jueves, 5 de junio de 2014

La imposible fatiga moral

                                Por Gerardo Delgado Silva 
Al parecer no ha alcanzado el país a medir las proporciones del estado de descomposición moral desde el gobierno del señor Uribe.
En puridad de verdad, los paramilitares exhibieron una influencia no solo militar sino política, social y económica.  Tan profunda y tan extendida, que para muchos no resulta exagerado hablar de una paramilitarización de Colombia.
No surgieron contra el sistema sino del mismo con la bandera de defender la propiedad y ayudar al Estado a combatir la subversión.  Respaldados  por fantásticas cantidades de dinero ilegal, y la aquiescencia oficial de ese gobierno que les prometió declararlos  delincuentes políticos, un verdadero escarnio y befa al orden jurídico.  Adquirieron un control con su poder de fuego e intimidación que sufrieron miles de desplazados y cientos de masacres como también asesinatos selectivos.  Es decir, adquirieron un control sobre Asambleas, Concejos, y otros entes estatales; así mismo sobre extensas regiones del país, como un fenómeno dramático, después de imponerse a sangre y fuego, con las preocupantes implicaciones para el futuro nacional, como lo observamos en las pasadas elecciones del 25 de Mayo.  Un apocamiento moral de algunos ciudadanos, sin meditar lo que ha representado para Colombia el tétrico panorama de la carrera criminal de los paramilitares, a quienes el señor Uribe, en una cruzada ominosa quiso legalizar a un régimen mafioso, promesa hecha en Santa fe de Ralito, acudiendo a mecanismos jurídicos como amnistías e indultos.  Les aseguró que no serían juzgados por narcotráfico, ni extraditados del país.
De ahí, que capitulando ante todos los deberes, desdeño la sagrada misión de la Corte Suprema de Justicia, contra la cual desato procacidades explicables por el odio que en Uribe desató esa mística y fortaleza de la corte, al fallar contra un familiar y amigos del alma, sus electores parapolíticos.
Y ha pretendido desde entonces una obstrucción insolente de la justicia y reparación de las víctimas de acciones criminales de los paramilitares, a despecho de la tradición jurídica universal.
Ahora bien. Ese sector de la sociedad que depositó su voto por el señor Zuluaga, de brazo de un oscuro hacker, es el que está orillando todas las claudicaciones y por tanto estará dispuesto a auspiciar y abrir las puertas a la guerra.  Ese sector, puede ser prisionero del miedo, y por ello se muestra dispuesto a transigir con una inversión radical de valores, con la negación del pasado y el tejido mismo de la civilización. Estarían también dispuestos a abrir sus puertas a los autores de crímenes execrables y evidentemente niegan a las víctimas la justicia, ignorando los grandes soportes que le dan sentido a la existencia.  Sin dubitaciones se han congratulado con esos crímenes de lesa humanidad, eufemísticamente llamados “falsos positivos”.  Es el consenso para justificar públicamente esos hechos punibles, en tanto que el señor Uribe continúa lavándose las manos en la jofaina de Pilatos. Allí está el aroma del Averno que proporciona la seguridad democrática.
No podemos dejar de mencionar la intervención ilegal de teléfonos y correos electrónicos.  Además de violar la ley, esos hechos demuestran que la fibra indispensable la del sentido ético se aflojo, cuando no desapareció.  Lo cual, no se supera sino mediante la acción individual traducida en una voluntad colectiva mayoritaria por Juan Manuel Santos.  Porque solo de brazo de los principios éticos, viejos de siglos, milenarios mejor, se puede lograr una sociedad prospera. 
Nadie ha olvidado el episodio punible de Agro Ingreso, con la sangría de los recursos, contribuyó al desmedro de la vida ya ruinosa de millones de campesinos.
Al tétrico panorama de la denominada “seguridad democrática”, hay que sumarle ahora, que los dineros destinados a proteger la salud de doce millones de colombianos más pobres, fueron a parar a las arcas de los paramilitares y terminaron siendo utilizados para comprar armas, alimentar el narcotráfico y encender aún más la guerra.
Entonces, por esas calendas, se reveló que 24 de las 50 ARS existentes estaban involucradas en los hechos punibles y que el hombre que orquestaba este negocio ilícito era Rodrigo Tovar Pupo, “Jorge 40”, segundo al mando del Bloque Norte, elector de Uribe, con los famosos “distritos electorales”. 
Este desmantelamiento del Estado de Derecho comenzó casi de un modo insensible.  Y bien. Mucho más daño que la guerrilla en su punible acción, que en ocho años de gobierno Uribe no pudo evitar con la guerra; le hizo al país la reiterada costumbre en ese gobierno de atentar desde adentro contra sus instituciones republicanas.
Se impone así, un compromiso sagrado entre los colombianos, de reaccionar frente a la conspiración del “Centro Democrático” de Uribe, contra el Estado de Derecho, la Democracia, la moral y la paz.  Por eso, precisamente no nos cansaremos de clamar por un acto de entereza pública en las próximas elecciones del 15 de junio, que congregue a la nación por el prestigio de Colombia y la guarda de su futuro, como lo está logrando Juan Manuel Santos, que ha demostrado su hombría de bien al nutrir con la savia ideológica de su pensamiento el discurrir histórico de la nación. Lo montado sin pruebas, tratando de enlodar la campaña del 2010 de Santos, va mas allá de la simple desfachatez personal para comprometer a la Patria ante propios y extraños, y desde luego a la institución política que presidió.  Que gran ejemplo para la juventud.  Un ex presidente que no padezca sicopatía, no puede corromper la conciencia colectiva de la nación y torcer el rumbo histórico que siempre ha percibido  de los auténticos líderes, ejemplos enaltecedores de dignidad y de grandeza.
¿El nuevo pensador de la ciencia política, candidato Zuluaga, ha demostrado a la patria el mecanismo por mejorarle su suerte – al lado de Uribe -, por elevar la dignidad de una sociedad, por preservar nuestros valores, por encontrar unos rumbos mas esplendorosos?.
Los líderes como Alfonso López, Gaitán, los dos Lleras, Eduardo Santos, nacieron del consenso público después de una confrontación ideológica y ética, Zuluaga surgió como el sub producto de unos estatutos hechos para la rutina electoral del partido denominado “Centro Democrático”.
Aquellos pertenecieron a la aristocracia de la inteligencia, la cultura y la política que veló por el mantenimiento de las instituciones.  Y fueron faros de dignidad, entereza y obstáculos infranqueables, para las fuerzas que pretendieron destruir al Estado de Derecho.  Santos representa, - y así lo ha entendido todo el orbe -, al mundo civilizado, su cara mas amable, la mas humana sin duda, la que ha mirado desde los albores de la modernidad por la dignidad y la libertad del ser humano encarnadas ambas en los valores de la justicia social, la igualdad, la tolerancia, los derechos humanos, la democracia representativa.
Es posible que se piense mal de la existencia en que los valores, tan descaecidos ya, se preserven  y se evite – con la vituperable amenaza de Uribe – un mayor desmoronamiento de los mismos.  Pero mientras sea necesario defenderlos y salvar el efecto benéfico que tienen en una sociedad organizada, tendremos que hacerlo, con la seguridad de que con ello estaremos protegiendo los principios fundamentales que rigen la conducta humana.
Así las cosas. Podemos inferir lógicamente, que todos los colombianos de bien ante este tifón maligno del Centro Democrático, tienen reclinada su alma en el salmo 42: “Juzgadme vos, ¡oh Dios, y defended mi causa de la gente malvada: libradme del hombre inicuo y engañador”.
                                                                                   www.bersoahoy.com

domingo, 1 de junio de 2014

“Hay que dejar de odiar para conseguir la paz”

