecen unos beneficios que comprenden hasta el indulto, si concurren en el procesado unos requisitos entre los cuales es indispensable que se haya realizado una desmovilización, que implica la voluntaria entrega de las armas. El “gesto” del gobierno, pugna abiertamente con lo preceptuado en las leyes, pues los 200 guerrilleros de la masiva excarcelación, no son ya un grupo beligerante, sino un conjunto de sentenciados y por tanto excluidos de los beneficios de las leyes citadas.

Ahora bien. La competencia penal es de orden público y como tal señalada de modo preciso en la ley, sin que permita una extensión analógica, desnaturalización o cualquier dañoso arbitrio.

Por otra parte, es un principio de derecho público, de aceptación universal que así como los particulares pueden hacer todo aquello que la ley no les prohíba, los funcionarios públicos desde el Presidente de la República, solamente pueden hacer lo que explícita o implícitamente les permitan la Constitución Política y las leyes.

Al medir las proporciones de estos acontecimientos, Jim Mc Govern, representante a la Cámara de los Estados Unidos y connotado defensor de los derechos humanos en el mundo occidental, ante el escarnio y befa de nuestro ordenamiento jurídico expresa: “…Yo no sé que estaba pensando el Presidente (Uribe) cuando liberó a todos estos guerrilleros. No sabemos claramente cual es la lógica detrás de todo esto. No sabemos que quiere lograr. Sólo esperamos que no sea una excusa para excarcelar después a más personas ligadas con la parapolítica…”. Y agrega: “…No vamos a avanzar en el TLC, mientras la impunidad en Colombia no cambie…” (Semana Junio 11 a 18 de 2007. No. 1310).

Así mismo, varios congresistas norteamericanos exaltando la democracia y la justicia que es el fin del Estado, rechazan indignados, la intención estrafalaria del Presidente colombiano, de adoptar una justicia tornadiza y permisiva para los transgresores “parapolíticos”, que entrañaría un perdón de sus conductas torticeras. Así se desprende de la nota enviada a la Secretaria de Estado. Y con acusadora precisión, señala el episodio del ex director del DAS, Jorge Noguera, solo concebible como producto del estado de degradación que está viviendo nuestra patria en los actuales momentos.

Paradójicamente, ¿por qué el olvido de los secuestrados, de los desplazados, de todas las víctimas? El olvido no resuelve la realidad fáctica de los derechos humanos fundamentales, violados ominosamente, sino que los empolva en los sepulcros de la memoria. Después el silencio y luego la impunidad. El llamado “gesto humanitario” está elaborado como un ejercicio de simulación, al margen de la dignidad de aquellas personas, es una apariencia de solidaridad, una insensata y despiadada indiferencia por su suerte, una exclusión arrogante de la esperanza, una manera absurda de colaborar con sus verdugos.

La justificación falaz de las “razones de Estado”, no delata la verdad, sino que encubre la mentira, dejando que en aquellos doloridos seres humanos, se acumule la sensación de haber vivido en vano.

Por ello, en esta hora de tinieblas, el G8, insta al gobierno colombiano a un “acuerdo humanitario entre las partes”, mecanismo contenido en los Protocolos de Ginebra, ratificados por Colombia y regulados por el Derecho Internacional Humanitario. Esta sí es la solución a la conmovedora tragedia de los cientos de secuestrados. El intercambio es un remanso grato y ennoblecedor en su absurdo drama y un freno a las corrientes vertiginosas de los conflictos, de la guerra, de la irracionalidad. Recordemos una vez más a Montaigne, cuando dijo: “No hay victoria sino se pone fin a la guerra”.

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