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lunes, 25 de mayo de 2015

Les salió general el Coronel

                                                     Trafugario
Por: José Oscar Fajardo                                        
Y no les estoy hablando del coronel Aureliano Buendía, el de Cien años de soledad. Hago alusión directa al coronel Hugo Aguilar Naranjo, quien cumpliendo parte de su condena como se lo impuso la ley, acaba de abandonar las mazmorras del Estado. El jueves último, en la tarde, la calle 37 a la altura de la Gobernación, fue el escenario fortuito donde volvió a aparecer en el campo de la política este hombre que a su relativa poca edad, ya ha dado bastante para hablar y también para escribir. Ahora sólo falta que se le aparezcan una Ursula Iguarán a su medida, un gitano Melquíades que le ayude a resolver todos los entuertos de difícil solución, y las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia. Esto lo expreso yo en una especie de metáfora política. Porque es que a este señor, no sé si recurriendo a la magia de sus palabras o a su “bocadilloso” carisma y a su generosidad de buen padre, ha logrado que la gente lo quiera. Y no que lo quieran poquito sino que lo quieran mucho. El parque estaba lleno por todos los sectores y por todos los rincones y estoy totalmente seguro que no era de curiosos. El pueblo allí reunido no lo hacía por zalamería y esnobismo. La gente allí centrada era porque le salía de alma estar allá.
El ser humano tiene a su servicio el prodigio de la inteligencia racional. Pero, sin lugar a dudas, es mucho más prodigiosa su memoria. Y la gente suele recordar con gratitud a aquellos personajes que le ha sido útil en la obtención de sus metas y en el positivo logro de su destino. A aquellos que pusieron un granito de arena en forma para darle forma a su suerte. A aquella persona que no sólo les regaló el pescado sino que también los enseño a pescar porque esta es la lógica del mundo de hoy. Que le enseñen a pescar pero que también le faciliten los medios de pescar. Porque de qué le sirve a un individuo toda la preparación intelectual, profesional y laboral del firmamento, si sus propios gobernantes no lo reconocen. Yo vivo convencido que a los nativos de la provincia de Vélez, en gran medida, nos conocen o saben de nosotros no sólo en Colombia sino en otras latitudes del mundo, por el bocadillo veleño. Porque somos su origen. De igual manera, también estoy totalmente seguro, que en todos los rincones del mundo, oído, en todos los rincones del mundo, nos conocen, y perfectamente, por García Márquez y Botero en las Bellas Artes, por Rodolfo Llinás en Neurociencias, por Falcao y James en el fútbol,  por sus bellas mujeres tan bellas como sus flores, por sus preciosas esmeraldas y, también, admítanlo o no, por el Parque Nacional del Chicamocha, PANACHI.  Después de la encuesta realizada en Internet para elegir las siete maravillas modernas del mundo, el que lo dude es un individuo estancado en el pasado como la muralla china. ¿Y quién carajos lo hizo?
Por eso el regreso del coronel fue apoteósico. Y su discurso, me causó curiosidad, fue  más lírico que  político. Echó su corazón al viento y recalcó su amor por Santander como lo hizo otrora Pablo Neruda por América en su Canto General. Sus palabras parecían más, versos románticos que simples frases políticas y eso le encantó a la gente. Y ese cambio de tercio en su estilo de hacer política, tal vez inducido por su amarga experiencia de la cárcel, es mi presagio personal, va a poner contra las cuerdas con conteo de protección y al borde del nocaut final a todos sus contrincantes políticos. Por eso Carlos Fernando Sánchez deberá interpretar con perfección su partitura política. 