Por qué Uribe no puede
Tomado de la Revista Semana
Por: María Jimena Duzán 
OPINIÓN La tercera razón tiene que ver con una frase de Frederik de Klerk, el líder de derecha sudafricano que negoció el fin del ‘Apartheid’: “hay que dejar de odiar para conseguir la paz”.
Ni el expresidente Uribe ni su candidato pueden hacer la paz en Colombia. Y esa incapacidad no se la han impuesto sus enemigos, sino ellos mismos. 
La primera razón para esa incapacidad tiene que ver con el hecho de que el uribismo es a la paz lo que la religión es a
l sexo. Lastimosamente, son incompatibles, por naturaleza. El uribismo se ha dedicado en esto últimos 12 años a reclutar adeptos sobre la base de que la única negociación posible con las FARC es la rendición de esa guerrilla y considera que cualquier paz negociada es una entrega al terrorismo, al castrochavismo y al comunismo ateo, como lo dijo en un trino la congresista del CD, Maria Fernanda Cabal, el día del triunfo de Zuluaga en la primera vuelta.
La oposición a ese proceso ha sido la fuente de su fuerza política y sus adeptos  están tan bien reclutados que se hicieron los de la vista gorda cuando el uribismo pasó de oponerse al proceso a sabotearlo. Les importó un comino que la campaña de su candidato  hubiera contratado los servicios de un hacker que compraba ilegalmente información de Inteligencia sobre las intimidades de los diálogos, con el propósito de que la campaña de Zuluaga pudiera saber con antelación lo que se venía y neutralizar cualquier avance en el proceso, cosa que ha ido sucediendo sin que el país se ruborice: Uribe supo de la tregua unilateral decretada por las FARC antes de que la guerrilla la anunciara y filtró las coordenadas del helicóptero de la Cruz Roja que transportaba a Pablo Catatumbo  hacia La Habana, filtración hecha no precisamente para facilitar su llegada a la isla.   
Cambiar el fundamento sobre el cual el uribismo ha edificado su credo político diez días antes de la segunda vuelta,  para salir a decir que si ganan ya no van a acabar el proceso de paz como lo dijeron hace cuatro meses, ni lo van a suspender, como lo dijeron hace una semana, sino que lo van a mantener porque ahora quieren lo que siempre han detestado que es “una paz negociada”, es una voltereta mortal que puede quebrar la espina dorsal al uribismo. 
La segunda razón, es más de forma pero igualmente infranqueable. El uribismo no cambió su posición por convicción sino que fue un acto de desesperación dirigido a ganar las elecciones. Saben que si quieren triunfar necesitan correrse al centro derecha. Y han demostrado que para conquistar esos votos están dispuestos a disfrazar al zorro con piel de oveja, como bien lo vaticinó Mauricio Cabrera. Su objetivo es tranquilizar a muchos colombianos de clase media, a empresarios medianos y grandes que fueron la base de su fuerza política hace unos años, pero que hoy están asustados (y no les falta razón), ante la posibilidad de que un triunfo de este Uribe radical y pendenciero, signifique no solo un recrudecimiento de la guerra interna sino la reactivación del conflicto con Venezuela, que podría eventualmente desencadenar una guerra.
Sin embargo, cuando el uribismo actúa desprovisto de su furia y deja de manipular nuestros temores, no resulta muy convincente. En esta ocasión se han servido de la decencia de Marta Lucía Ramírez, quien de nuevo vuelve a prestarse para lavarle la cara al uribismo a pesar de que fue Uribe quien la echó del Ministerio de Defensa y por la puerta de atrás. En esa ocasión, Marta Lucía tan altiva para unas cosas, permitió que Uribe le impusiera de asesor al tenebroso José Miguel Narváez, el subdirector del DAS que está preso, acusado de ser el para-ideólogo de las AUC y quien instigó a Castaño para que asesinara a Jaime Garzón y secuestrara a Piedad Córdoba. Esa vez la callaron. Y me temo que en este cuento, el zorro con piel de oveja también va a terminar tapándole la boca a Caperucita.
La tercera razón es probablemente la más difícil de remontar y tiene que ver con una frase que pronunció Frederik de Klerk, el líder sudafricano de derecha que firmó con Mandela los acuerdos que le pusieron fin al Apartheid. “Hay que dejar de odiar para conseguir la paz”, dijo. Ese requisito lo está cumpliendo  Santos de manera progresiva desde que decidió abrir esa compuerta de la paz. En cambio, el uribismo sigue empeñado en fundamentar su acción política en el odio y en la venganza. Y un jefe que mueve a su tribu, utilizando el odio como combustible para incendiar las almas, no puede conseguir la paz.
La última razón es que no veo a las FARC sentándose a la mesa con Uribe ni con su candidato. No lo hicieron cuando los buscó insistentemente durante su mandato, –historia que Uribe insiste en negar–, menos lo van a hacer ahora cuando está cegado por la sed de venganza. Solo agregaría esta impresión que me han dejado los frecuentes viajes que he hecho a La Habana a cubrir el proceso de paz: que a diferencia de lo que pasa con el uribismo, he visto cómo las FARC también han empezado a dejar de odiar para pensar en la paz. Reenviado por Georgin Flórez

lunes, 26 de mayo de 2014

La guerra y la paz

                                 Traugario Especial
                                         Por: José Ooscar Fajardo
Yo no puedo asegurar que cuando el escritor ruso León Tolstoi escribió esta singular novela, que se desarrolla en el suelo ruso, supiera que existía un país en América Latina que se llamaba Colombia, que es poco más o menos el Macondo de García Márquez, o el Manicomio más grande del mundo, de mi muy bien lograda autoría. La guerra y la paz es una novela que hoy por hoy y dadas las circunstancias sociales y políticas que vive el país, todo colombiano debería leerla por obligación moral. Pero desafortunadamente nosotros no leemos, de acuerdo con las estadísticas, ni siquiera dos libros per cápita por año, lo que nos hace unos pobres infelices intelectualmente. En ciencias y matemáticas somos los últimos, en índice de comprensión de lectura somos los últimos y en la solución de problemas cotidianos somos los últimos. Muchas pichurrias, como dicen ahora los estudiantes de universidad, y de los colegios ni se diga. La universidad de Harvard dedica unos seis mil millones de dólares al año en investigación científica. Nuestros gobernantes casi toda la plata, la que no se roban, no todos, se la meten a la guerra, por lo menos hasta este momento. Y hay gente que venera y adora la guerra hasta tal punto, que esta hace parte arraigada de la cultura colombiana.
Yo tenía la fe y la esperanza que el presidente Santos tendría la oportunidad única y feliz de acabar con este flagelo que como a los enfermos de Lepra, nos tiene podridos en vida. Hoy, desconcertado y preocupado hago este arqueo de ideas. Si gana el expresidente Uribe la próxima vuelta de las elecciones, para qué nombrar a Zuluaga si él va a ser una simple marioneta, lo primero que va a hacer  es romper los diálogos con la guerrilla de las Farc y hasta aquí llegó la alegría. El tercer punto del acuerdo, que ya estaba pactado, el abandono total del negocio del narcotráfico en todos los sentidos por parte de las Farc, queda anulado. Recordemos que este facilitaría el control por parte de la justicia colombiana y de la DEA, el ejercicio del narcotráfico de gran escala. Pero la guerrilla, como tiene que autofinanciarse, volverá entones a lo de antes y recuperará para la guerra los dos mil quinientos millones de dólares anuales que le permitirán sostener la contienda contra el Estado hasta que pasen otros cien años de soledad. Entonces volveremos a la guerra total prolongada y los ríos de sangre, de lodo y de mierda anegarán los campos colombianos como en los mejores tiempos de la violencia de los años cincuenta.
Cómo me sorprende que algunos sectores del pueblo sean tan indolentes. Cómo no comprender que una guerra no le conviene a ningún ser de La  Tierra. Sea liberal, conservador, godo, cachiporro, judío, musulmán, machista, gay, fetichista, negro, blanco, “morao”, desteñido por el vitíligo, católico, evangélico, eyaculador precoz, gran masturbador, reproductor de fina estampa, mendigo, petrolero, azadonero y todo lo que usted pueda imaginar, de  ninguna manera le sirve la guerra. Cómo siento su desilusión doctor Santos. Cómo no entender que con la plata de la guerra, que son muchos billones de pesos, podremos conseguir los primeros puestos en las pruebas Pisa para la educación y ya no volver a ser los más yeguas del planeta. Cómo no entender que en Colombia la gente se muere por falta de atención médica en los andenes a la entrada de los hospitales y que eso se podría remediar con la plata de la guerra. La guerrilla arreciará la guerra urbana por ser más difícil de combatir, y los movimientos sindicalistas serán seriamente reprimidos. Y los que hacemos oposición, tendremos que irnos a vivir a lo más profundo del infierno. Si Satanás nos arrienda una covacha.  

