Miércoles, 12 de enero de 2011
---------------------------Por Horacio Serpa Uribe
Respeto y admiro a María Jimena Duzán. Leo sus columnas con satisfacción. Varias veces he sido víctima de sus comentarios críticos, en algunas ocasiones más que ácidos, los que no han modificado mi opinión. ¿Masoquismo periodístico? No, simplemente, a toda dama, todo reconocimiento.
Esta semana me socorrió unas durísimas observaciones refiriéndose al problema del invierno en Santander, diciendo que todo es caos, que el departamento está incomunicado y que el gobernador nada ha hecho para remediar la situación porque anda de homenaje en homenaje a raíz de unos reconocimientos que le hicieron a nivel nacional.
Por respeto con María Jimena no puedo pasar de agache sus observaciones. Me refiero a ellas con comedimiento.
Es cierto que tenemos graves problemas viales. Principalmente en el eje Barrancabermeja-Bucaramanga, que está bloqueado. El daño fue tremendo. “Parece cosa del demonio” dijo el General Palomino, que sabe bastante de esto. Se trabaja sobre los tres kilómetros dañados para dar paso provisional, mientras se decide una acción definitiva.
La vía a la región Caribe por la carretera central sufrió serios daños. Se han hecho enormes esfuerzos para mantenerla en servicio, con regulares resultados. Se trabaja en tres frentes y ya hay paso.
La carretera central a Bogotá, está abierta. También la vía a Cúcuta. Funciona con limitaciones la que lleva a Soto Norte. Hasta la deteriorada carretera a Málaga está sirviendo y desde García Rovira hay vía a Bogotá y Cúcuta por la Central del Norte. Está tapada la de San Vicente de Chucurí, donde se trabaja para habilitarla.
Lo del homenaje fue una comida con buenos amigos, cordial, afectiva, desinteresada, promovida desde antes de la tragedia por un grupo de empresarios y costeada por los asistentes. A Rosita y a mí nos agradó. No constituyó ningún irrespeto “a las víctimas, que lo han perdido todo”, como se dolió la periodista sin tener idea de lo que ocurre en Santander.
Le pareció, eso sí, que hice el ridículo porque “un importante y próspero avicultor” me invitó a que fuera candidato presidencial. Fue una fina galantería sobre un mal del cual ya estoy curado. Pero no fue tanto como para revivir malquerencias.
María Jimena hubiera podido averiguar más sobre Santander y no contentarse con darle crédito al primer chisgarabís que la llamó. Cuatro sinrazones muestran la improvisación: la tierra que se desplaza en la vía a Barrancabermeja no es que se conozca “coloquialmente” como coluvión, sino que así se llama castiza y técnicamente; una solución vial anhelada no es “la vertiente por Lebrija”, sino la variante; el Magdalena Medio no está aislado, pues tiene vía con la Costa Caribe y Bogotá por la Troncal de la Paz, y el propósito bandera de mi gobierno es precisamente el Plan Departamental de Vías.
Doy fe de la preocupación y diligencia del Presidente Santos y sus funcionarios, del Ejército, Policía, Alcaldes, empresarios, políticos, Cruz Roja, Bomberos, Defensa Civil. Muchos trabajando, con compromiso. Nada fácil, pero saldremos adelante.
¡En cuanto a mí, que hablen los Santandereanos!