viernes, 22 de mayo de 2015

COMPORTAMIENTO PROCAZ

Por: Gerardo Delgado Silva
Es tanta la importancia de la justicia, que hasta la monarquía teocrática le rinde homenaje y le paga tributo desde los más antiguos tiempos.  “El rey que castigue a los inocentes y deje impunes a los culpables – dice el código de Manú - , se cubre de la mayor ignominia y va al infierno”.  Y cuenta la Biblia que Salomón cuando Dios le dijo: “Pide lo que quieres que yo te dé”, contestó: “Da, pues, a tu siervo corazón dócil para juzgar a tu pueblo, para entender entre lo bueno y lo malo”.  Heródoto refiere el caso de Deioces, que llegó a ser rey de los medos por la rectitud de sus fallos. 
Y es que indubitablemente, la justicia consiste en aplicarla interpretando fielmente su letra, con arreglo al sentido moral que constituye su espíritu.  Por eso toda la justicia reposa en los principios éticos de carácter fundamental, que contiene la Constitución, y que fijan al Derecho su verdadero sentido.
Es que tenemos que tener fe en la justicia, en los Magistrados que la representan, porque de no ser así, más próximo estaría el abismo insondable que nos amenaza desde los vendavales injuriosos del anterior presidente contra la Administración de Justicia.
Desde esa época, surgió la ignominia del Señor Uribe Vélez, con sus furias propias del haberno, vejando, y conspirando abiertamente contra la justicia, que fue para los griegos un regalo inapreciable de los dioses.
Clasificada por Radbruch, entre los valores absolutos, como el bien, la verdad, la belleza.
Escandalosas y paranoicas manifestaciones de inconformidad del Señor Senador Uribe Vélez, en contra de la Corte Suprema de Justicia, por las sentencias condenatorias contra los Ex – ministros Sabas Pretelt y Diego Palacios, como también contra el  ex –secretario Alberto Velázquez por los delitos de cohecho que condujeron a su re- elección presidencial en el año 2006.  Sentencias indubitablemente proferidas con sujeción al Imperio inexcusable de nuestro orden jurídico.  Fundadas esas sentencias en los preceptos básicos, sobre los cuales se asientan los principios del bien, del derecho, y de la justicia en nuestra patria,  de acuerdo con el sentido moral vigente, esto es, tal como los concibe la conciencia social del pueblo y los expresa, con mandato el legislador.  Cuando un ciudadano viola esos preceptos legales, sobreviene la reacción del Estado, osea, la sanción. 
Maggiori nos dice que: “la lucha contra la delincuencia es lucha por el mantenimiento de las condiciones de la vida civilizada y por la promoción de una moral más alta”,  “aquel súmmum bonum que es el fin último de la convivencia humana”.
Ese turbión ominoso contra la justicia, evoca la ignominia que viene desde su gobierno y refleja con acusadora precisión el aquerenciamiento con tantos delincuentes, - Jorge 40, quien conformó con sus numerosos paramilitares, lo que denominó  como comandos electorales -, un suceso sin órbita.  Ahí están los genocidios, llamados eufemísticamente “falsos positivos”.
Estas escandalosas y paranoicas manifestaciones del Senador Uribe, son un febricitante vértigo de culpa, porque no entiende, ni quiere entender, ni puede entender, el respeto que se debe al Estado Social de Derecho, cuya protección pacífica corresponde a los jueces, la esencia misma de la Democracia.  Una de las más tristes tragedias de la Patria.
La historia nos ha demostrado plenamente, que la peor desgracia que puede acontecerle a un pueblo, es no respetar la administración de justicia, que entre nosotros es impartida por los jueces en nombre de la República, y por autoridad de la Ley.  La más sublime de todas las dignidades, que puede tener el ser humano.
Quiere el Señor Uribe Vélez sacralizar las prácticas degradantes y repugnantes de quienes fueron sus funcionarios evidentemente corruptos, declarándolos víctimas inocentes de una conspiración de la justicia, y concretamente de la Corte Suprema.  Ha inaugurado el Señor Senador, la nueva edad de la mentira.  Cree malintencionadamente que con afrentar a jueces, magistrados y fiscales, soluciona el problema delictual de sus electores parapolíticos que ya están sentenciados y de sus subalternos sin principios, que conmoverá a la Nación por generaciones.
Es fácil explicar esta clase de iniquidades contra nuestra administración de justicia.  Bien se advierte que al ignorar el don de la justicia, sin controlar su ira y desmesura y porque no está a su alcance jurídico, el Senador Uribe no podía, ni puede analizar el acervo probatorio de los procesos en forma racional o discursiva, es decir, con una actividad lógica y dialéctica, como lo haría un jurista, sino desviando su significación como lo hacen los rábulas del derecho.   
Episodio como los otros, de desprecio por el país y la democracia.  Imposible de concebir en otros tiempos.  Aquellos de Uribe Uribe, Herrera, Eduardo Santos, Darío Echandía, Alfonso López, Gaitán, los dos Lleras, que en medio de la tempestad mostrando su hombría de bien y nutrieron con la savia ideológica de su pensamiento el discurrir histórico de la nació.  Fueron sin lugar a duda guardianes insomnes de la moral pública y la justicia.
¿Es una causa noble que inspira al Senador?, Jamás.  Una causa noble no puede por definición amparar comportamientos indignos.
Como se vé, en el gobierno del Señor Uribe se le dio cumplimiento a la sentencia de los romanos: “ La corrupción es  lo mejor de lo peor”.
Ante la avilantez del Senador Uribe, el Doctor Jaime Arrubla quien fuera brillantísimo Magistrado y Presidente de la Corte Suprema en el año 2010, expresó ante el acontecer de estos días, del Senador Uribe contra la Corte: “Es una infamia”.

viernes, 15 de mayo de 2015

El glifosato en cultivos ilícitos y lícitos

La diferencia de la fumigación aérea y manual
Por:Bernardo Socha Acosta
A veces quienes estamos en los medios de comunicación, nos dejamos impresionar y nos convertimos en objetos de uso de quienes quieren desinformar a la opinión pública y hasta sacarle dividendos a las confrontaciones.
Esto viene ocurriendo con el debate del GLIFOSATO.  Resulta que el glifosato sí, se puede utilizar sin grave riesgo, para labores domésticas en los cultivos de variados  renglones agrícolas y de hecho se viene haciendo hace muchos años. No es que sea lo mejor, pero pasable si se sabe utilizar.
Pero es que una cosa es utilizarlo en forma doméstica o controlada, y otra utilizarlo de forma AÉREA, acción en la que su efecto es descontrolado y la aspersión le cae por parejo a todo, más la contaminación general del ambiente.  Esas diferencias son las que debemos tener en cuenta y no hablar sin diferenciar los efectos que se causan. Aquí es donde los que se dicen enemigos de la suspensión del Glifosato, quieren aprovechar para hacer lo de los ESCRIBAS  y fariseos  y decirle a la opinión que suspender  las aspersiones aéreas del glifosato es un sacrilegio, pero se reservan decir que los efectos del Glifosato son mortíferos.
Si para fumigar en forma doméstica (con equipo portátil) con GLIFOSATO una parcela o una cuadra utilizada para el pastoreo de ganado,  se  debe hacer muy temprano en la mañana, cuando las corrientes de aire están quietas, se entiende por qué la fumigación AÉREA tiene tantos efectos negativos, de los que los contradictores, pareciera que quisieran eliminar por parejo.
Escuche a un señor Uribe (no Álvaro) por una Cadena Radial, pero se le notaba el afán de decir todo lo supuestamente perjudicial eliminar las fumigaciones con glifosato. Lo que en ningún momento dijo, fue que las comunidades que se hallan en zona de fumigación aérea están quedando en la física pobreza y cargados de graves enfermedades por las fumigaciones.
Lo que los periodistas por sentido común debemos tener en cuenta es que la fumigación aérea mata  lo que encuentre a su paso y causa una contaminación general del ambiente. Revisando sobre las fumigaciones encontré el siguiente artículo de la Ingeniera agrónoma licenciada en biología, Elsa Nivia, que nos ilustra sobre el tema:
Fumigación con glifosato: efectos nocivos
'El uso de herbicidas de amplio espectro aplicados por vía aérea con el fin de erradicar los cultivos ilícitos causa graves e innecesarios problemas de salud en personas y animales, contamina suelo, aire, agua y alimentos, y destruye cultivos básicos, animales de cría y peces base de la sobrevivencia de comunidades campesinas e indígenas, y atenta contra la biodiversidad.
Introducción
Los efectos ambientales y de salud causados por estas fumigaciones aéreas se suman a los que genera el uso agrícola normal de plaguicidas, el cual es legal y basado en el modelo de producción agrícola conocido como la revolución verde, en boga desde hace más de medio siglo, y que se basa en monocultivos, irrigación, crédito y uso intenso de fertilizantes y agroquímicos tóxicos con licencias de venta.
Por tal razón, no es aceptable que las autoridades justifiquen la estrategia de "erradicación" con el argumento de que los plaguicidas contra los cultivos ilícitos contaminan ya que estos se usan también en los cultivos lícitos de todas las zonas agrícolas de Colombia. Desafortunadamente se seguirán utilizando irracionalmente en tanto los gobiernos no instrumenten políticas eficaces de control de los agrotóxicos y de impulso a la producción ecológica u orgánica.
Cuando se fumigan por vía aérea los cultivos ilícitos con herbicidas de amplio espectro, se afectan simultáneamente cultivos alimenticios vecinos o intercalados, fuentes de agua, ganado y animales domésticos, escuelas, viviendas, la población y las especies de flora y fauna de áreas selváticas aledañas.
Puede afirmarse que las fumigaciones aéreas de herbicidas sobre cultivos ilícitos que se realizan en Colombia no tienen precedente en la literatura científica. Además, las fumigaciones aéreas sí constituyen un grave riesgo para la salud humana y animal y el ambiente en general.  Leer mas