viernes, 23 de mayo de 2014

Mejor Santos que demonios

                                           Trafugario                                                        
Por: José Oscar Fajardo
Les aclaro de antemano que el título de esta columna no es más que una metáfora. Pero lo que sí es cierto es que desde muy pequeñito le he tenido un temor horroroso a Lucifer, y yo le echo la culpa es a que por aquellos tiempos, los papás acostumbraban a decirle a uno para doblegarlo, a usted se lo va a llevar el diablo por desobediente, o por mentiroso, o por vagabundo, o por cualquiera otro pecado venial de niño de ese entonces, y eso a mí  me quedó clavado en medio del Inconsciente para siempre. Yo no estoy haciendo alusión a nadie ni tengo ningún referente luciferino, como dijera García Márquez. Lo que pasa es que siempre he tenido demasiado en cuenta ese principio fundamental, pilar de las Relaciones Humanas  que dice, “No hay una segunda oportunidad para dejar una primera impresión”, y yo del presidente Juan Manuel Santos, desde un comienzo me formé una enorme y positiva impresión. En primer lugar, lo veo un hombre inteligente, con todas las implicaciones que tiene ser inteligente. Porque no es inteligente el que remata a putazos, a garrotazos, y finalmente a balazos a las personas que no están de acuerdo con sus postulados filosóficos y mucho menos políticos. A eso se le llama reacción por instintos primarios y a tales personas hay que tenerlas lo más lejanamente posible. Pongamos por ejemplo a Joseph Goebbels, jefe de Comunicación y Propaganda del Tercer Reich, durante la segunda guerra mundial.  
Entre otras cosas ese tal Goebbels se hizo famoso con tantas “hazañas” tanto retóricas como lingüísticas entre las que se encuentra esta preciosa frase expresada por él, en un momento dado: “Cada vez que escucho la palabra Cultura, le echo mano a mi pistola”. Plop. Por el contrario de Goebbels, yo al presidente Santos lo percibo como un  hombre sosegado, pensador, meditador, con razonamientos lógicos como de matemático, cosa que me produce una honda confianza porque siempre he tenido en cuenta que a los hombres inteligentes se les puede tener confianza. Y entre todas esas cosas que yo le admiro al actual presidente, que no son muchas pero sí varias y de mucho peso específico, es que se haya ido de frente con la fuerza de los rinocerontes a conseguir la paz a cualquier costo. Leyendo desde Los Miserables, de Víctor Hugo, pasando por El Archipiélago de Gulag, de Soljenitzin, hasta llegar a las masacres de Trujillo, Valle, en Colombia, me han enseñado y me han dado a entender que la guerra por el dinero y el poder, donde se masacran desde niños en adelante, no son otra cosa que el afloramiento de los más rastreros instintos primarios y del más primitivo de todos los instintos que es el complejo reptiliano.
Yo al presidente Santos lo veo como un hombre conspicuo y ecuánime. Batallador en el sentido intelectual de la palabra y además, decente. Excelente lector y estudioso. Y esas personas con dicho talante como es el presidente Santos, son capaces de comprender que a los colombianos pobres y desvalidos, que son una vergonzosa mayoría, no les puede seguir sucediendo lo de Gregorio Samsa en el relato de La Metamorfosis, de Franz Kafka, que una mañana amanece convertido en un bicho horroroso. Los que hemos leído la novela varias veces, comprendemos que fue la agresión física y psíquica de su padre, un hombre taciturno, autoritario, despiadado y déspota, lo que llevó al desgraciado Gregorio a tal metamorfosis tan espantosa. Yo estoy seguro que el presidente Santos ha leído este relato y por eso no va a permitir que un solo colombiano viva la escabrosa experiencia de Gregorio Samsa. Porque una persona, sin salud, ni vivienda, ni educación, sin techo y aguantando hambre, se convierte en Gregorio Samsa.   

miércoles, 21 de mayo de 2014

Centro pero de vituperación

                           Por Gerardo Delgado Silva
La Constitución Política y las leyes de cada país establecen una red de medidas protectoras de los ciudadanos y sus derechos, fundadas todas en una valoración previa de los preceptos básicos, sobre los cuales se han de asentar los principios del bien, del derecho y de la justicia en ese estado, de acuerdo con el sentido moral vigente, esto es, tal como los concibe la conciencia social del pueblo y los expresa, con mandato de ese pueblo, el legislador.
Para el profesor Henri Capitant, “el derecho natural no es otra cosa que el principio director, la vida que inspira y orienta al hombre en sus esfuerzos incesantes por mejorar y perfeccionar el orden social; es el ideal de justicia que el hombre se esfuerza por descubrir y hacia el cual trata de orientar a la sociedad, ideal que está presente tanto al espíritu del legislador como del filósofo, del moralista, del jurisconsulto y del juez.  No hay pueblo ni generación que no persiga este ideal.  El espíritu humano no puede prescindir de una dirección.” (La negrilla es mía)
La justicia, desde Platón ha sido considerada como la razón de ser del Estado, “su piedra angular, alrededor de la cual giran con carácter accesorio, la fuerza pública, la legislación, la preparación de jurisperitos, la vigilancia por parte de diversos órganos, como el Consejo Superior de la Judicatura, la Fiscalía, la Procuraduría y el propio Poder Ejecutivo, que la requiere pronta y cumplida”, como lo señaló el ex presidente, Doctor Alfonso López Michelsen.
Es tanta la importancia de la justicia, que hasta la monarquía Teocrática le rinde homenaje y le paga tributo desde los más antiguos tiempos.
“El rey que castigue a los inocentes y deje impunes a los culpables - dice el Código de Manú - , se cubre de la mayor ignominia y va al infierno”.
Y cuenta la Biblia que Salomón, cuando Dios le dijo: “Pídeme lo que quieras que yo te dé, contestó: Da pues a tu siervo corazón dócil para juzgar a tu pueblo, para distinguir entre lo bueno y lo malo”.  Heródoto refiere el caso de Deioces, que llegó a ser Rey de los Medos por la rectitud de sus fallas.  Corresponde a la función jurisdiccional que es inherente al ejercicio del poder judicial con carácter independiente y soberano, proteger a los ciudadanos en sus derechos, como garantía de justicia, libertad y paz. 
Y bien. La Fiscalía General de la Nación forma parte de la rama judicial, al tenor de la Constitución, y como a los jueces en las leyes de procedimiento se imponen las garantías de imparcialidad como corresponde a la más sublime de todas las dignidades.  Con cristalina claridad el señor Fiscal General ha demostrado que esa dignidad de la justicia, forma parte de la composición de su vida.
La historia ha demostrado, que la peor desgracia que puede acontecerle a un pueblo, es la de vejar, afrentar, la justicia, como ha sido de tiempo atrás la modalidad mal sana y mal intencionada del señor Álvaro Uribe; quien nos recuerda varios aforismos del derecho: “Nemini jus ignorare licet”. Esto es, la ignorancia de las leyes no sirve de excusa.
Estrafalaria el último comportamiento del Señor Uribe, porque entraña una imperdonable falta de seriedad y conocimiento del Estado de Derecho, al recusar al Señor Fiscal General, sin ser sujeto procesal, ni pueda o deba intervenir en el proceso penal como parte. Aquí se refleja con acusadora precisión su ignorancia del Don de la justicia, que lleva a los hombres a ignorar los límites de la ética.  Todo, por la desmesura que nace de la ambición de poder.  Ahora bien.  Cuando se invoca una causal de recusación debe respaldarse en elementos probatorios.  No basta el simple enunciado para aceptarla; es necesario que al proceso se alleguen datos con fuerza persuadidora.  La causal no puede quedar al capricho de quien la invoca, menos del Señor Uribe Vélez, quien olvida aquello que nunca ha aprendido.
La honorable Corte Suprema de Justicia  desde 1942, afirmó: “…la simple circunstancia de que el fallador haya atestiguado que es buena la conducta del sujeto sometido a una acción penal, no puede traducirse en interés por el reo, puesto que de poner aquello no alcanza a constituir, ni en la más rígida de las delicadezas morales, una inclinación del ánimo hacia el sindicado…”.
Tapado con sábanas de impudor como ahora ante la Fiscalía, el mundo entero comenzó a percibir en el pasado gobierno, que el Señor Uribe Vélez pretendió sacar avante una ley para amnistiar o indultar a los paramilitares – sus electores, como Jorge 40, creador de los distritos electorales -. A quienes les prometió estatus político, con impunidad, aceptando que la carrera criminal de masacrar, descuartizar y desplazar a miles y miles de familias, era  defender al Estado Colombiano.  Otro exabrupto jurídico y moral como ahora.  Con ese acto, pretendía institucionalizar la soberanía de los victimarios, que hubiese degradado aún más la estabilidad de las instituciones y la dignidad de las víctimas y la sociedad.
El Señor Uribe Vélez, no ha dejado un instante de desconocer principios constitucionales básicos para la defensa de los derechos fundamentales, entre ellos - los Derechos Humanos -, sacando a la luz esos marcados rasgos de desprecio irrefrenable a la Democracia, a la Administración de Justicia, con la Corte Suprema de Justicia, irrespetada como lo ha hecho con el Don de la Paz.  Desmedida paranoia de un beligerante, como los ben laden de los cinco continentes.  Práctica, infortunadamente recurrente de la extrema derecha.  Ahora, parece mas preocupado el Señor Uribe por desatar las furias del averno, colocado sobre las obligaciones morales y sociales de Colombia.  Más repudiable habiendo sido presidente.
Nuestra esperanza de paz, que no cejamos en alimentar, es la de que los colombianos de hoy no resultemos inferiores a la inmensa tarea que nos ha señalado la historia. 
Es imposible dejar de mencionar la formulación de Kant: “Obra siempre de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre como principio de una legislación universal”.
Es claro entonces que la degradación moral, en la actual campaña electoral del llamado “Centro Democrático”, hubiese abierto aberrantemente sus puertas a hechos punibles como el espionaje, con su hacker amigo del candidato marioneta Zuluaga. ¿Así entienden ellos el predominio del Estado de Derecho?. ¿Así se disfraza el autoritarismo o nazismo?
Dios nos guarde de lo que todavía les falta por sepultar de modo definitivo como atributos y virtudes que los colombianos creíamos imperecederos.  Ya caímos, en el gobierno de Uribe, más allá del fondo de cualquier crisis moral. 