sábado, 9 de mayo de 2015

Derechos y cultura ciudadana

                 Trafugario 
          Por: José Óscar Fajardo 
Para completar mi columna anterior en la que hablé de la horrorosa cultura ciudadana en Barbosa relacionada con la paz y la sana convivencia de la gente, creo que en alguna parte aclaré, sin embargo vuelvo a repetir, no es sólo en Barbosa sino a todo lo largo y ancho del país. Como estamos en un periodo preelectoral y de hecho candente, es bueno que algunos periodistas  que ejercemos opinión a través de nuestras columnas, hagamos claridad en que no sólo es pésima cultura ciudadana llevar la chandita a que defeque en el corredor o el jardín del vecino, estacionar la camioneta cuatropuertas con claros indicios mafiosos en la mitad de la cuadra para ponerse a beber chirrinche embazado en botella de whisky y ametrallarlos a todos con unas pinches rancheras de pacotilla, endosarle las bolsa de basura de quince días atrás repletas de sobras de pollo no tanto asado sino podrido para que los vecinos y los chulos degusten su aroma, orinar en los guardabarros y/o hacer popo detrás de la camioneta pero a ojos vista de toda la ciudadanía, decirle piropos vulgares a las peladas que van para el colegio o para la universidad, apagarle la colilla del cigarrillo barato en las costillas del compinche de tragos y fuera de eso decirle, “lleve por pichurria pedazo de…, pasar cuatrocientas veces por el frente de la casa de la muchacha de ojos azules que le fascina con una chatarra de moto sin el mofle y así sucesivamente hasta N factorial, es decir hasta el infinito, sino otras bobaditas que aumentan la imbecilidad.
Porque si fuera eso no más, yo creo que todo valdría “güevo”, así con diérisis y g. Lo verraco es que también es perversa cultura ciudadana, y fuera de eso la más rastrera bajeza, ir a donde el vecino para “podrir” al muchacho o señor, políticos, que quieren poner su nombre al consejo municipal, con el fin de advertirle que, cómo carajos va a votar por ese individuo si aparte de bazuquero es falso y ladrón y como si eso fuera poco que todas las noches le pega a la mamá. Es decir a podrirlos. Que vende drogas ilícitas y vainas robadas y que no sale de las casas de lenocinio así no haya una en cien kilómetros a la redonda. Después que ese infame chisme se difunda por toda la ciudad ¿quién va a votar por él?. Y eso es una abominable “cultura ciudadana” porque no sólo acaba con un posible o potencialmente buen candidato, sino que además le está echando encima toneladas de excrementos a los sagrados derechos de un ciudadano y de paso a la democracia. Todo para hacer ver que él, el miserable chismoso con lengua de meretriz callejera, sí es todo un dechado de virtudes éticas y morales, laborales y profesionales, por quien todos los individuos vivos y muertos, como en la novela de mi autoría,  El Candidato de los difuntos, deben votar. A esta ralea de tan execrables bichos, ténganles pavor.
Porque si hay una acción o práctica social en la que los individuos demuestran en realidad su verdadera condición racional, moral e intelectual, es precisamente en el quehacer político. Si se tiene claro que la Cultura es todo lo que abarca la cotidianidad de las gentes en su discurso de la existencia, y que la actividad política es un apéndice de la Cultura de los pueblos, habremos avanzado, lo expreso en forma de metáfora, hacia la inmortalidad del alma. Estoy seguro que si recuperáramos la verdadera filosofía de la política, en su esencia y en su sentido estrictamente social, Colombia y Santander no estarían ni estarán tan mal.  

martes, 5 de mayo de 2015

Negación de la Pedagogía

                   Por Gerardo Delgado Silva 
Sin adjetivos patéticos y sin tono declamatorio, la pedagogía aspira a cumplir la misión de formar hombres y ciudadanos auténticos, para  la libertad y la justicia, bajo cuyos signos cumple la humanidad su destino por el camino de la democracia política y social. 
El comportamiento de los profesores en el País, suspendiendo sus labores, va en contra de los principios básicos de la civilización que aspira a que el “derecho de huelga, salvo en los servicios públicos esenciales, definidos por el Legislador”, se realice dentro del marco del dialogo y la persuasión racional. 
Evidentemente, “Son derechos fundamentales de los niños: La vida…. El cuidado y amor, La educación y la cultura….Los Derechos de los Niños prevalecen sobre los derechos de los demás”. 
Es una tragedia para los niños alumnos colombianos, que les marchita sus ilusiones a la primera luz. 
Al parecer no ha alcanzado el país a medir las proporciones de este paro de profesores – me abstengo de llamarlos maestros -.   Ninguna reacción verdadera que pueda considerarse como una reacción social colectiva.  Parece que en la Patria  no estuviera pasando nada.  Y sigue en cambio el curso tortuoso de los acontecimientos, que distorsionan la misión pedagógica con descarado cinismo, que se suma  a la insensibilidad de los señores del paro. 
Eso es mucho más de lo que un país puede soportar, y llegar a entender. 
Las posibilidades de realización de una sociedad, están ligadas a su autonomía cultural.  Salta, pues, a la vista, la importancia de la educación en una sociedad: ella puede servir, para impulsarla dentro de su autenticidad, sea para liberarla cuando la haya perdido, o para sumirla en la dependencia y la enajenación. 
En otras palabras, las posibilidades de realización de una sociedad están ligadas a su autonomía cultural y sin imposiciones ajenas. 
Es temprano para saber a ciencia cierta que políticos de la oposición a la paz y al gobierno, están detrás de esta conducta de los educadores, que contrarían el camino  recto y que parece que no entendieran de modo cabal cuál es su elevadísima misión y en qué consisten sus responsabilidades. 
Toda la patria, tiene sobrada y reconocida autoridad moral para fijar una posición de franco rechazo a cuanto se viene urdiendo de tiempo atrás en el sector político “Centro Democrático” del Señor Alvaro Uribe Vélez. 
Se hace indispensable la culminación de un gran movimiento patriótico que convoque a todos los colombianos en defensa de su dignidad  y su independencia como pueblo.  Los partidos políticos, Las fuerzas armadas, El Congreso de la República, El Poder Judicial, El Clero en su apostolado, Las Universidades con sus profesores y estudiantes, deben formar la gran vanguardia que llame a la unión sagrada del país, en busca del mantenimiento de la integridad nacional – sin niños confundidos tristes y olvidados por sus profesores – y los valores jurídicos y morales que le sirven de soporte. 
O sea una forma de reconocer la intangibilidad y dignidad de la persona humana como tal, y rechazar ese quebrantamiento de nuestras instituciones en punto tan decisivo como la educación.  El comportamiento de los señores educadores, es la muestra más aberrante del desarraigo, la pérdida de identidad, y la destrucción de los lazos sociales, formales e informales, que recubren y protegen a los menores como miembros más vulnerables, nada menos que el futuro de la Patria. 
Considero pertinente, en estos momentos, hacer alusión a mi queridísima madre Leonor Silva de Delgado, una eximia maestra, que llevo su devoción por la docencia a todos los campos de la vida, adornando también la vida de la sociedad santandereana, con calidades y excelencias ejemplares, con el ropaje y adorno de la hidalguía cristiana.  Grande espectáculo de una fe firme, tranquila, gigantesca, granítica, como las enormes montañas de nuestra tierra santandereana que se doran al cielo. 
Símbolo de una civilización humanista que enalteció con su inteligencia y erudición, y ennobleció con su virtud y dignidad, dedicada a hacer la luz a sus niños alumnos. 
Creo yo que con su estatura de verdadera maestra, egresada al principio del Siglo Pasado, de la Normal de Señoritas de San Gil.  El título más grande para el ser humano, es   indubitablemente el de Maestro. 
Al evocar a mamá, surgen más límpidos que nunca los vínculos con los que fueron sus alumnos, que han sido por muchos años verdaderas luminarias en diversas profesiones, porque ella lo que formó fue patriotas y caballeros con altos ideales, dándoles una dignidad trascendente a la vida. 
Así se lanzó por ejemplo a la conquista de la vida, Carlos Augusto Noriega, con el nombre de la patria en sus labios: como Ministro en el Gobierno de ese gran hombre que fue Carlos Lleras Restrepo,  Embajador en España, Portugal y la ONU, Parlamentario connotadísimo, con oraciones suntuosas, reflejo de las recitaciones aprendidas de Mamá Leonor, así me lo expresó en una ocasión, como un privilegio maravilloso. 
En una de sus obras intitulada: “Mis anti memorias”, deja escrita su gratitud con Mamá: “… en tercer año la fortuna me deparó una maestra, Leonor Silva de Delgado, a quien no puedo terminar de agradecerle cuanto me entregó y me sirvió para mi formación.  Vivió algo más de 102 años,  cuidada por el amor solícito de su hijo único, Gerardo Delgado Silva, profesional del Derecho que en Bucaramanga, exhibe una brillante carrera y el desempeño pulcro de altas posiciones, a quien me une estrecha amistad”. 
“Mi maestra de honor, además de los muchos conocimientos que nos impartió, perfeccionó conmigo lo que las anteriores maestras venían ensayando, convertirme en empecinado recitador.  Por las tardes, al terminar las clases, pasaba por su casa para aprender todo género de poemas, exaltación a los sentimientos religiosos, a la patria y a sus insignias,  a los próceres, a hechos históricos de resonancia para declamarlos en cuanta ceremonia, y eran frecuentes, convocaba en la escuela a Padres de Familia y ciudadanía  en general …” 
Carlos Augusto, fue un jurisconsulto trasladado al campo de la conciencia social. 
Quiera Dios, que en estos momentos aciagos de iniquidad para con los niños, se haga la luz en el desorden que rodea al Magisterio.