                                                                       Escrito para  www.bersoahoy.com
                                                                                       Sección, opinión

viernes, 16 de mayo de 2014

Por qué Santos

                                                         Trafugario
Por: Jose Oscar Fajardo  
Para mí esta pregunta es muy fácil de contestar. El presidente Santos debe continuar en la presidencia de la República por las siguientes razones. Uno.  Porque es un profesional de la Economía que conoce perfectamente la dinámica de los mercados en todo el país. Dos. Porque en los cuatro años que completa en la presidencia, ya conoce perfectamente dónde se puntualiza cada uno de los problemas que tiene el país y que no le han  permitido un desarrollo democrático para todos los colombianos. Uno de ellos, la situación de los campesinos y sus condiciones de vida en la actualidad. Sabe que este es uno de los factores de atraso y desigualdad del pueblo colombiano y que en manos de él está resolverlo. Tres. Porque desde un principio entendió que Venezuela era un país hermano, independiente del sistema de gobierno que llevara, que no era enemigo y que por lo tanto debíamos tener excelentes relaciones políticas y económicas. Lo mismo ocurrió con la República del Ecuador. El presidente Santos no le quiso comer cuento a los gringos de que estos dos países hacían peligrar el gobierno nacional y la estabilidad del sistema económico. Cuatro. Porque el presidente Santos ha sabido capotear la despiadada arremetida de los sectores políticos de ultraderecha que en la lucha por el poder, de una manera soterrada quieren llevar al país a un caos total que podría tener alcances impredecibles.
Cinco. Porque el presidente Santos arremetió contra el vandalismo con una ley sin precedentes en Colombia, incluso en América Latina, como es la de la Reparación de Víctimas que no ha dado los resultados calculados, pero que los dará dado que este tipo de procesos nunca se dan a corto plazo. Eso tiene que entenderlo el pueblo colombiano. Seis. Porque el presidente Santos le dio protección irrestricta y total al sector de los caficultores puesto que reconoce que este es uno de los renglones más importantes de la economía nacional. Siete. Porque el presidente Santos se echó el país al hombro como lo hace Lionel Messi con el Barcelona o Radamel Falcao con la selección, y  contra viento y huracanes, arrancó a conseguir la Paz a cualquier precio. Este es quizá el resultado insignia de su gobierno y el que lo ha hecho famoso incluso en el viejo continente, y reconocido y respetado en los Estados Unidos, donde está el jurado calificador. Y los mismos gringos y los ingleses y los franceses y todo ese conglomerado de poderosas naciones económica y políticamente, han tenido que reconocer que el doctor Santos está a las puertas de conseguir lo que más anhelamos los colombianos demócratas. Porque la guerra solo le gusta al que le sirve para sus negocios. Y le sirve a aquellos sectores que a nombre de la libertad de acción y de pensamiento, han envenenado a los ingenuos para que Colombia siga siendo por siempre un campo de batalla anegado de sangre, de lodo y de excremento.
El presidente Santos debe seguir siendo el primer mandatario de los colombianos con el fin de que sus anhelos de paz no vayan a quedar en al aire, y por el contrario se afiancen y se extiendan a lo largo de todo el territorio nacional. Porque con eso, y si la selección Colombia de Pékerman pasa a la segunda ronda, seremos los seres más felices del sistema solar. Y finalmente, porque yo sé que el doctor Santos va a invertir la plata de la guerra, que son sumas gigantescas, la danza de los billones, en Salud, Educación, Vivienda, Ciencia, Bellas Artes, Deportes. Y estos indudablemente conducirán, a que la próxima generación de colombianos no sea de delincuentes, ni de prostitutas, ni desarrapados. Por estas razones, el doctor Santos debe seguir siendo presidente. 

miércoles, 7 de mayo de 2014

Pérdida inconmensurable

                                   Por Gerardo Delgado Silva
A pesar de mis limitaciones, procedo a pergeñar estas líneas sobre la figura más brillante de las letras universales de la generación de “los nuevos”: Gabriel García Márquez. El rostro afligido de la patria es el grito de dolor de todos los colombianos, que no somos indiferentes a la dignidad humana.
Sus palabras y sus letras preclaras transidas de patriotismo, ardientes de fe y esperanza por nuestros mejores destinos resuenan continuamente en sus obras, desde “La hojarasca”;”El coronel no tiene quien le escriba”; “Los funerales de la mama grande”; “Un día después del sábado”; “Crónica de una muerte anunciada”, y otras como convocatoria a la solidaridad colectiva para la defensa de los grandes principios que han enriquecido la historia espiritual de Colombia y el mundo.  Orientadas a hacer de la dignidad humana el centro de la vida individual y las relaciones sociales.
En la prosa de Gabo se admira la perfección de la forma: esa limpidez, esa ternura, esa maestría, esa gracia, ese sello de inconfundible encanto, tierra famosa por sus insignes modeladores del idioma, lo colocan entre los primerísimos escritores de todos los tiempos, nada menos que EL NOBEL DE LITERATURA. Pero en Gabo hay algo más que el dominio del arte de la palabra.  El es el pensador de pensamiento fuerte, propio y beligerante, que expresa sus ideas, pésele a quien le pese, con valor civil; era dueño de una de las más sólidas y extensas culturas humanísticas que hayan aparecido en las letras americanas, y su vocación sobre todo asunto de la actualidad intelectual es completa.  Hizo su camino solo, con grandes ideales y en su vida nadie ha encontrado escoria sino condiciones excepcionales de fuerza espiritual revestido de una inmensa autoridad moral y de simpatía humana.  Con la impavidez de su transparente existencia, supo engrandecer nuestra esperanza y darle un empujón heroico a nuestro destino. 
Sepamos ser sus fieles herederos espirituales, dando un estremecido testimonio de amor a su memoria esplendorosa para Colombia.  Fue un faro de dignidad, de entereza que alumbró al país en medio de tantos apagones.  En otras palabras en medio de la aridez del desierto de ideas y pensamiento, le surgen a Colombia algunos oasis que pueden contribuir, y obviamente como Gabo, contribuyen, a darnos una visión distinta de lo que en realidad es nuestra patria, sus perspectivas humanas y sus sentimientos.  No se trata de evasiones, o de puntos de escape, sino de un comportamiento que hunde sus raíces en los valores del espíritu como habíamos anotado y enlaza a las generaciones actuales con una tradición intelectual que nos honra y enaltece. 
Se trata con las obras de Gabo, que han contribuido al rescate del país, del trascender de la cultura al alcance de todos y de un acto de conocimiento y reconocimiento, a nuestros grandes valores con el consiguiente beneficio para millones de lectores, nacionales y extranjeros. 
Porque, para nadie es un misterio, que desde el gobierno anterior, vive Colombia una de las épocas más difíciles de su historia.  El orden público anarquizado por la prepotencia del terrorismo en una cualquiera de sus formas de intimidación, ya se trate de guerrilla, de paramilitares o de narcotraficantes.  Corrompido el orden moral por el mal ejemplo que vino de arriba por mandatarios anteriores (los falsos positivos, agroingreso seguro, interferencias ilegales a diversos personajes de la patria, etc.) y que se extendió como una mancha de oprobio por la nación, contaminada por una siniestra mafia de la que hacen parte políticos locales, flor de la sociedad, funcionarios corruptos y grupos parapolíticos.
Los partidos políticos aniquilados, convertidos en tiendas de campañas electorales, y no más.  Es inevitable aludir al partido nuevo, llamado “Centro Democrático”.  ¿Cuál será el concepto de pureza, que inicialmente se denominó: “Puro Centro Democrático”?.  Donde el Señor, Álvaro Uribe impone el dominio de su persona individual sustituyendo las ideas.  Aquí sólo hay motivos particulares, en vez de aspirar al bien común, anhelando subsumir al país en las repugnantes manos del nazismo.  Enmascaran viejas codicias ligadas a los parapolíticos,  cuyas desastrosas consecuencias están a la vista.  Es indubitablemente el desfallecimiento moral. Es decir, quieren  llevar a Colombia lentamente con los ojos abiertos hacia el precipicio.  
Es elocuente, por el contrario, el remanso espiritual de las magistrales obras de Gabo, dedicado a hacer la luz en el desorden que nos rodea y a entonar un canto de esperanza a la vida.  Pero esa vida que debe tener una razón, un objetivo, un incentivo, una meta escondida como en nuestro Premio Nobel que le permitió perseguir y amar la excelsitud.  Para nosotros representa una satisfacción profundísima leerlo y nos inunda como ya lo hemos señalado, un halo de bienestar indescriptible.  En estos momentos de dolor por el fallecimiento de Gabo, resulta más repugnante, como señal del acelerado deterioro del país, recordar los hechos punibles cometidos por una pandilla de personas en esta ciudad, persuadidos de ser expresión de la decencia, años atrás, que sustrajeron de la biblioteca Gabriel Turbay, las obras del eximio Gabo, junto a la de autores como Marx y otros, para incinerarlos luego, en el Parque de los Niños. Horrendo y ominoso comportamiento, que avala el superyo criminal de sus autores y el mas negro y triste espectáculo de rechazo a la bondad, tolerancia y justicia, de la cual Dante dijo que era “una virtud al servicio de otros”.
El mundo entero tiene la certeza de que toda la genial obra de Gabo, es un acto vigoroso de solidaridad y de fortaleza moral, en torno a los motivos más valiosos y enaltecedores de la especie.

                                                                                                              Escrito para Bersoahoy.com

sábado, 26 de abril de 2014

A propósito de la vivienda social en Colombia

Promesas incumplidas y tapen-tapen en vivienda
Jorge Enrique Robledo, Bogotá, abril 25 de 2014
En todos los países se construyen viviendas subsidiadas por el Estado. En Colombia ello ocurre desde el BCH (1932) y el ICT (1939). Dichos subsidios obedecen a que muchos no tienen con qué comprar casas o apartamentos que carezcan de aportes oficiales gratuitos, recursos que también sirven para promover los negocios de la construcción –tierras, materiales, capital financiero, constructores. Y son políticamente muy eficaces porque aparentemente prueban lo mucho que quieren a los pobres los mismos responsables de su pobreza: “Ustedes no saben que promovemos los TLC –por ejemplo–, pero sí saben el nombre del partido y el número que hay que marcar a cambio de darles o prometerles una casita”. El truco clientelista del anzuelo y la carnada. Luego es una viveza presentar como si fueran una gran cosa las viviendas con subsidios, cuando ello es apenas tan obvio como que el Estado, con los impuestos de las clases bajas y medias que son las que los pagan casi todos, gaste en salud, educación y vías. Son los detalles, entonces, lo que hay que evaluarle al plan de las cien mil viviendas gratis de la reelección.
Lo primero es señalar que la política de vivienda aprobada en el Plan Nacional de Desarrollo no es la de las cien mil gratuitas, proyecto que Santos solo le presenta al país en abril de 2012, ¡veinte meses después de empezada su administración! ¡Improvisaron con un gasto de cuatro billones de pesos! Y lo hicieron cuando las cifras demostraban que Santos no cumpliría su primera promesa. Leer más


domingo, 13 de abril de 2014

Buenos parceros

                                   Trafugario
                                    Por: José Óscar Fajardo
El viernes como a eso de las ocho de la mañana que  yo me dirigía hacia el centro de Barbosa por la carrera novena, frente a la Clínica Barbosa, vi un caso curioso. Una pareja de esposos, se supone, bastante jóvenes, era evidente, estaban esperando a que su mascota, un perrito bien cuidado con peluqueada de moda y chupa de boda como dijera don Rafa Pombo, hiciera popó de una manera sosegada y tranquila. Una vez terminado el biológico e inaplazable evento, la muchacha, muy pulcra ella, con un trozo de papel higiénico tomó los dos cilindritos de caca y los depositó en una bolsa plástica que estaba sosteniendo el muchacho. Yo los miré y ellos me sonrieron fraternalmente. No pude hacer otra cosa que felicitarlos. Esa es una actitud de personas respetables y decentes, les dije. Ustedes dirán, y este porque hace tanta alharaca por una corriente defecada de un can sin ningún embutido de perro norteamericano. Pues es que ahí es donde está precisamente el misterio del asunto. Que Barbosa, El Manicomio más grande del mundo, según mis apreciaciones sociológicas, es uno de los municipios de Santander que más tiene perros callejeros. Y eso qué tiene qué ver, me preguntarán. Cómo que qué tiene qué ver, les respondo ipsofacto. Pues que Barbosa es, de pronto, el pueblo que más atesora en sus hermosas calles excrementos de perro de todas las razas y de todas las clases sociales.
Claro porque hay perros burgueses, de refinada procedencia, y perros proletarios o callejeros, sin esperanza ninguna. Como ustedes pueden ver y lo saben con exactitud, es que de todas maneras, sea cualquiera la clase social de la que provenga el perro, los excrementos son igualmente repugnantes, lo mismo que la de los seres humanos. Pero lo verraco es que las señoras semi-pequeño-burguesas de la sociedad manicomiana, sacan sus perros a hacer popó en las calles y demás lugares públicos o sociolugares, como si el municipio fuera la vulgar cueva de Rolando, razón por la cual los transeúntes tienen que transitar las vías prácticamente bailando tango o mapalé para no untarse los zapatos de tan odiosa basura animal. Por eso  ve usted frente a los bancos, las cafeterías, heladerías, panaderías, sitios de diversión y hasta las clínicas y el hospital, restos de excrementos que, así sean en menor cantidad, producen la peor imagen de una ciudad y a la vez generan hedores nauseabundos. Pero de qué sirve  matarse la cabeza si para este tipo de problemas no hay ley. Mejor dicho, no se puede meter a la cárcel al propietario de un perro cagón. La única alternativa que queda es castigarlo socialmente haciéndolo ver como un ignorante de la cultura ciudadana. Como un vulgar pelafustán.