domingo, 26 de abril de 2015

El futuro se construye

 Por Sergio Isnardo Muñoz
Por alguna razón cultural, cuyos orígenes son difíciles de desentrañar, muchos seres humanos obran más en función del pasado que del futuro. A la hora de adoptar modelos de trabajo, por ejemplo, se aferran a lo que conocen, aunque su inefectividad haya sido reiteradamente demostrada. Pareciera que les aterra mirar al mañana y que se sienten más a gusto en terreno conocido, en las formas tradicionales de pensar y de actuar.
Pero, frente a los cambios que actualmente vive el país—en lo político, lo económico, lo cultural y lo social—es imposible seguir actuando de esta manera. Con cierto sentido de urgencia, considero que ha llegado el momento de actuar más en función del futuro, porque nuestra sociedad está inmersa en numerosos problemas para los cuales no hemos podido encontrar solución en los modelos existentes.
Analicemos, por ejemplo, el tema del transporte y la movilidad: no han faltado quienes propongan acabar Metrolínea, debido a las fallas que evidentemente presenta, y regresar al transporte urbano tradicional. Los nostálgicos consideran que el transporte antiguo “tenía sus fallas, pero era bueno” y que, en cualquier caso, era mejor que el nuevo sistema. De la misma manera, hay quienes consideran que Bucaramanga debería volver a ser la aldea de 1950, cuando no existía congestión vehicular, inseguridad, desempleo ni todo ese cúmulo de problemas que constituye nuestra vida de hoy. La nostalgia es poderosa…
Pero este modelo de pensamiento no resuelve la crisis que actualmente padece la ciudad. Y, puesto que es completamente imposible volver al pasado—aún en el evento de quisiésemos, realmente, hacerlo—no nos queda sino mirar hacia delante para salir del pantano en que nos encontramos: para los males del Siglo XXI, soluciones eficaces del Siglo XXI.
Este principio también se aplica a la actividad política. Si bien es cierto han existido, y existen fallas en el ejercicio de esta actividad, no hay posibilidad alguna de retroceder a los tiempos en que los concejales no ganaban sueldo y muchos desempeñaban tareas provechosas para la comunidad. ¿Qué sigue, entonces? Trazar los lineamientos de un ejercicio político que responda a las exigencias del presente y del futuro.
Hago estas reflexiones, porque vivir anclados en el pasado, añorando tiempos supuestamente mejores, no resuelve los problemas administrativos de una urbe que reclama el aporte de visiones nuevas—tanto de la política, como de la gestión pública, los negocios, el arte, la cultura—, para atender las crecientes necesidades de la gente.
Por estas y muchas otras razones, en octubre próximo, Bucaramanga va a elegir un alcalde con visión de futuro, capaz de liderar una verdadera transformación que nos lleve de la ciudad que tenemos a la ciudad que queremos y nos ubique finalmente en el circuito de las urbes admiradas de este planeta. 

miércoles, 22 de abril de 2015

Los Herederos Atávicos

Por Gerardo Delgado Silva
Para comprender nuestro país, y el proceso de formación de nuestro pueblo, debemos recordar que en 1492, cayó Granada, con un contundente triunfo de los españoles contra los árabes y así se puso fin a una guerra de siete siglos. 
Empero, ya estaban invertidos los valores en España. 
Desde luego, los veteranos cesantes de esa guerra, se convirtieron en los Conquistadores del Nuevo Mundo, incapaces para adaptarse a las labores de la paz.  Así las cosas, llamaron Hidalgos a sus asociales y villanos a los hombres que amaban la paz. 
La característica patológica más sobresaliente de la Conquista es la criminalidad de sus autores. 
López de Gomara, compara a las tropas de Cortes con las Hordas Bárbaras.  Y dice: “Grandísima culpa tuvieron dellos por tratallos muy mal, acodiciándose más al oro que al prójimo.  Paresceme que Dios ha castigado sus pecados por aquello”. 
Es lícito admitir que las huestes de los Viajeros de Indias estaban sobrecargadas psicopáticamente, por el solo hecho de ser emigrantes.  Si pensamos en las condiciones de navegación de aquella época y los innumerables peligros que tenían que arrostrar en América del siglo XVI y del XVII, nos sentimos inclinados a suponer una incidencia más elevada de insania desde el momento en que ésta guarda una relación paralela con el temple y la audacia excepcional. 
La Conquista fue una masacre del Diablo en nombre de Dios.  Pisotearon, vistieron y enseñaron a pecar a los indígenas, y por consiguiente, a cometer hechos punibles. 
Muchos españoles tenían el argumento según el cual Dios había condenado a los indios a la perdición por sus abominaciones y pecados, que los había entregado en manos de los españoles con la estimulante seguridad de estar laborando por la causa divina en ese Nuevo Mundo. 
Y vaya, vaya, como dirían los ingleses.  Apareció ahora un grupúsculo de valetudinarios, enemigos de la paz, y amigos del odio, que aviesa y calumniosamente vulneraron o lesionaron el patrimonio moral del Señor Presidente, en nota vil, enviada al Jefe del Partido Conservador, Señor David Barguil, donde a su vez confiesan: “Escribimos en cumplimiento de la vocación que heredamos – el odio -  para prestar servicio a los ideales que conforman nuestras tradiciones”. 
Empero.  ¿Cuál es la vocación que heredaron?, ¿Las campañas de exterminio?, ¿Los crímenes de lesa humanidad dirigidos contra los adversarios políticos?
 No es legítima la negación del pasado, de los dos partidos, que por sus atrocidades y la inversión radical de los valores, permitió que se forjaran los grupos subversivos como las FARC, que han atentado contra la estabilidad institucional, la seguridad del Estado o la Convivencia Ciudadana. 
En el curso de los años, se fue reafirmando la personalidad extraordinaria de Darío Echandía, el único político que revestido de una inmensa autoridad moral, sello una paz entre el Partido Liberal y el Partido Conservador y cicatrizo las heridas ahondadas con el asesinato de Gaitán. 
Es que no debe perderse de vista que difícilmente la guerra en Colombia se va a resolver mediante más guerra como quieren unos alienados, enemigos de una solución negociada a esta guerra actual, en sintonía con la comunidad internacional, que sigue siendo la única salida. 
Y es evidente que el desarrollo desigual de las estructuras regionales y la inserción diferenciada de los múltiples actores de la violencia en ellas, no puede continuar.  Debemos subrayar la concentración de la propiedad en manos de antiguos terratenientes, la instauración definitiva del capitalismo en el campo, con los ejércitos de pobres abandonados, en trance de desaparición, clase trabajadora campesina que es la que produce el progreso. 
Como señala Miguel Hernández: “Aceituneros altivos,
                                                              decidme en el alma quien,
                                                             ¿Quién Levanto los olivos?
                                                              no los levanto la nada,
                                                ni el dinero, ni el señor (terrateniente)
                                                              si no la tierra callada,

                                                                el trabajo y el sudor.”