Hacerle ver, sin que se dé cuenta porque se corre el riesgo que saque el cuchillo y lo despedace a puñaladas, que eso está pésimamente mal hecho porque todos los ciudadanos merecen respeto, y que los excrementos de todo animal, incluido el humano,  es lo más repudiado por cualquier persona sana y decente. Existen normas con carácter de obligatoriedad para estos casos. Pero qué sacamos si nadie las hace cumplir. Sólo nos queda por esperar a que, de lo más profundo del ser humano que se llama racionalidad, aflore la lógica y con ella el milagro que la gente se vuelva sociable. Porque uno no entiende cómo, una persona con dos dedos de frente, medianamente educada, es decir que sabe leer y escribir, saque su perro no a pasear sino exactamente a hacer sus necesidades fisiológicas a las calles que constituyen los sociolugares más importantes de todas las ciudades del mundo. ¿Será que seguimos siendo cavernícolas y no nos damos cuenta? 

domingo, 6 de abril de 2014

Trafugario

Por: José Óscar  Fajardo
                                               Mucho brutos 
Aclaro que este titular es de carácter mamagallístico. Pero pueda que de algo sirva, sobre todo si es leído por algún padre de la patria o alguien más que tenga qué ver con esta desgracia nacional. Que los colombianos seamos por el momento los más felices del mundo de acuerdo a las estadísticas, no tiene discusión. Pero que nuestros muchachos bachilleres sean los menos favorecidos académica e intelectualmente, tampoco tiene discusión. Pues también eso dicen las estadísticas. Por lo menos eso dijo el módulo de la prueba Pisa sobre solución de situaciones cotidianas, que deja a nuestros muchachos de últimos entre 44 países. Vea pues. La conclusión se obtiene del desempeño mostrado por 85.000 jóvenes que participaron en la competencia sobre resolución creativa de problemas de la vida cotidiana, en el marco de las pruebas del Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes, PISA. Confiesan las cifras de los resultados que en dichas pruebas, Colombia, con 9073 estudiantes de 15 años, ocupó el último lugar con 399 puntos. El primero del mundo fue Singapur con 562 puntos y el primer latinoamericano, Chile, con 448 puntos. De todo ello se dedujo que el problema de los colombianos está en la baja capacidad de abstraer mentalmente, de imaginar, de actuar a través de racionamientos lógicos con el fin de obtener respuestas lógicas a los problemas de la vida cotidiana.
En términos más claros, debo decirles que el problema nace en el pésimo sistema de la educación en el país, aunado éste a N problemas aledaños que, como en las novelas río, cada afluente pequeño o cada chorrito de agua o quebrada, van aumentando el caudal inicial hasta convertirse en un caudaloso torrente de magnitudes fantásticas como el río Amazonas o como el Nilo. Primero que todo se debe tener en cuenta que al pobre país no le alcanza el presupuesto para mejorar la educación porque si no, con qué se sostiene la guerra que es mucho más rentable a corto y a largo plazo. Aclaro: mientras un profesor o maestro no gane una remuneración justa y adecuada, no se le va a poder exigir calidad en su preparación y en efecto en la enseñanza. Se ha deducido por ejemplo, que el estudiante presenta muy bajo rendimiento en las áreas de ciencias, matemáticas y lectura. Y qué pasa con eso. Que un muchacho que no sepa distinguir entre un modelo matemático o una ley física, de unas ferias y fiestas, aguardiente y marihuana a la lata, jamás va a entender la dialéctica de la vida y la solución lógica de los problemas cotidianos, a partir de la aplicación de los conocimientos adquiridos en sus respectivos estudios.
De la misma manera, un muchacho que no entiende lo que está leyendo, mucho menos va a poder comprender o a hacer el planteamiento de un problema y muchísimo menos a plantear soluciones. Y quiéranlo o no, esta es una forma de analfabetismo, según la manera como lo quieran interpretar. La comprensión de lectura, ojo padres de familia y maestros,  es quizá el más agudo problema del estudiante colombiano, incluso a niveles universitarios. Pero resulta que al estudiante no le gusta leer; en cambio a sus profesores de colegio o de universidad, sí que menos. De los padres de familia ni hablar, y aquí hay bastante tela para cortar. Pues hay hogares en los que no se ve un libro a varios kilómetros a la redonda, y los padres son los primeros maestros de los niños.  Y como para ponerse a llorar, la pobreza en que vive la mayoría de los niños colombianos, la irresponsabilidad total del Estado y la mediocridad y obsolescencia de la educación, se refleja en el pésimo rendimiento académico de los muchachos.   

martes, 1 de abril de 2014

La mortífera amenaza del planeta

                Por: Bernardo Socha Acosta 
La peor amenaza del Planeta que en muchas ocasiones veíamos solo en documentales de la TV, hoy ya se ha hecho una realidad en el territorio colombiano.
La mortandad de especies silvestres y la física escases de agua dulce que todos hemos visto y escuchado en los medios de comunicación  en zonas de los Llanos Orientales y las costas colombianas, donde ya se aprecia que la guerra es por el agua, tanto para humanos como para animales y la vegetación,  debe ser para gobernantes y gobernados una voz urgente de alerta.
La emergencia en los Llanos. Foto: Pacific Rubiales Energy
Seguí  con atención un documental de televisión que relata todo sobre el permanente aumento del calor por efectos del sol y al mismo tiempo la evaporación de la poca agua que contienen los acuíferos en el planeta.
En las zonas que han vivido el drama por la falta de agua, no hablemos en el mundo, sino en Colombia para ser más prácticos y concretos, como en Paz de Ariporo en los llanos orientales y en la Costa Atlántica; las tomas de televisión en esas regiones demuestran que la acción irracional en la tala de árboles ha sido frecuente y han dejado grandes extensiones, incluso por donde quedan huellas de cuencas por donde pasó un caño o quebrada, no queda un solo arbolito porque ha sido cortado y destruido con la acción del fuego a raíz de las inveteradas prácticas de quemar. 
Pero no nos limitemos a comentar sobre el despoblamiento de la vegetación de esas zonas.
Es necesario revisar lo que ocurre en los Páramos.  Todos sabemos que buena parte de los ríos y quebradas nacen en los Páramos, en los se han formado unos ricos ecosistemas donde hay diversidad de especies.
Responsabilidad del estado
La responsabilidad del estado en la conservación del agua, se hace cada vez más evidente. El Ministerio del Medio ambiente y las Corporaciones Autónomas Regionales  deben desprenderse en un alto grado de tanta burocracia y fijar programas concretos para frenar las prácticas que destruyen los acuíferos.
Estas campañas no son solamente reprimir al campesino,  sino educarlo y de paso ofrecer incentivos para quien mejor establezca campañas protectoras de las cuencas, cañadas y quebradas. 
Igualmente el estado debe adquirir algunos predios que son reconocidos como nacederos de agua, haciendo al mismo tiempo convenios con los propietarios de predios adyacentes para que se protejan las franjas de caños y quebradas que se hallan muy cerca a los yacimientos  del preciado líquido.
Y de la misma manera el estado tendrá que fijarle parámetros a las empresas que exploran y explotan el petróleo para que no se conviertan en factores de miseria y muerte de esas zonas, donde el agua desaparece por las grandes y profundas perforaciones y excavaciones que se hacen.  La labor exploratoria tendrá que seguirse realizando, pero urge la búsqueda de alternativas que ayuden a conservar el agua, porque cuando ésta se agote por completo, el pueblo no podrá sustituirla con petróleo o sus derivados. Creo que en esas zonas de exploración habrá que construir grandes reservorios o estanques para almacenar el agua lluvia y devolverle a la tierra parte de la que se le quita a través de las perforaciones profundas.
En la actualidad es de conocimiento público, que hay numerosas zonas potenciales en producción de agua en toda Colombia, pero ni el estado ni los campesinos hacen nada para protegerlos.

¿Será que se sigue esperanzo que ocurran hechos tan desastrosos, desagradables, lamentables y de emergencia  para tomar las medidas preventivas?

sábado, 22 de marzo de 2014

Eso ya se sabía

                                                     Trafugario
Por: Por: José Óscar Fajardo                                                    
Que el hoy exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro iba a ser destituido, eso ya se sabía. Y los que no somos tan distraídos sabíamos que iba  a ser destituido por encima de cualquier fuerza extraordianaria de la naturaleza, e incluso del cosmos. Eso era una realidad axiomática como saber que hay uvas. “A cuál ingenuo se le ocurre que los verdaderos dueños de la democracia en Colombia como son los Ardila Lulle, Los Santodomingo, los Sarmiento Angulo, los Pacheco Debía, los Gillinski, le iban a entregar la capital de su feudo a un exguerrillero para que gobernara a su acomodo”, me dijo un abogado pseudo amigo mío, más pobre que una gallina flaca pero más reaccionario y ultraderechista que el mismo generalísimo Francisco Franco. Y me tocó convencerme que el tipejo ese tenía toda la razón. Y que la tiene. Desgraciadamente para el pueblo colombiano, el tipejo ese tiene toda la razón. Pero de la misma manera desgraciadamente para la oligarquía neoliberal también, por aquello que los japoneses llaman Hara Kiri, y que los nacionales decimos, darse con una piedra en los dientes. Pues claro porque entre más verraca sea la enfermedad, más rápido se muere el paciente. Cuánto más terrible se haga el hambre, con mayor saña se hará la búsqueda de la comida. Los periodistas que hemos estado en campañas políticas sabemos muy bien, y los que no lo han estado también, y no sólo los periodistas sino cualquier ciudadano común lo sabe, que a la clase política ya muy pocos le creen. ¿Culpa de quién?
No se puede ser tan ingenuo de no darse cuenta que en Bogotá, para las elecciones de congreso que acaban de pasar, votó cerca de un 33%, es decir una minoría. No se puede ser tan ingenuo de no darse cuenta que en Colombia cada día aumenta, en función exponencial, el abstencionismo electoral. La clase política y los dirigentes de este país no se pueden tapar los ojos para no ver y ponerse tacos de madera en los oídos pata no oír, que al pueblo lo distraen con remedios anodinos suministrado en pequeñas dosis que con el tiempo lo que hacen es agravar la enfermedad. Yo estoy totalmente seguro que una gran parte de ustedes, amigos lectores, vieron las escenas apocalípticas presentadas por la televisión nacional de Colombia en el noticiero Caracol, también de Colombia,  viernes anterior a las siete y diez AM, en que se ven mundanales de animales muriéndose unos, o ya muertos otros, por la sed a raíz de un verano espantoso en la localidad de Paz de Ariporo, Departamento de Casanare, también en la República de Colombia. Como ustedes lo vieron, entonces queda demostrado que eso no es invento mío. Que esas no son falacias de la oposición. Y eso ocurre en uno de los Departamentos más ricos del país. ¿Se hubiera podido evitar esa catástrofe y se podrán evitar las que vienen? Claro que sí. Con el solo hecho de haber construido a tiempo reservorios de agua suficientes, se habría podido. No hay plata para ese tipo de obras, dirán los aludidos. ¿Y entonces dónde están las regalías petrolíferas?
Lo que yo no he podido entender es ¿Por qué los colombianos mutuamente nos odiamos tanto? Porque la verdad es que siento este problema como un simple y preocupante odio y desprecio de los que les sobran los millones de dólares, con los que no tienen un puñado de monedas para vivir. Simple odio y desprecio, repito. Y lo de Buenaventura, qué. ¿Será que se trata de otra Colombia? Si militarizar a Buenaventura y/o “eliminar” políticamente a Petro es la solución, bienvenida sea. Les aclaro que jamás he votado por Gustavo Petro. Es sólo la nostalgia.

lunes, 17 de marzo de 2014

Apagando fuego con gasolina

                                               Trafugario
                                             Por: José Óscar Fajardo 
Uno a veces mama gallo diciendo que Colombia es el país del mundo donde mejor se practica la social-bacanería por lo que dicen las estadísticas. En los dos últimos años nuestro país se ha clasificado como el número uno más feliz del mundo, no obstante con unos índices de pobreza, de pobreza extrema, de inequidad en la tenencia de tierra, de ingreso per cápita, lamentables. Con una educación secundaria que nos tiene en el puesto 63 de 65 países encuestados. Con uno de los sistemas de salud más denigrantes de la tierra. Y si sigo la letanía de desgracias mis lectores, a quienes respeto mucho me van a decir, qué verraco tan cansón si eso lo dice frecuentemente. Tienen toda la razón. Metámosles guarapo y bazuco a estos piojosos con eso los mantenemos bacanizados, parece ser la frase de cliché de los verdaderos dueños del país. Para la muestra un botón. Miren la perla a que hace alusión el escritor Gustavo Alvarez Gardeazábal en el periódico ADN del jueves anterior. Se refiere a la propaganda de la cerveza Póker con motivo de la supuesta fiesta de los amigos que Fenalco está tratando de implantar para estos días de marzo, en la que los fabricantes de la misma le embuten por todos los orificios al televidente y en especial al consumidor muchacho colombiano, que es más “afectuoso” regalar una cerveza que un libro.
Durante el comercial dicen en off: “Llega el día de los amigos, un día en que a un amigo no se le da cualquier regalo… Se le da el mejor regalo del mundo”. Eso está ambientado con planos de amigos enfiestados regalándose cervezas. Después meten unos planos cuando un amigo regala un libro, y en ese momento la música triunfal para en seco y quien lo recibe, visiblemente decepcionado, pregunta: ¿Un libro? El jolgorio y la música de fondo vuelven cuando encuentra que dentro del supuesto libro, que es hueco, hay una cerveza (Póker) oculta. A mí me aterra es que a un publicista, que se supone tiene una carrera universitaria y sabe algo de sicología y entiende perfectamente el significado de las palabras “persuasión”, “alienación”, no doy más sinónimos para que no se vaya a suicidar, se le ocurra “envenenar” de esa manera tan vergonzante y tan humillante a la juventud de este país. Yo creo que a ese fundamentalista de la beodez no se le ocurrió pensar que, uno de los grandes problemas de las sociedades modernas, es precisamente el alcoholismo y la drogadicción. Y que sólo con programas educativos, sociales y culturales a través de las instituciones de educación, hay una posibilidad, si no de derrotar esos caballos del apocalipsis, por lo menos sí de contrarrestarlos.
Si de acuerdo a las pruebas PISA para la educación en los países que se sometieron a ellas, las cuales nos dejaron en una posición demasiado raquítica, se comprobó y demostró que uno de los graves problemas de nuestra juventud estudiantil es que no le gusta leer, que la comprensión de lectura de los pocos que leen es rigurosamente pésima y, que si esta es la base fundamental del aprendizaje, entonces ¿Quo Vadis educación? ¿Quo Vadis investigación científica? Ahora, para apagar el fuego con gasolina lo que falta es que estos “publicistas” metan una Miniuzi o una granada de fragmentación dentro de un supuesto libro para así promover la paz. La paz de los sepulcros. Y qué tal los otros científicos de la publicidad promoviendo el “fanatismo” al fútbol cuando el fanatismo es una condición sicopatológica, es decir, un paranoia, que induce a los individuos a cometer los peores delitos con el fin de defender sus creencias deportivas, políticas o religiosas. Los hooligans son una muestra. De los otros no hablo porque me aplanan las gónadas.

sábado, 8 de marzo de 2014

Pa’ que se acabe la vaina

                                                           Trafugario
Por: José Óscar Fajardo
Por lo que veo se vinieron encima las elecciones y en este momento lo que fue, fue. Alea jacta est. Yo a través de mi periscopio político opiné, democráticamente y con el debido respeto político e ideológico de la gente, cuáles eran los candidatos que en mi criterio personal, debían estar en el Congreso de la República poniendo la cara por el Departamento de Santander. Son siete cámaras por reglamento y todos los senadores que se puedan, dado que dicho reglamento lo permite. Lo que no lo permite es el caudal de votación ya que la gente está renuente a votar, tal vez agobiada por sus propios desengaños. Eso es lo que voy a tratar de escudriñar en la visión periscópica de hoy. Téngase en cuenta que este domingo hace exactamente ocho días el índice de voto en blanco se hallaba en la preocupante cifra del 41%. Aclaro. Sólo la cifra del voto en blanco. Del índice de abstención tendremos noticias sin recovecos esta misma noche y ahí sabremos cómo está el ambiente electoral en Macondo. No es que sea aguafiestas. Es que veo mal la cosa y ojalá esta tarde se demuestre con números que estoy totalmente equivocado. Supongate marco Tulio que el índice de abstención electoral en este tiro sea sólo del 20%. Entonces estaremos hablando de un 61% aproximadamente de votos que no le llegarán a ningún candidato. Grave la cosa.
Pero ¿por qué la gente no quiere votar, o está dispuesta a votar en blanco un 41%? Yo hago una deducción altamente científica y la traduzco en esta frase: Cuando un burro se echa al suelo y por nada del mundo quiere andar, es porque el burro está mama’o. Hace poco menos de un mes el columnista de EL TIEMPO Moisés Naim, periodista de los tesos de América Latina, dijo al iniciar una de sus peroratas dominicales que leo con fruición, una frase lamentablemente lapidaria: “Los políticos nos acostumbraron a creer que ellos son mentirosos”. Yo no es que esté totalmente de acuerdo con el contenido de la frase, pero sí invitaría a los practicantes de esa disciplina, a que hicieran un análisis filosófico, sociológico y político para tratar de establecer si es cierto lo que dice, o al señor Naim se le está averiando el opinador cibernético. Porque si de diecisiete o dieciocho millones de electores, hablando en cifras redondas, sólo “sufragan universalmente”, cinco o seis, también en cifras redondas, no creo si no estoy seguro, hemos perdido el semestre inexorablemente. Porque pueda que haya legalidad total en los comicios electorales a la luz de la ley. Pero ¿dónde está la legitimidad de los electos? ¿Un Congreso Nacional elegido por una minoría? Cosa de volverse loco, pues no pudo coger tampoco el maldito jabalí, dice la poesía.
Nos queda entonces una tabla de salvación, por ahora, y consiste en lo siguiente. Como no han transcurrido las elecciones y no se sabe nada de cifras, pues ojalá yo esté totalmente equivocado, orinando fuera del pote, y que todo resulte al contrario de lo que estoy vaticinando para el bien de la patria. Pues cada vez que miro en la televisión, o leo en los periódicos sobre lo que está sucediendo en Venezuela, y más grave todavía lo que puede llegar a pasar en el mundo si en Ucrania no se calman los ánimos, vade retro Satanás. De qué le sirve a Venezuela tener las reservas petrolíferas más grandes del mundo, produciendo más de 2.5 millones de barriles diarios, si se están matando a garrotazos. Y para allá va Colombia que se las pela si los políticos no revalúan sus tesis. “Si los índices de corrupción no se bajan a sus debidas proporciones”: Turbay Ayala.