martes, 21 de abril de 2015

Más allá de los políticos

 Por Sergio Isnardo Muñoz
El proceso de cambio que vive Colombia—alrededor de la difícil construcción de la paz y otros fenómenos —impone ajustes en la forma de abordar los problemas del país. Y uno de los más importantes tiene que ver con la construcción de unidad social para el cumplimiento de las metas de desarrollo.
Está comprobado que la falta de acuerdo entre los ciudadanos imposibilita la conquista de las metas que toda comunidad debe satisfacer para su bienestar. Verdad de Perogrullo: si vamos a impulsar un carro, pero éste es empujado en direcciones contrarias, el vehículo no se moverá. Pero si todos los hacemos en una misma dirección, el resultado será diferente.
En nuestro país, debido a que algunos le apuestan al individualismo, es muy difícil poner a las personas de acuerdo para el logro de cualquier objetivo: este fenómeno se presenta en las familias, en el barrio, en la política, en las corporaciones públicas y en el gobierno. El resultado es nefasto. Pero, en el caso de Bucaramanga, a partir del primero de enero de 2016, tendremos que esforzarnos por construir la unidad social que nos permita, a partir de un acuerdo de necesidades, voluntades y objetivos posibles, empujar el carro en el mismo sentido para derrotar los males que afectan a nuestra urbe. Si queremos una administración sana, que cumpla su misión con eficiencia, debemos ponernos de acuerdo en la forma como trabajaremos en los siguientes cuatro años y más allá.
Para que podamos resolver la inquietante crisis de la capital santandereana—que tiene que ver con el empleo digno, la seguridad, la movilidad, la falta de planeación, la eficiencia administrativa, el crecimiento urbano y tantos otros temas—tenemos que construir unidad social como requisito principal, más allá de la simple componenda política. Y para lograr este propósito, nada mejor que acudir a una fórmula cuya eficacia ha sido probada alrededor del mundo: con el liderazgo del gobierno municipal (que deberá ser bien intencionado y sólido), unir al sector privado y la academia para diseñar un plan de acción que responda a las demandas objetivas de nuestra ciudad. Debemos construir el llamado “triángulo de la competitividad”, que será fundamental para que, con el respaldo del conjunto de la sociedad, rompamos las talanqueras para hacer posible el desarrollo.
Bucaramanga necesita ser imaginada más allá de los políticos, si seguimos confrontando de la manera que siempre lo hemos hecho; si seguimos tirando en direcciones contrarias; si no nos ponemos de acuerdo respecto de lo que queremos conseguir y la forma de conseguirlo; si no logramos unidad en torno a propósitos que interpreten las expectativas de todos; si no deponemos el egoísmo… el carro no se moverá, por mucho que empujemos con fuerza avasalladora. Para que la paz que se  impulsa sea posible y se convierta en una gran oportunidad, tenemos que superar al principal de los enemigos: los egos de los políticos que han dificultado nuestro trabajo a favor del desarrollo y trabajar unidos para conseguirlo.

sábado, 18 de abril de 2015

Gran Barbosa Internacional

               Trafugario
                Por: José Óscar Fajardo
En esta semana que está terminando hoy domingo, también culmina la primera prueba de ciclomontañismo de rango internacional en la ciudad más hermosa que tiene el sur de Santander. Desde el viernes anterior como al medio día, empezaron a llegar participantes no sólo de todos los sectores del país sino de varios países del antiguo continente. Ya en las horas de la noche, un tanto lluviosa, Barbosa estaba repleta de gentes de Cundinamarca, Boyacá, Meta, Casanare, Huila, Valle, y cinco departamentos más, y de las principales ciudades del país. Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Cúcuta, Tunja y Manizales entre otras. Como en el poema, El sueño de las escalinatas, también vino gente de España, Francia, Italia y Canadá, para completar un total de 523 participantes en un rango de edades de los 17 y los 65 años. Los deportistas recorrieron de entrada el sábado, algo así como 100 kilómetros entre los municipios de Puente Nacional, Bolívar, Guavatá, Jesús María y Sucre, para luego regresar al punto de partida en Barbosa. Tanta gente tan de diversas culturas me causó mucha impresión. Pero más impresión me causó una bicicleta para tal disciplina deportiva que, más que un aparato de ciclomontañismo es un cohete con llantas dada la tecnología con la fue concebida y de hecho fabricada. Pesa 9.7 kilos y vale 23 millones 200 mil pesos moneda legal y corriente. Indudablemente ha sido un evento de una inusitada transferencia cultural que tiene que dejar enormes cosas positivas.

Pero qué hablar de los beneficios económicos para todos los negocios de la ciudad. Hoteles copados hasta sus azoteas. Restaurantes que no daban abasto. Tiendas, cafeterías, bares, fruterías, almacenes y hasta los vendedores callejeros hicieron su agosto. Incluso un conocido mendigo recogió como 30 mil pesos. Todo este inventario aparentemente cursi, lo hago porque veo el valor que tiene sociológicamente el evento anterior. A ver si de pronto eso le ayuda a cambiar la mentalidad y la verborrea politiquera, no a los gobernantes porque esos ya no cambian, sino a los candidatos a las próximas elecciones. Para que Barbosa cambie cuanto antes esa imagen de gran guarapería de la comarca. Sé muy bien que la industria del turismo hay que acelerarla y protegerla a toda costa porque esa es la  gran base de la economía del municipio. Este tipo de eventos como el que se acaba de realizar, son los que deben impulsarse dado que, como las vitaminas y las proteínas, ellos le dan un oxígeno reconstructivo a la población. Porque Barbosa tiene graves problemas socioculturales de ciudad grande como es el turismo prepagológico, drogadictológico y guaraperológico. Eso sin contar la raterofilia.  Si bien es cierto que esas son prácticas socio-económicas casi que imposibles de extinguir, también lo es que son muy factibles de controlar. Sólo basta aplicar el principio del equilibrio enunciado en la frase célebre del entonces presidente Turbay que con prolija filosofía reza así: “Hay que reducir la corrupción a sus justas proporciones”. Y consten respetados políticos que lo dijo Turbay. Hay enfermedades socioculturales que no se curan nunca y yo lo entiendo perfectamente. Pero, reitero, aplicando certeramente el “Principio Turbay”, es muy probable que se puedan controlar. Sólo se necesitan gobernantes idóneos, intelectuales y profesionales y que no pertenezcan a la alpargatocracia del barberazo o el machetazo. Que hayan leído muchos libros en su vida y que no sean bachilleres por radio. Para terminar, tengo que hacerle llegar una felicitación especial a los organizadores de este hito histórico, una empresa privada de una notable familia barboseña que, cosa bastante rara, no quiso que yo la nombrara en mi columna. No obstante se merecen, junto con sus empleados y colaboradores, todos los laureles y Barbosa tendrá que agradecerlo.     

domingo, 12 de abril de 2015

¿Y la planeación para qué?

                         Por Sergio Isnardo Muñoz
 A propósito de la aprobación del Plan Nacional de Desarrollo, que se va a dar en el Congreso la semana entrante, es bueno reflexionar sobre algo que muchos suponían en Colombia, que con la elección popular de alcaldes y gobernadores, municipios y departamentos iban a hacer del planeamiento la herramienta más importante para la construcción del desarrollo.
Pero, aunque algo se ha avanzado en el tema, el mismo no ha sido asimilado por completo. ¿Resultado? El avance de la improvisación, que tiene consecuencias fatales para la gente.
Con muy raras excepciones, todavía ocurre que estos servidores son elegidos con base en unas propuestas etéreas, que no responden a las exigencias reales del desarrollo. Esto sucede porque los aspirantes a desempeñar cargos administrativos, en muchas ocasiones desconocen los alcances de su compromiso, y también porque los ciudadanos no les exigimos un desempeño a la altura de sus responsabilidades.
Es triste ver la forma como muchos mandatarios asumen el diseño de su plan de desarrollo a partir del perjudicial ejercicio de “copiar y pegar”, en vez de proponer visiones que generen ruptura y nos lleven a dar un paso adelante en el desarrollo económico, social y ambiental.
Sin embargo, debemos alentar la esperanza de que el fantasma de la improvisación comience a ceder en los comicios de este año. En el caso de Santander, confiemos en que los esfuerzos realizados por el Departamento Nacional de Planeación y por la propia Secretaría de Planeación, sirvan para que los candidatos ofrezcan propuestas realistas y se dispongan, en caso de ser elegidos, a dejar de lado la famosa “copialina” (los planes toda-talla), para perfilar y ejecutar propuestas de desarrollo técnicamente elaboradas, que permitan canalizar, a favor de sus comunidades, las inversiones que los ciudadanos necesitan.
Y si ese principio es válido para los municipios medianos o pequeños, lo es aún más en el caso de Bucaramanga y demás ciudades de su área metropolitana, dónde, en vez de improvisar, hay que programar acciones que permitan resolver los problemas estructurales que, durante décadas, se han agravado por la miopía de muchos gobernantes; porque estas ciudades por desgracia, no escapan a la tradicional improvisación: también con las debidas excepciones, en ellas ha primado el repentismo, que induce a los alcaldes a realizar obras o programas al impulso de su inspiración personal—porque se les ocurrió, o incluso por razones peores—pero casi nunca con base en estudios previos y adecuados a las necesidades de la ciudad y a las posibilidades de la Administración Municipal. Pero ya no podemos seguir procediendo de esta forma, porque los costos económicos y sociales de la improvisación son gigantescos.
El alcalde y los concejales que resulten elegidos en la capital santandereana en octubre próximo deberán, entonces, ocuparse de resolver los problemas reales, poniendo a la educación y la innovación en el centro de la apuesta del desarrollo, lo cual exigirá el planeamiento que, generalmente, ha faltado en el manejo de esta urbe: menos “a mí se me ocurrió” y más “esto es lo que la ciudad del conocimiento (a eso debe aspirar a convertirse Bucaramanga) plantea”. Así surgirán las soluciones estructurales necesarias para el desarrollo.

sábado, 11 de abril de 2015

Ojala hayan leído

                                          Trafugario
Por: José Óscar Fajardo
Uno de los más grandes psicólogos y especialistas en lenguaje de estos tiempos posmodernos se llama Steven Pinker. Es un canadiense profesor de Harvard y uno de los cien intelectuales más influyentes del planeta que viene insistiendo con vehemencia en que se deben realizar cambios culturales en las sociedades en las que la violencia y la guerra sean vistas como algo “estúpido e inmaduro”. Porque, dice él, “solo ello las despojaría de ese halo de nobleza y heroísmo que las guerras tienen y que las ha convertido en una opción muy atractiva para  muchos hombres, pueblos y gobernantes”. Guerra de honor, dicen. Que imbecilidad. Siempre se ha dicho, la guerra es el gran fracaso de la inteligencia. “Hay que tener la dignidad de ser lo suficientemente fuerte para alejarse de la disputa y controlar los impulsos”, afirma Pinker. Esto desde la teoría es muy bacano, porque más adelante se refiere a la necesidad de fortalecer las instituciones y el Estado para que la gente se sienta segura y deje de pretender hacer justicia por su propia cuenta, que es lo verraco en este país de la virgen santísima, el divino rostro y las benditas almas. Y de los bandidos. Por ejemplo, vean lo que argumenta respecto a, por qué algunos países tienen guerras y otros no. “Cuando usted tiene un Estado débil y en anarquía, la gente muchas veces siente la necesidad de defender sus intereses atacando a otros antes de ser atacados”.
Y esto no lo está diciendo cualquier pinche maestro de vereda sino un científico de la psicología experimental, director del Centro de Neurociencia Cognitiva del  Instituto Tecnológico de Massachusetts. En Colombia existen varios vectores de guerra como  injusticia social, corrupción estatal y drogas ilícitas, entre tantas otras. Solo con estas tres variables tenemos para cien millones de años de sangre, si a ello le sumamos la “Cultura de la guerra”, que todos los colombianos llevamos en el ADN por herencia cultural. Entonces hablemos de Santander. Siempre me he preguntado por qué los santandereanos somos tan supremamente “arrechos” para odiarnos mutuamente. Por qué no somos capaces de querer o de admirar al otro. Por qué los instintos primarios afloran con el éxito o la inteligencia del otro.  En cuanto a la pregunta, qué se debe hacer para lograr una sociedad menos violenta, Pinker afirma que, “es clave que haya un gobierno efectivo y que responda a las necesidades de la población. Que la gente le crea”. Y habla sobre la imperiosa necesidad de fortalecer las expresiones culturales y artísticas como también de bienestar social y recreación. Pero esto en Santander es un acto fallido como se puede apreciar, no solo en el manejo que se da a los rubros dispuestos para estos casos, sino en los personajes podridos que los manejan.
He considerado desde que leí por primera vez, El malestar en la cultura, un texto de Freud, que esta, la cultura de la racionalidad y de las Bellas Artes, es quizá el factor determinante para la paz y el desarrollo de los pueblos. Pero el álgido factor al que hago alusión, uno puede colegir de manera sencilla que a los gobernantes les importa un suculento carajo puesto que “eso no produce votos”. Y como la gente identifica cultura populachera con cultura artística, entonces en un municipio para cualquier campeonato de tejo se le asignan cien millones de pesos, produce alta votación, mientras que jamás se contrata un conferencista para que le explique al pueblo la diferencia que hay entre una ranchera arrabalera y una sinfonía de Beethoven. O la diferencia académica entre una novela y una puñalada. Claro. Se necesitan bien ignorantes para poderlos “enredar” y así poder gobernar.   