lunes, 24 de febrero de 2014

Hoy con Jaime Durán

                 Trafugario
                                   Por: José Óscar Fajardo                                         
Para esta ocasión mi periscopio político avizora que este otro candidato al senado de la República debe estar en la nómina electa, ya que el Departamento de Santander necesita un buen equipo en el Congreso. Jaime Durán Barrera es un ciudadano oriundo del municipio de San Gil, nacido el 3 de agosto de 1960, es decir que apenas tiene 53 años. En su actividad política hay que destacar su inició en el Concejo Municipal de esta ciudad en 1988, y que posteriormente fungió como diputado de la Asamblea Departamental de Santander en el año de 1995, donde lideró varias investigaciones acerca de los manejos administrativos de importantes funcionarios de la Gobernación del Departamento. En el año de 1988 se presentó como candidato a la alcaldía de San Gil, resultó ser ganador y ejerció este cargo durante todo el período constitucional. Una vez terminado este periplo, continuó su carrera política y fue así como en el año de 2000, habiendo obtenido una magnífica votación a nivel nacional, arribó triunfalmente a la Cámara Alta o Senado de la República, como segundo renglón del entonces veterano senador Hugo Serrano Gómez. De acuerdo a su trayectoria política y a su tarea en dicha corporación, para Santander sería bueno que este joven y aguerrido político de las toldas del Partido Liberal, regresara a cumplir con los objetivos políticos que se propuso desde que empezó hace ya tres periodos.

Jaime Enrique Durán Barrera es abogado egresado de la Universidad Externado de Colombia, y además tiene especializaciones en Derecho Administrativo y en Derecho Minero y Energético, de ese mismo claustro universitario. Como estrategia de campaña y a la vez como objetivos propuestos para su ejercicio en el senado, Durán Barrera plantea que, como los demás colegas del Partido Liberal, trabajará sin descanso por la Paz del país, ya que sin este punto a favor, de nada o poco servirán los logros en otros campos de la vida nacional. Porque la Paz es fundamental para un verdadero desarrollo nacional. Esa es mi bandera y esa es la bandera de nuestro glorioso Partido Liberal. Si no tenemos Paz en las ciudades y en los campos, jamás habrá un desarrollo integral, argumenta. Como un segundo punto el doctor Durán Barrera dice que dará los debates que sean necesarios para lograr rebajar en mil pesos el precio actual de la gasolina, una de las más caras del mundo. Y este combustible es la sangre de grandes, medianas y pequeñas economías o industrias En cuanto a su actividad en el Departamento de Santander, un objetivo específico es la reparación, construcción y reconstrucción inmediata de toda la malla vial del Departamento, sobre todo las vías de conexión intermunicipal que se encuentra en un estado lamentable. Respecto a la capital del Departamento, el candidato Durán Barrera, hoy senador de la República, manifestó que en este momento, él y otros congresistas liberales de Santander están gestionando ante la presidencia de la República, recursos para aliviar los altos costos de la valorización en la ciudad de Bucaramanga, mínimo en un 50%. Pues este es uno de los factores que más lesiona el bolsillo sobre todo de las gentes de menores ingresos. Yo siempre he tenido en cuenta que una de las tareas esenciales de un congresista de Santander, dijo, es proteger y fortalecer las economías pequeñas porque son de las que viven las gentes del común, ya que en nuestro Departamento es escasa la gran industria. Finalmente es bueno tener en cuenta, sobre todo para la comunidad de la provincia de Vélez, que el candidato Jaime Durán Barrera está acompañado en fórmula para la Cámara por la exalcaldesa de Barbosa, ingeniera Deyanira Ardila González, en la tentativa por alcanzar sus curules en el Congreso Nacional.      

miércoles, 19 de febrero de 2014

Con Deyanira Ardila González

                                           Trafugario
Por: José Óscar Fajardo
Continúo con la retreta de conceptos acerca de los candidatos que, de acuerdo a mi periscopio político, deben estar por el Departamento de Santander en el Congreso de la República, para el caso de hoy, en la Cámara de Representantes. Hablo de Deyanira Ardila González, quien ya fue alcaldesa de Barbosa, dos administraciones atrás. Se trata de una ingeniera ambiental que inició su carrera política como candidata a la alcaldía de esta localidad, periplo que la llevó a ser la primera mujer en llegar al más alto cargo oficial en dicha localidad. Ella es otro exponente de la política regional, más concretamente de la provincia de Vélez, que quiere trabajar por el bien de todas las gentes de la provincia. Claro que anteriormente se había desempeñado como gerente de la empresa de servicios públicos de Barbosa. Usted por qué quiere ser Representante a la Cámara por Santander, fue una de las preguntas que le hice. Porque nuestro Departamento no tiene representantes de esta provincia ni en la Cámara ni en el Senado y eso se ha reflejado en un atraso total en todos los sentidos, que no tiene precedentes en la región. De la historia reciente, Santander y exactamente la provincia de Vélez, nunca había estado tan huérfano de poder y de dirigentes en el congreso nacional y por eso estamos tan mal en vías de comunicación. Las carreteras intermunicipales están completamente acabadas y hasta el momento, no se ha visto para nada el apoyo oficial.
En cuanto al renglón de la Salud, la candidata Deyanira Ardila dice que hay déficit para cubrir las necesidades reales de los habitantes de este sector del Departamento. El hospital de Barbosa, dijo, está prácticamente en obra negra y los enfermos de cierta gravedad deben ser remitidos al hospital de El Socorro o a Bucaramanga. Del sistema de servicio de agua potable para el consumo de la comunidad, la candidata afirma que es quizá el más grave problema de varios municipios de la provincia de Vélez, pero sobre todo del municipio de Barbosa. Deyanira Ardila cree que con el ritmo de crecimiento que tiene Barbosa y que se palpa en el auge de la construcción, y con el aumento de la población tanto permanente como flotante, en pocos años la ciudad va a tener un verdadero caos por la falta de este recurso de primera necesidad. Y además por la carencia total de propuestas de las administraciones tanto gubernamental como municipal, para buscar las soluciones adecuadas. 
En cuanto al problema de la vivienda de los sectores más golpeados por la pobreza, la candidata dice que las propuestas de solución son discriminatorias ya que a los habitantes de las zonas rurales se les trata en inferioridad de condiciones, puesto que no reciben el mismo apoyo económico que los habitantes de los sectores urbanos. La cantidad del monto de los subsidios es demasiado menor en los habitantes del sector urbano, es decir que los urbanos reciben mayor apoyo monetario del estado. Los cierto es que ella dice que los problemas de la provincia de Vélez son demasiados, pero que se sienten con mayor intensidad por la carencia de representantes a nivel nacional. Quiero que los santandereanos me den la oportunidad de ser Representante a la Cámara porque allá es donde tengo que dar la pelea presentando proyectos y sacándolos adelante para que el progreso de la región sea una realidad. Cuáles son los problemas más graves que tiene el municipio de Barbosa, le pregunté. La delincuencia, la drogadicción, el alcoholismo y la prostitución a todos los niveles, que han tomado auge por la falta de programas institucionales y por la no inversión en la comunidad en los renglones deportivos, educativos y culturales.

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