miércoles, 8 de abril de 2015

PERDIDA INCONMENSURABLE

                                Por Gerardo Delgado Silva
La muerte de Carlos Gaviria Díaz, no solamente enluta el ámbito vasto de la sociedad que ama el derecho, sino que representa una pérdida notoria en todo el panorama de proyección moral, patriótica, espiritual, de la personalidad del jurisconsulto.  Inflexiblemente recto, naturalmente austero, apasionadamente estudioso, sustancialmente incapaz de doblez o hipocresía, sincerísimamente modesto.
Alcanzó bien pronto como joven profesional una celebridad de jurista tan vasta y sólida, que un concepto suyo tenía el valor de una sentencia ejecutoriada. 
Gaviria, adquirió la estatura de un verdadero clásico jurídico de nuestra época, un contemporáneo que se dedicó a ser la luz en el desorden que lo rodeaba, para definirlo, para entenderlo, para superarlo.
Reveló en todas sus actuaciones una intensa preocupación por las cuestiones permanentes del hombre, pero no visto de modo abstracto, sino relacionado con los problemas de nuestro tiempo.
Dejando atrás el nihilismo, superando el absurdo, Gaviria entró un canto de esperanza a la vida.
Esperanza reflexiva, no incondicionada, sometida, pues, a las vicisitudes de una conciencia siempre alerta.
Sus análisis de la libertad para el hombre moderno o de la libertad y la democracia, tienen esa mezcla de amplios conocimientos y de impecable lucidez, que formaron el estilo personalísimo de su pensamiento y de sus meditaciones y providencias, donde se profundiza con pasión y sin pedantería, en el complejo mundo de la personalidad humana y su conducta.
Le mereció a Carlos, la veneración del Estado Social de Derecho, considerado como toda organización política de la sociedad  que reposa sobre normas fundamentales, cuyo imperio se impone y sobrepone a toda voluntad arbitraria y personal.  De ahí, que fuera como un defensor predestinado de la justicia.
Cumplió en todo instante de su vida con los preceptos clásicos formulados por Ulpiano, en el aforismo latino: “ Honeste vivere, Alterum non laedere, suum cuique tribuere, hoec  sunt  principio  juris”.  Lo cual significa: “Vivir honestamente, No dañar a los otros, y dar a cada cual lo que le corresponde, tales son los principios del Derecho.”. 
Y al igual que Platón, considero la moral como una ciencia fundamental de la cual forma parte la política, porque, dentro del Estado se cumple los fines más elevados del hombre.
Así se llegó al Constitucionalismo como sistema de organización político-social.
La Constitución es un orden jurídico fundamental, integral y estable, impuesto a todos los miembros de la sociedad, lo mismo a los gobernados que a los gobernantes.
Sin el Constitucionalismo como sistema de ordenamiento jurídico, no puede existir la República, que es una estructura, y mucho menos la democracia que es un contenido ético.
Lo que constituye el hecho fundamental y sensacional de la época contemporánea no es la democracia, que asoma constantemente a lo largo de la historia, ni la República, que se presenta bajo diversos aspectos, es el constitucionalismo.  Sin su garantía, jamás podrá asegurarse la existencia de la dignidad y de la libertad humana, como así mismo las posibilidades de una justicia progresiva.
Fue una pasión profunda la de Carlos, por colocar la administración de justicia en el decoroso nivel que le corresponde; y  por la constante y fervorosa defensa de los Derechos Humanos.  Fue un continuador del pensamiento de Ulpiano.
Su transparente existencia, la dedicó claro está, a la defensa de los grandes principios que han enriquecido la historia espiritual de Colombia.
Ahora, para la pesadumbre de la patria, existen personas como el señor uribista Pretelt, que desde la Corte Constitucional mancilla la propia piel transparente de Colombia. 
A partir  de la Constitución de 1991, esa Corte es el guardián natural de la Constitucionalidad de la Ley.
En todas sus ponencias, el eminente Magistrado Carlos Gaviria, plasmó con lenguaje correcto y elegante, sus interpretaciones constitucionales, con un significado que trasciende, como nos lo demuestra una de las muchas sentencias de esa institución, cuando a un indígena candidato por el Guainía a la Cámara de Representantes, lo protegió en su derecho de usar su idioma, que se le prohibió en ese departamento, para utilizar por los medios de comunicación en su campaña política (T-384/94).
Revela la confianza en el porvenir de la patria y de nosotros mismos. (Escrito para  www.bersoahoy.co – sección opinión)

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